Michel Balivo
(Papi apaga la lluvia)
En las noticias de esta semana pude leer sobre una carta dirigida a un prestigioso periódico inglés por cinco ex ministros de economía del continente americano, todos ellos firmes promotores y defensores del neoliberalismo. Criticaban a Wolfowitz por haber comprometido la confianza en la integridad del liderazgo del BM, en la credibilidad de su cometido de promoción de la transparencia y responsabilidad en la función pública.
Para un ex presidente boliviano cuyo gobierno colaboró extensamente con el BM al comienzo de esta década, si hoy fuera presidente y lanzase una iniciativa similar la gente se le reiría en las barbas. Porque la crisis socava la capacidad de esa institución para trabajar en asuntos de gobernanza y reforma institucional, que era su ventaja comparativa.
Hace un tiempo atrás leí comentarios de otro funcionario de estas prestigiosas y transparentes instituciones. Hacía referencia a que el BM era el responsable de cuatro mil millones de pobres que viven con menos de un dólar diario. Veía en ello la posibilidad no ya de caridad sino de negocios que se habían pasado por alto.
Porque cuatro mil millones de dólares diarios no son ninguna cantidad despreciable, solo hacía falta encontrar algún producto, crearles su necesidad para así sacarles ese dólar del bolsillo, ese bocado del estómago. No voy a hacer más comentarios, saquen sus propias conclusiones.
Todas estas noticias en el fondo solo deseaban exponer que la crisis del BM llegaba en muy mal momento porque impulsaría las aguas hacia el molino de Chávez o el chavismo y le posibilitaría burlarse de las instituciones neoliberales.
Comento estas noticias porque afloran a conciencia el modelo de un pensamiento que está muriendo al ser puesto en evidencia por otro nuevo. Este viejo modelo de pensamiento es antropomórfico y mecanicista, aún cree como hace 500 años que la Tierra es el centro manifiesto y estático del universo que gira en torno a ella.
Solo que ahora el ego, el yo sustituye a la Tierra y cree que el mundo todo, incluyendo a las personas están allí a su disposición para satisfacer sus deseos, sus caprichos con total impunidad o sin consecuencias de ningún tipo, mientras no lo descubran in fraganti o tenga recursos suficientes para comprar su libertad y prestigio público.
Para este modelo todas son cosas, objetos, números, medidas, con las cuales se puede especular en términos de pérdida y ganancia acorde a conveniencia y sin el menor remordimiento. Negocios son negocios y no se mezclan con el amor ni la amistad.
Un ejemplo evidente es la oposición venezolana que sacando sus cuentas cree que el pueblo venezolano será arrasado por los recursos económicos, tácticos, o simplemente por la fuerza dispar de los poderes imperantes. Por tanto hacen sus apuestas a ganador, y en el mejor de los casos por las dudas ponen una pequeña apuesta a la revolución para cubrir sus espaldas.
Esta gente es sensual, visceral, para ellos todo se reduce a que Chávez se vaya y todo el plan estratégico de la nación se reduce a chavismo, populismo retrógrado para ganar votos e imponer un único poder. Ellos no pueden pensar en términos de procesos históricos ni advertir sus ciclos y transformaciones, es decir la evolución y revolución de los modelos y sus hábitos.
Ellos ven todo en estática, líderes y cosas manipulables. Muerto el perro se termina la rabia. Así que se confabulan con el imperio contra Chávez y a ello reducen todo su planteamiento desde hace ocho años, pese a que se estrellen contra los hechos que les demuestran una y otra vez que todo va en otra dirección, que un ciclo está agotado y muriendo.
Del mismo modo piensan en el BM y su crisis. No pueden ver los procesos en dinámica estructural y reconocer que si el BM se desmorona es porque el Alba cual respuesta a una nueva sensibilidad trajo nuevas alternativas sin violencia ni imposiciones, partiendo de la colaboración y equilibrio gradual de asimetrías entre pueblos y naciones.
No pueden aceptar que las naciones están pagando adelantadas sus deudas para quedar en libertad de decidir sus propias políticas económicas libres de los chantajes e imposiciones de las instituciones internacionales, que los endeudaron de por vida obligándolos a disminuir crecientemente las empresas y servicios del estado a favor de los consorcios privados.
Y menos admitirán que Venezuela ha prestado en muchos casos el petróleo e incluso el dinero para que los países se pudieran independizar. Tampoco dirán que por su iniciativa para junio se espera que esté ya en vías de fundación el Banco y probablemente el Fondo del Sur, que proveerá recursos para el desarrollo socioeconómico del Sur a menores costos y mayor eficiencia y sobre todo sin chantajes ni expoliación.
Para ellos, pese a que el dinero sólo es una representación, es lo único que vale. Sin embargo eso no les impide sobrevolar como buitres los pueblos con un subsuelo rico en petróleo, bombardear impunemente desde el aire infraestructuras vitales de servicios y gente inocente, para luego posarse sobre el banquete de destrucción y cadáveres.
Que me digan entonces cuanto vale el que Venezuela haya puesto la mayor reserva comprobada de petróleo del planeta a disposición del desarrollo del Sur. Que los adalides de la libertad de expresión y la democracia me expliquen como luego de una centuria de predominio tecnológico norteamericano, el mundo ha llegado a las peores condiciones de miseria y mortandad jamás experimentadas ni conocidas.
Y por supuesto no harán difusión de que el presidente Chávez termina de declarar en la visita del presidente de la república de Gambia que se inicia el Alba con Africa. Entonces no es que el BM y el FMI hacen crisis en el peor momento y que el responsable es Wolfowitz, sino que una visión y praxis política de solidaridad va sustituyendo a pasos agigantados a otra de depredación y esclavitud colonial dando testimonio de los nuevos tiempos.
En la dinámica vital estructural las funciones operan en simultaneidad, si algo crece es porque otro algo decrece y libera, entrega su energía. La energía se transforma, jamás se pierde. Mientras que las formas ya sabemos que nacen, crecen, se deterioran y mueren, son reemplazadas por nuevas formas. Habrá un momento de transición claro está, en que ambas direcciones compartan el escenario y se haga difícil discernir perceptualmente cual se impondrá.
Pero eso es así solo para quien piensa en términos estáticos y mecánicos. Mientras que para quien piensa en procesos dinámicos y estructurales de transformación está claro que una dirección regeneradora se abrirá camino mientras otra agotada va siendo desplazada, sustituida camino de su desaparición.
La resistencia y ofensiva de los pueblos así como las limitaciones del ecosistema y sus crecientes alteraciones, ponen en evidencia que el pensamiento antropomórfico e infantil choca contra barreras insalvables y sus caprichosos deseos se vuelven ahora contra si mismos.
Sus sueños de manipulación e impunidad ilimitada se muestran ahora ridículos. Me hacen acordar cuando mi hijo de 3 añitos extendía los brazos queriendo alcanzar el sol o en su imposibilidad de ir a jugar al parque porque llovía me decía: “Papi apaga la lluvia”. Para él en su ingenuidad no había diferencias entre la luz y la lluvia con tal de hacer lo que deseaba.
Tampoco la vieja mentalidad tiene problemas en superponer sus deseos y ensueños a los hechos y creer que pueden seguir eterna e impunemente haciendo lo que se les viene en gana. El mundo se desmorona ante sus narices pero ellos no pueden ver más allá de su ombligo. Tuertos guiando a ciegos decían en otra época.
Alguien que luego comprobé que sabía lo que decía me aconsejaba hace algún tiempo ya, que cuando quisiera pensar en procesos estructurales no me pusiera a inventar cosas raras, sino que usara la analogía con los procesos de la vida, porque como era adentro era afuera y como arriba, abajo.
Por eso no veo mejor y más claro modelo para estas encrucijadas históricas en que nuevas formas entran en escena desplazando a otras ya agotadas, que el nacimiento de las nuevas generaciones que vienen a renovar a las que ya se han habituado y anquilosado en el ejercicio de toda una vida de rutinas.
Podría usar también el modelo del sol que nace o se pone para ilustrarlo, pero no incluiría la poderosa fuerza magnética de la atracción sexual o enamoramiento, ni la oscura etapa de preñez y gestación, los nueve meses de dulce espera. ¿Qué papel juega nuestra razón mientras el feto habita dentro del oscuro y tibio vientre en un medio acuático?
Luego el niño es dado a luz por contracciones vegetativas, respira y ve la luz por primera vez activando todo un circuito diferente al que experimentó por nueve meses. Aquel oscuro presentimiento, el poderoso magnetismo del enamoramiento se ha concretado en nueva vida. Y nos deleita con la gracia de su frescura, de su sonrisa, de sus movimientos y juegos no premeditados. Nos sorprende con sus cambios de llanto a risa o a total neutralidad emocional.
Para alguien que no está habituado a presenciar esos cambios sin transición intermedia resulta sobrecogedora esa mirada neutra donde parece que no hubiese nadie, que algo totalmente impersonal te contemplara. Pero todo ello responde simplemente a que no hay inercias climáticas, emocionales, no hay compartimentos ni casilleros. La movilidad afectiva es plena.
Es con los años, la práctica y la interiorización del modelo socioeconómico que se configura una tendencia, un tropismo, ya que al repetir una dirección de acción esta se va grabando en memoria y acumulando inercia.
Por tanto la plena movilidad afectiva inicial se traduce ahora a representación interna de hábitos y creencias que disparan conductas en una dirección preestablecida, generando tensión interna ya que son una resistencia a la movilidad inicial, resistencia que va ganando en fijeza. Porque resulta inevitable que cuando intentas llevar a la acción lo que sientes en tu corazón chocando con hábitos y creencias limitantes heredadas, frustración tras frustración se acumule en ti el resentimiento, la contradicción, la violencia interna.
Es de ese modo como se va perdiendo la gracia que daba la vitalidad y tanto la siquis como el soma se van endureciendo, rigidizando, anquilosando, hipertrofiando, hasta que comienza el deterioro de sentidos y órganos camino de la desintegración. Exactamente lo mismo sucede a nivel de modelos mentales colectivos de pensamiento o programación que guían a la acción.
Cuando la vida se institucionaliza, cuando el conocimiento, la memoria, los hábitos, rutinas y creencias sustituyen la curiosidad, la creatividad, el inventar, cuando se teme errar como si fuese un crimen, entonces se paraliza la acción, la manifestación en la indecisión, se corta o reduce a un delgado hilo el vínculo con la fuente inspirativa y dadora de vida, con el verbo.
Lógicamente esas instituciones se vacían de todo significado, son entidades parásitas que sólo disponen de energía residual y caminan hacia su agotamiento, desintegración. Entonces creemos que todas las instituciones están desorientadas porque nadie entiende hacia donde va la humanidad, cuando en realidad habría que decir que nos desilusionamos de la creencia de saberlo, de la necesidad de conocer para prevenir nuestro temor al futuro.
Entonces todo se desacraliza y se burocratiza, se convierte en negocio, en cosas intercambiables. Ya no sabemos lo que es la salud pese a que tenemos más definiciones que nunca, solo anhelamos la no enfermedad o un deterioro lo más lento posible. Cuando se deja de sentir la plena vitalidad se comienza a preguntar por el sentido de la vida y se anhela la fuente de Juvencio, luego se va bajando y ajustando las aspiraciones a la difusa vitalidad.
El problema es que desde el temor que contrae la conciencia, tensa y rigidiza músculos y vísceras, busca compensatoriamente seguridad y hace negocios, acumula objetos posesivamente, no se puede recuperar la vitalidad perdida, no se puede volver a la plena movilidad emocional niña. Por el contrario se avanza hacia la hipertrofia y la muerte.
Para ganar en vida, afecto, inteligencia, inspiración, creatividad, es necesario reconocer que fue lo que hicimos para perderla. Es necesario hacerse conciente, ver los modelos de pensamiento que interiorizamos actuando repetidamente en una dirección, grabándolos en memoria hasta convertirlos en una inercia o tropismo de poderosa carga que nos impresiona, sugestiona o toma nuestra conciencia con visos de realidad.
Para ello se necesita ganar en atención a lo que sentimos, pensamos y hacemos. Por eso tal vez la pregunta esencial que debería hacerse nuestra época sería, ¿negocios o conciencia? Porque difícilmente quien cree en su corazón que la vida es aleatoria, que la inteligencia y el afecto son accidentes en un mundo estúpido e insensible donde la ley es la lucha por la supervivencia, la violencia, podrá pararse en el mundo y mirar a futuro con la confianza suficiente para actuar generosa y solidariamente, abandonando sus hábitos y creencias fundadas en el temor.
Difícilmente quien cree que la mentira, el engaño y la fuerza siempre actuarán impunemente, llevándose por delante los más delicados sentimientos que han puesto los cimientos para construir lo mejor de las sociedades humanas, podrá relajar sus músculos y vísceras abriendo las manos para soltar un mundo de tensas expectativas lanzadas posesivamente hacia las cosas para llenar su íntima pobreza.
Y si no relajas y sueltas aquello que fue convirtiendo el tierno y cálido cuerpo niño en una fría, insensible e inmóvil roca, si no reconoces aquello que representas, imaginas internamente y direcciona tus conductas, no habrá posibilidad de explorar nuevas experiencias.
No habrá inspiración ni creatividad para que ese nuevo mundo que presentimos pueda cobrar forma y ser visualizado en nuestra conciencia, para manifestarlo cual dirección conductual en la cual podamos unir nuestras fuerzas y construir juntos lo que realmente anhelamos vivir.
Cuando comienzas a pensar estructuralmente queda claro que solo puedes liberarte liberando, ser feliz haciendo feliz, compartiendo felicidad. Y en esa comprensión la libertad se homologa con la capacidad y la dirección de actuar en beneficio común para elevar la calidad de vida colectiva. ¿Qué sentido tiene cualquier cosa que hagamos si no contribuye a la libertad y felicidad de los que nos rodean y comparten nuestras vidas?
Es bastante paradójico para el viejo modelo de pensamiento el concebir que no se avanza hacia la felicidad y el bienestar, persiguiendo sueños en el tiempo y llevándote por delante lo que parece oponerse u obstruir tu camino hacia lo que esperas que esas cosas hagan por ti, esclavizando para liberarte, violentando y generando inútil sufrimiento en aras de tus sueños.
Pero la experiencia confirma que poseer cosas paradójicamente nos desilusiona de las expectativas que habíamos proyectado sobre ellas, sin liberarnos sin embargo del temor y deseo de seguridad compensatorio. El camino hacia la felicidad es entonces reconocer aquello que nos alejó de ella, de la plena vitalidad, de la total movilidad emocional niña.
En lo profundo de la conciencia y memoria colectiva vive y palpita el recuerdo de aquel oscuro y tibio vientre del cual fue expulsada la nueva vida hacia la luz y la respiración. Pero expulsar no significa necesariamente perder, romper el vínculo entre lo que expulsa y lo que es expulsado. También al igual que ex-presar alude a impulsar hacia fuera aliviando la creciente tensión íntima.
¿Qué mayor gozo que el del artista cuando pare, da a luz, logra poner en formas lo que palpitaba cual presentimiento en su corazón? ¿Acaso por ello se rompe el vínculo entre el artista y su obra o se pierde la inspiración siendo invadidos por la tristeza y la depresión?
Tal vez esa tristeza y extrañeza sean solo comparativas ya que nos hemos habituado a vivir hipertensos perdiendo la capacidad de relajarnos, vaciarnos, soltar. Tal vez por eso hemos llegado a creer que poseer es más que dar, compartir, temiendo y resistiéndonos en consecuencia a toda innovación o cambio, a toda exploración de nuevas experiencias.
Sin embargo a medida que vives los sueños se deshilachan, las cosas, personas, lugares van quedando atrás, todo se va transformando. Y en tu corazón solo anida, vive y crece lo que has compartido libremente, sin imposiciones, con alegría y generosidad. De ese modo es muy diferente la dirección que predomina en tu vida según elijas dar, compartir o poseer.
Hoy desde el oscuro y tibio vientre florece una nueva sensibilidad, la conciencia colectiva sueña un nuevo mundo, en medio de la inercia del escepticismo e hipocresía reinantes comienza a sentirlo posible. Nuevos vientos soplan, nuevas fragancias perfuman la atmósfera.
La inspiración se vuelca en creatividad, nuevos paisajes de mayor humanidad se abren camino hacia y en el mundo. Sentimos como si despertáramos de una pesadilla. La nostalgia cede lugar al entusiasmo del promisorio futuro, la alegría de construir juntos el mundo libremente elegido acorde al deseo del corazón, ilumina y da sentido a nuestro hacer colectivo.
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