Patricia Romana Bárcena
Conmemorar significa celebrar solemnemente el recuerdo de un acontecimiento, sea éste afortunado o trágico. No olvidar significa mantener viva la experiencia para rectificar y empezar de nuevo, cada vez que sea necesario, y lograr lo que anhelamos. Quisimos un país mejor para nosotros y para los que vienen detrás, quisimos un cambio verdadero, quisimos un México para todos los mexicanos, quisimos la defensa del patrimonio nacional, de nuestro
petróleo y de nuestros recursos naturales, quisimos un alto a los abusos y a la injusticia; lo quisimos y lo seguimos queriendo, por eso no debemos olvidar. Si olvidamos el agravio dejaremos con él la esperanza.
Vamos a recordar juntos este 1º de julio la ofensa inconmensurable del robo a la nación, vamos a recordar también el triunfo de nuestro Presidente Legítimo, y vamos a demostrar que nuestra fuerza pacífica es más grande que la adversidad.
No podemos cruzarnos de brazos mientras el territorio se mancha de sangre, mientras la mentira se propaga como pólvora ardiente por los medios de comunicación aliados a los traidores a la patria, mientras se divide el territorio en pedacitos que se entregan a manos extranjeras. Cerremos los oídos a la provocación para evitar que el encono nos provoque rabia.
Actuemos siguiendo al líder que nos unió y apoyémonos unos a otros mientras pasa esta tormenta. Recordemos la alegría que inundó las calles y las plazas contra el desafuero, en la defensa del voto, en las marchas que mostraron la voluntad de un pueblo que merece un mejor destino. No hacer nada ante los atracos es estar de acuerdo en que sigan sucediendo.
Defendamos nuestra educación pública, gratuita y laica, defendamos las pensiones de nuestros
trabajadores, defendamos a nuestros mineros, a nuestros campesinos indígenas, a nuestros maestros, a nuestros artistas, a nuestros profesionistas; defendamos nuestro maíz, nuestras tradiciones y costumbres.
Defendamos la verdad. No miremos a México desde afuera, mirémoslo primero desde sus entrañas. Para competir en los mercados globalizados es necesario estar en las mismas condiciones que ellos, no aceptemos ser el último escalón en la producción, produzcamos primero para nuestros niños que son el futuro. Sólo es grande el enemigo cuando nos empequeñecemos. La fuerza del espíritu es mil veces mayor que la fuerza del dinero.
Revindiquemos esta lucha con nuestra presencia el 1º de julio en la Plaza de la Constitución.
Lo terrible no es el obstáculo sino dejar de trabajar para vencerlo.
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IMPRÍMELO Y DIFÚNDELO, CORRE LA VOZ.
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