Desfiladero
Jaime Avilés
A la vuelta de la casa de Sabina: apuntes
Plan México: tropas y base de EU aquí
Pretextos: Al Qaeda y Mara Salvatrucha
Por eso les estorba la Ley de Neutralidad
Cuando hace poco los diputados del PAN trataron de acabar con la Ley de la Neutralidad, esta columna pensó lo peor: que la medida quería crear condiciones para que Felipe Calderón pudiese enviar tropas mexicanas a las guerras imperiales de George WC Bush. Ahora, tras la noticia del pasado 8 de junio -México negocia con Estados Unidos la aplicación de un plan contra la guerrilla y el narcotráfico, similar al que existe y no sirve para nada en Colombia-, Desfiladero comprendió que antes de pensar lo peor debió pensar lo obvio.
¿Y qué era lo obvio? La Ley de la Neutralidad, promulgada por Lázaro Cárdenas, prohíbe el estacionamiento de barcos, aviones, submarinos y soldados pertenecientes a ejércitos extranjeros en tierras y mares de nuestro país. Tras la noticia del 8 de junio, lo obvio es que Calderón apuesta al ingreso y permanencia de tropas estadunidenses en México y, por qué no, a la implantación de bases militares sobre las que ondee la bandera de las barras y las estrellas.
Fuentes que saben lo que dicen aseguran que en círculos calderónicos se analiza, en combinación con la oficina de Bush, el fenómeno de la Mara Salvatrucha, porque existe la preocupación de que esa estructura delictiva, originaria de El Salvador, con ramificaciones en Honduras y Guatemala, pero que actúa fundamentalmente en México, hubiese establecido contactos con Al Qaeda para venderle sus rutas a los terroristas de Bin Laden, de suerte que estos pudiesen infiltrarse en Estados Unidos a través de ellas.
Por disparatado que parezca, el tema ha sido tratado en el marco de la ASPAN (Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte), sellada en 2005 por los gobiernos de WC, Vicente Fox y Canadá, a petición de la Casa Blanca, para imponerle en esos países las pretensiones hegemónicas de Washington, que Fox aceptó en euforia de Prozac y Calderón heredó, hasta donde se alcanza a ver, de mil amores. ¿Es posible que los combatientes de Al Qaeda entren a Estados Unidos guiados por la Mara Salvatrucha?
El investigador catalán Gabriel Boichart, que hizo estudios de posgrado en el Tec de Monterrey y viajó desde Chiapas hasta el norte de México siguiendo los rieles del Tren de la Muerte en que se desplazan los migrantes centroamericanos a Estados Unidos, se ríe cuando le formulo esa pregunta. Estamos en su estudio de Barcelona, la dos veces milenaria "ciudad condal" a la que ahora, en razón de sus incontables centros nocturnos, alguien ha rebautizado como "ciudad congal". Con fotos captadas por él mismo explica algo que yo ignoraba: los "pasajeros" de los convoyes que parten de Tapachula hacia Texas en realidad viajan agarrados como pueden a las escalerillas de los vagones de carga, a los que con suerte a veces pueden amarrarse.
"Pasan hasta tres días encaramados entre esos barrotes, luchando por quitarle el puesto al que va un poco más arriba y defendiéndose como pueden del que va más abajo. A menudo llegan a pegarse hasta puñaladas para bajar a los que les estorban, pero lo más común es que se duerman y se caigan a las vías donde el tren los succiona y los rebana", me dice Gabriel barajando una serie de imágenes en que hombres maduros y jóvenes, sin brazos ni piernas, descansan en un albergue de Tapachula sonriendo con mansedumbre a la cámara.
¿Qué partitura toca en ese concierto la Mara Salvatrucha? Esta, recuerdo las palabras de Jesús Ramírez Cuevas, surgió tras la guerra civil de El Salvador, cuando los mercenarios entrenados por Estados Unidos para contrarrestar a la guerrilla quedaron sin empleo y pasaron a Honduras, Guatemala y México para sobrevivir. "Ellos trabajan en pequeñas bandas que se colocan estratégicamente donde se juntan los migrantes que esperan el tren. Como saben que llevan mucho dinero encima para pagar toda una cadena de sobornos, se organizan para asaltarlos, porque de eso viven. Yo no sé cómo Al Qaeda podría servirse de ellos. ¡Menuda ocurrencia!", se carcajea Boichart, preguntándose por qué a ningún editor, en México o en el reino de Juan Carlos I, le ha interesado su excelente proyecto de trabajo.
A decir verdad, escribo estas líneas en un café de Madrid, a 50 pasos de la calle donde vive Joaquín Sabina, de cuyo edificio vengo y ante cuyo portón he tocado el timbre... sin atreverme a oprimirlo porque hace ya seis años que no nos vemos y a mi compañera de viaje le da cosa que moleste al poeta así como así, "no sea que lo encaje fatal o incluso se pille un cabreo". A Calderón, me digo saboreando un pincho de whisky sin hielo, no le basta la presencia del Ejército en las calles del país para sentir menos amenazada su "presidencia" espuria. Su "imaginaria guerra contra el narcotráfico" -la expresión, rotunda y precisa, es de Luis Javier Garrido-, que sabe perdida irremediablemente, es tan sólo un pretexto para "gobernar" rodeado de militares y, más temprano que tarde, solicitar el auxilio de los marines. De ese tamaño son el desprecio y el temor que siente ante el repudio generalizado de un pueblo que no lo eligió y no lo acepta.
Pero si con tal de conservar el poder está dispuesto a calcar la ley Patriótica de Estados Unidos para espiar a millones de ciudadanos sin orden judicial de por medio (Los Angeles Times dixit), a encarcelar a los disidentes políticos acusándolos de terroristas y a convertir a México en un "Estado libre asociado" como Puerto Rico, en lo económico está entregado a los intereses españoles, con un vicepresidente gallego sentado a su vera en Los Pinos, y con un hermano de su esposa incrustado en El País, diario que después de elogiar la sangrienta represión en Oaxaca ahora se las da de culto y sostiene que Frida "pintó en un México marxista", y Silverio Pérez, al torear, "expresó como nadie la apatía, la desidia de su raza vencida".
Sólo que mientras Juan Ignacio Zavala negocia, como antes lo hicieron Felipe González y Carlos Fuentes, que el grupo editorial Prisa imprima los libros de texto gratuito de la Secretaría de Educación Pública, y Juan Camilo Mouriño vigila la construcción del aeropuerto internacional de Campeche, del que despegarán aviones en vuelos directos a Madrid, y mientras avanza bajo cuerda la venta de Pemex a Repsol, el gobierno "socialista" de Zapatero empieza a tomar precauciones para contener el cada vez mayor flujo migratorio de mexicanos clasemedieros que tratan de establecerse en España, al igual que miles y miles de campesinos y ex obreros ecuatorianos, peruanos, bolivianos, colombianos y argentinos, hambrientos de una vida mejor.
Por eso me encantan los "intelectuales" chilangos que llegan a Barcelona a dar conferencias sobre la épica y la lírica del futbol, pero nada dicen acerca de la dictadura que la ultraderecha está edificando en México a ciencia y paciencia de Aznar, Rajoy y, por supuesto, otra vez, de Zapatero, me digo en el avión de regreso, mirando las nubes del Atlántico y pensando en las llamas invisibles del calentamiento global que derriten los polos, y auguran que pronto nadarán pingüinos en las selvas todavía cálidas de Birmania.
jamastu@gmail.com
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