Gloria Muñoz Ramírez
Con la mayor participación de campesinos e invitados internacionales en toda su historia, se llevó a cabo el quinto Congreso Nacional del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, en el que 17 mil 500 trabajadoras y trabajadores rurales de 24 estados brasileños y 181 representantes de 21 organizaciones campesinas de 31 países se comprometieron "a seguir ayudando en la organización del pueblo, para que luche por sus derechos y contra la desigualdad y las injusticias sociales".
El congreso efectuado en Brasilia ha sido considerado el más importante de este movimiento que nació de las luchas aisladas por la conquista de la tierra que los trabajadores rurales protagonizaron en el sur de Brasil a finales de los 70. El Brasil de entonces vivía una "apertura política" posrégimen militar en la que el capitalismo impuso la concentración de la tierra, la expulsión de los pobres del área rural y la "modernización" de la agricultura, contexto en que surgieron diversas luchas que se fueron articulando en lo que posteriormente tomó el nombre de Movimiento Sin Tierra.
Famoso en el mundo de la resistencia por las grandes tomas de tierra convertidas en campamentos y centros de trabajo y educación, a lo largo de tres décadas el MST ha definido tres grandes objetivos: la tierra, la reforma agraria y una sociedad más justa. Busca "una expropiación de las grandes áreas que están en manos de las multinacionales y el fin de los latifundios improductivos, con la definición de un área máxima de hectáreas para la propiedad rural". El MST defiende también la autonomía de las áreas indígenas y lucha contra la revisión de sus tierras, además de no abandonar su exigencia de castigo a los asesinos de trabajadores rurales.
En su quinto congreso (que finalizó el 15 de junio pasado) los trabajadores rurales del MST decidieron, entre otros puntos, luchar por un límite máximo del tamaño de la propiedad de la tierra; por la demarcación de todas las tierras indígenas y de los remanentes; luchar contra las privatizaciones del patrimonio público; el trasvase del río São Francisco, y por la restatización de las empresas públicas; no descansar hasta que los latifundios sean expropiados y continuar la lucha contra la tala y la quema de los bosques nativos para la expansión del latifundio; además de combatir el uso de los agrotóxicos y el monocultivo en gran escala de soya, caña de azúcar y eucalipto.
Con los saludos del presidente cubano Fidel Castro y del subcomandante Marcos, del EZLN, entre muchos otros, acordaron también combatir a las empresas trasnacionales que quieren controlar las semillas, la producción y el comercio agrícola brasileño, como Monsanto, Syngenta, Cargill, Bunge, ADM, Nestlé, Basf, Bayer, Aracruz y Stora Enso, entre otras.
El MST enfrenta nuevos retos en su relación con el gobierno federal, frente a los procesos electorales y en su autonomía, pero mantiene firme el propósito de seguir luchando por la reforma agraria. Son ya 350 mil familias que han conquistado su derecho a la tierra a lo largo de 30 años de lucha, pero el desafío es aún más grande.
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