Gloria Muñoz Ramírez
El reto es no terminar asesinado a la mitad de la calle por un policía. El reto es formar comunidades en una sociedad que promueve el individualismo. El reto es organizarse de manera autónoma, desde el barrio, con la raza, aquí, en el este de Los Ángeles, California, y también en otras ciudades de Estados Unidos, en las que la vida diaria es un volado, sobre todo para los migrantes, de cualquier color y origen. El reto, como diría Louis, es mantener la esperanza.
No se trata de sobrellevar la vida del migrante en Estados Unidos, sino de crear conciencia y organizarse. Esa es la meta de la organización Comunidades Autónomas Revolucionarias (RAC, por sus siglas en inglés), lo mismo en Pomona, en Los Ángeles o en Pasadena.
El trabajo es diario y los problemas cotidianos. “En nuestros barrios –comenta Joaquín– muchas mujeres solteras no tienen quién cuide de sus hijos, así que en las RAC hay gente que lo hace: los lleva al parque, se divierte con ellos y les enseña a defenderse, porque sucede que policías y trabajadores sociales interrogan a esos niños y luego se los quitan a sus familias (...) De esta manera enseñamos a los niños a no hablarle a ciertas personas, especialmente a los trabajadores sociales y a la policía, porque trabajan para el Estado y son nuestros enemigos”.
También, añade Josefina, “construimos huertas comunitarias, porque lo que se acostumbra comer en estos barrios es fast-food (comida rápida), que genera diabetes, colesterol y obesidad en los niños. En nuestras comunidades ofrecemos comida saludable y orgánica, producto de una experiencia de lucha que se dio en la granja del sur central de Los Ángeles”.
Las RAC nacieron bajo “principios básicos de antimperialismo, anticolonialismo, autonomía, autoorganización, autodeterminación y autodefensa, especialmente de la clase obrera de color, mujeres, jóvenes, y desempleados”.
Manuel relata: las RAC “surgen de la necesidad de crear alternativas de comida en los mercados, alternativas de escuela, para enfrentar a la policía. Autosuficiencia, sería la palabra. No queremos las migajas, queremos formar nuestro propio gobierno, nuestras propias estructuras. Las comunidades están en nuestras manos, sólo tenemos que mantener a la chota fuera... RAC está creando huertas y programas, pero sobre todo ideas de que todavía hay esperanza si decidimos vivir de otra manera”.
Se trata, dice Josefina, “de construir un sistema para enseñarnos a ser autosuficientes, para hacer nuestra propia ropa y compartirla, construir huertas y también compartir el conocimiento. En este mun-do que nos impusieron, basado en el materialismo, se dice que necesitamos el dinero para sobrevivir, pero sentimos que eso no es verdad”.
“Nuestra meta –reitera Joaquín– es crear zonas liberadas en nuestras comunidades, recuperarlas y organizarlas nosotros mismos”. Así, poco a poco y en colectivo.
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