Jorge Camil
¿Cuántas fortunas se han construido sobre la sangre y el dolor de la mitad de los mexicanos que viven en la pobreza extrema?, preguntó Felipe Calderón a los “300 líderes más influyentes de México”. No cabe duda que muchas. Aunque irónicamente, por esas fechas, los mexicanos nos hayamos enterado de una que destruyó nuestra fe en la democracia: una fortuna descomunal, construida en el insólito curso de seis años, sobre una base tan delicada como la sangre y el dolor de los mexicanos: ¡la esperanza! El Presidente sabe que la fortuna en cuestión pertenece a su antecesor, el panista Vicente Fox, presidente del “gobierno del cambio”; el que sacó al PRI de Los Pinos para enriquecerse en el poder y ensombrecer el futuro de su sucesor con un proceso electoral vergonzoso.
Hoy el futuro de Fox, y más importante aún, el del propio Felipe Calderón están en manos del Congreso frente al tribunal inclemente de la opinión pública. Porque de la seriedad con que se investiguen las circunstancias de una riqueza perfectamente explicable depende la credibilidad del gobierno de Calderón. Por lo pronto Fox, como la atrevida Marta en su momento, secuestró al actual sexenio presidencial, envolviéndolo desde el principio en declaraciones, intervenciones indebidas en asuntos internacionales, “conferencias magistrales”, memorias, escándalos, intrigas partidistas y aspiraciones transexenales que continúan complicándole la vida a Felipe Calderón, y obligándolo a cambiar de rumbo. (¿Con qué cara iba a dar el gasolinazo frente a la riqueza ofensiva de los Fox?)
Nuestra risible democracia es tan frágil que una revista del corazón desató la tormenta: las inmensas propiedades inmobiliarias, la ostentación, la burla y las extravagancias de nuevos ricos reveladas en el reportaje de Quién dejaron al desnudo las realidades del país y de nuestro sistema político. ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿Tenemos esperanza?
Resulta claro que Fox y la señora Marta (porque hacen todo en pareja, cogidos de la mano, como Batman y Robin) nos han dado una valiosa lección de realismo político: no tenemos partidos, sino grupos de interés. No estamos guiados por ideologías, porque nuestra brújula ha apuntado siempre hacia la codicia y la ambición. Exoneremos entonces al PRI, porque hasta hoy lo habíamos identificado injustamente como fuente exclusiva de la corrupción, la dictadura de partido y las elecciones amañadas. Ahora comprobamos, seis años después de la alternancia, que las imágenes borrosas de los dos institutos políticos que nos han gobernado en el último siglo se han fundido en una sola. El PRIAN, adivinado hace dos décadas por calenturientos analistas políticos, ha comenzado a parir dinosaurios de varios colores.
Hoy, 20 años después, el drama de la “colina del perro” de José López Portillo palidece frente al fastuoso escenario de La Estancia. (No olvidemos que López Portillo, actuando ex post facto, pero con hombría de bien, rechazó el rancho que le había regalado Carlos Hank.) ¡Con qué ingenuidad aceptamos la socarrona promesa de los Fox!: “terminando nos vamos al rancho”. Sin embargo, tras los negros nubarrones de abuso del poder, los Fox ofrecen ahora a nuestro exangüe sistema político la oportunidad de revitalizarse, o al menos de dar un paso más hacia la verdadera transición democrática, porque la investigación legislativa será un escaparate donde desfilarán frente a los electores los principales actores políticos. Sancionando la impunidad del sexenio anterior, e imponiendo el imperio de la ley, Calderón podría legitimarse en el ejercicio, el PRI recuperar la Presidencia en 2012, y el PRD, actuando con prudencia, y sin cobrar facturas atrasadas, adquirir la madurez para convertirse, frente a los lamentables fracasos de gobernantes del PRIAN, en el partido del futuro.
Si la investigación de la riqueza “inexplicable” se convierte en moneda de cambio entre los principales partidos políticos se perdería la credibilidad del Congreso, que es el actual depositario del poder político. Tras los señalamientos del Presidente, el Congreso debería preguntarse: ¿vamos a permitir que la ostentación de los Fox humille aún más a los pobres mencionados en la reunión de “los 300”: los padres de la niña de Guerrero que no llegó a los dos años de edad, el tarahumara de la Barranca del Cobre, o la joven de 13 años prostituida en La Merced?
La Jornada reportó el viernes pasado (28/9/07) que en medio de la tormenta Fox pidió eximir a Marta de cualquier acusación: “quisiera convertirme en un pararrayos, ser el blanco de todas las calumnias”, declaró el ex presidente antes de iniciar una gira en Estados Unidos para promover sus memorias, Revolution of hope (Revolución de la esperanza). Junto a él sollozaba la mujer que secuestró su sexenio y le arrebató su lugar en la historia. La primera sorpresa surgió en Los Angeles, etapa inicial de la gira, donde un público hostil lo esperaba blandiendo ratoneras. Irónico fin de una “esperanza”, que en opinión de muchos mexicanos debió llevarnos a la transición democrática.
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