Arturo Cano (Enviado)
Chavistas lamentan la derrota afuera del Palacio de Miraflores la madrugada del lunes Foto: Reuters
Caracas, 3 de diciembre. Esta ciudad amanece enratonada, con una cruda de los demonios, se diría en México. Es la ciudad de las autopistas, unas cuantas, y de las miles de callejuelas, pero no hay tráfico. Y no es porque no haya clases ni porque muchos no laboren, sino porque casi les amanece llorando a unos y celebrando a otros. La cruda se lleva la ola de rumores pero no disipa la incredulidad: muchos chavistas no creen haber perdido y otros tantos antichavistas se pasan el día pellizcándose para probar que no sueñan con la victoria.
“Mis amigos se burlaban de mí cuando enlistaba los escenarios y decía que uno era el triunfo del no y que el gobierno lo aceptara”, dice Rafael Arráiz Lucca, escritor y decano de la Universidad Metropolitana.
Ya no se ríen de él, pero todavía muchos no se creen los resultados. En los dos bandos, como lo prueba el hecho que grupos chavistas se acercan al Palacio de Miraflores a gritar “fraude” y el presidente Hugo Chávez, quien apenas tarda unas horas en dirigirse de nuevo a Venezuela los tiene que apaciguar: “No empecemos a buscar culpables, ni acuchillarnos: hemos hecho lo correcto, hicimos todo para que se aprobara, pero no hemos perdido nada; hemos ganado en conocimiento, en cultura”, dice por teléfono a la televisora oficial.
En la misma alocución, Chávez comienza a desmenuzar, como el país entero, las causas de su derrota: “Me equivoqué en la selección del momento estratégico para hacer la propuesta, pudiera ser que aún esos dos o tres millones, y hasta más aún no están maduros para asumir un proyecto abiertamente socialista”.
Coincide Arráiz, antes de conocer las declaraciones de Chávez: “había dicho que la presentaría en 2008, pero lo hizo en un escenario adverso. Arráiz se refiere esencialmente al lento avance del partido único de Chávez, al conflicto por el cierre de la televisora RCTV “que le activó una oposición que no tenía” (los estudiantes) y a los conflictos con varios gobiernos extranjeros.
La nueva oposición
Esa oposición “activada” por Chávez se luce en la tarde caraqueña, cuando ya la ciudad va recuperando sus líos cotidianos, con la diferencia de que ahora los que tocan cláxones y silbatos son los adversarios del presidente.
Sí, los estudiantes ofrecen una rueda de prensa a las puertas del metro Chacaíto. Felices, aunque un mimo, a sólo unos pasos, tiene más audiencia que ellos. Nada le hace, ellos tienen a Globovisión, la televisora privada que sigue haciendo el papel de mandamás en la oposición, inflando y desinflando dirigentes según decida Albero Federico Ravell, parte de los dueños y directivos de medios que reconocieron, desde 2002 ante la prensa internacional, que sus pantallas son la oposición.
Los jóvenes dirigentes estudiantiles no tienen tregua. Las señoras hacen filas para besarlos y bendecirlos, las muchachas, para tomarse fotos con ellos.
El reportero de Globovisión prepara su entrada al aire y suelta: “Aquí estamos con los estudiantes que ayer enfrentaron al presidente Chávez”.
Los estudiantes hablan de “un nuevo rostro” de la dirigencia opositora y responden a la intención de Chávez de mantener su propuesta de “socialismo del siglo XXI”: “Es antidemocrática hoy, y mañana”, dice Freddy Guevara.
Los resultados y la elección que viene
Expertos en elecciones a fuerza de tanto votar, como dice Chávez, los venezolanos no tendrán descanso. En junio de 2008 hay comicios locales y regionales.
Con los ojos puestos en esa fecha los opositores comienzan a leer el desglose de resultados por entidad, que arrojan, de entrada, que el no se llevó la victoria en los estados más poblados del país.
El sí, la propuesta de Chávez, fue derrotado en Caracas y el vecino y en parte conurbado estado Miranda.
Manuel Rosales, adversario de Chávez en las presidenciales de 2006, se despachó con la cuchara grande en Zulia, estado que gobierna.
En Aragua y Sucre el sí se impuso por un margen muy estrecho, gracias a que, sostienen analistas, los gobernadores son de Podemos, el partido izquierdista que rompió con ocho años de chavismo por el tema del partido único y la reforma constitucional.
En los andinos Táchira y Mérida, estados que vivieron algunas de las mayores protestas estudiantiles, ganó el no, con márgenes superiores al promedio nacional.
Leyendo el desglose de los resultados, los opositores empiezan a sacar cuentas y ven la oportunidad de retener o recuperar alcaldías y gubernaturas, sobre todo si logran, como parece improbable dada su historia electoral, candidaturas comunes.
Tampoco están para echar las campanas al vuelo, porque si bien Chávez perdió casi tres millones de sufragios, los opositores apenas ganaron 300 mil respecto de su techo electoral del año pasado.
“Yo sostengo que ganamos por los chavistas que se atrevieron a votar por el no, porque en mi opinión nosotros perdimos votos igual que el chavismo”, dice Hermoso.
En todo caso se han derrumbado dos mitos venezolanos. El primero, que Chávez es invencible (bien fundado, pues no le habían ganado una desde 1998).
Lo decía el domingo, en la cola para votar, Silvana Santander, en las inmediaciones de Altamira: “Va a ganar el sí”. Y lo decía con desesperanza, pese a que a su lado, la joven que hacía una encuesta a boca de urna apenas había registrado un voto para la propuesta de Chávez.
Lo mismo pensaba una señora mayor cerca de ahí: “Pues no creo que ganemos. En el referéndum de 2004 nos dijeron que íbamos ganando 70-30 y luego que habíamos perdido”.
Ahí es donde se cae el segundo mito: el de la inutilidad del voto, que incluye la desconfianza total en el órgano electoral.
“Chávez dejó de ser una deidad invencible y la oposición radical perdió un argumento que sostuvo por años”, resume Arráiz.
Recibe a familiares de Ingrid Betancourt y a Piedad Córdoba
Habrá dejado de ser invencible pero no tozudo. Su primera actividad del día es recibir a la senadora colombiana Piedad Córdoba, y a la madre y la hermana de la secuestrada ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
En la madrugada, al finalizar el discurso con el cual aceptó su derrota, Chávez miró hacia las tres mujeres y se dio tiempo para seguir en pleito con Alvaro Uribe: “Ratifico a toda Colombia que sigo modestamente a la orden, a pesar de todo. No me voy a retirar del empeño de ayudar al canje humanitario y ojalá, más adelante, a la ansiada paz entre los hermanos colombianos”.
A ver, ¿qué parte de esa declaración puede calificarse de "pleito"? ¡Aay, la prensa...! ¡qué horror!
Poco antes había jurado que no le quitará “ni una coma” a su proyecto. Y en eso sigue pasado el mediodía, cuando cierra su llamada telefónica la consigna que se repite aquí y allá en los edificios públicos: “¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!”
Antes, para un público, había explicado: “Hay que seguir calentando el agua, buscando el punto de ebullición”. Y para otro público teorizado: “Tenemos que intensificar el proceso dialéctico teórico-práctico y construyendo el socialismo”. Así, mientras hierve el agua, Venezuela se prepara, ya, para una nueva elección.
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