Por María Teresa Jardí
No son menos impresentables los otros ministros de la Suprema Corte de Injusticia de la Nación que en aras de "perdonar" al "góber precioso" legalizaron también la pederastia y la prostitución y la tortura y la violación de las garantías individuales en México.
Al lado de Salvador Aguirre Anguiano y de Olga Sánchez Cordero, han quedado ubicados, para la historia de la ignominia mexicana, también los otros cuatro: Mariano Azuela, quien ya había llegado a ese lugar de la historia: el de ignominia, mucho antes, como avalador y, por ende cómplice, de la represión, brutal en marcha, desde que Fox exterminó lo que quedaba del andamiaje ético de las instituciones de la República.
Margarita Luna Ramos, Sergio Valls Hernández y Guillermo Ortiz Mayagoitia, no menos impresentables que los otros cinco canallas exterminadores del Poder Judicial y por ende machacadores del Estado de Derecho, que costará siglos volver a tener aunque sea de manera tan precaria como el que existía antes del golpe de Estado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación dado por el también impresentable Ernesto Zedillo.
--No está probada la violación gravísima de garantías individuales, matiz que debe darse a esta interpretación", sostuvo, con el cinismo que lo caracteriza, Mariano Azuela. Sí, el mismo que se asignó como salario setecientos mil pesos mensuales por favores también hechos a Fox, amén de que cobraba también como Presidente del Consejo Federal de la Judicatura, tan exterminado como la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
--Ya sé, y es que estos cabrones siguen sacando mamadas y mamadas. En clara referencia a la prensa no vendida, en la misma conversación escuchada, en el mundo entero, sostenida entre Mario Marín y Kamel Nacif exonerados por los señores ministros y ministras.
--Pero yo hice una declaración, fui a la televisión.
Ah, qué bueno, ¿allá en México o acá en Puebla?
--Aquí, pero dijeron que la iban a mandar allá.
Salió aquí. Y yo en Milenio, le dije, si lo quieres leer, pues al señor gobernador no le tembló la mano.
--Ni nos tiembla ni nos temblará. Le asegura Mario Marín a Kamel Nacif. Y si hay que secuestrar, se secuestrará, es lo que le quiere decir, en la conversación escuchada el 16 de febrero de 2006 y recordada por el diario "El Centro, el viernes 30 de noviembre de 2007", de donde la tomo, al igual que los criterios de los impresentables ministros que he venido compartiendo con ustedes, en un intento de que no olvidemos, aunque sea por el tamaño de la ofensa para el pueblo mexicano, lo que son capaces de hacer los ministros, bien comprados, a modo del sistema a la mexicana, que hoy un usurpador de derecha encabeza.
--No se acreditan de manera fehaciente violaciones graves a las garantías individuales de la señora Lydia Cacho, sostiene Sergio Valls Hernández.
--Lo grave es la utilización de poderes judiciales; sí hubo violaciones graves a garantías, dice en cambio Genero Góngora Pimentel, uno de los cuatro ministros que votaron a favor del dictamen del ministro ponente Juan Silva Meza.
--"No es una violación grave establecida en términos del artículo 97 constitucional", dijo la otra ministra a modo del sistema a la mexicana, Margarita Luna Ramos. La que utiliza mal lo que dice el 97 constitucional para justificar su canallada. La Corte puede "averiguar algún hecho o hechos que constituyan una grave violación a alguna garantía individual".
El secuestro policiaco de una ciudadana de un Estado trasladándola a otro para que cobre una venganza un "góber precioso" para satisfacer al empresario amigo que le promete el envío de "dos botella de cognac, lo que en el argot de los pederastas significan dos menores de edad morenas, no es una violación grave de garantías para esa impresentable ministra de la Suprema Corte de la Nación. Corte que aceptó conocer del caso violando ese precepto "ante las pruebas contundentes de que no existía ninguna violación". De ese tamaño es la brutal agresión a la Justicia de los bien pagados ministros de la cancelada, para administrar Justicia, Suprema Corte de la Nación.
--La conversación entre Marín y Nacif sí tiene valor probatorio, por lo que deben ser validadas como pruebas", argumentó correctamente el ministro José Ramón Cossío Díaz.
--Las violaciones a sus garantías individuales no adquieren el calificativo de graves para los efectos del amparo, dijo el otro ministro impresentable de nombre Guillermo Ortiz Mayagoitia, acabando de exterminar, de paso, la figura de El Amparo.
--"Sí hubo violación grave a las garantías individuales. es posible determinar a autoridades involucradas, sostuvo correctamente también el ministro José de Jesús Gudiño Pelayo.
Y no es tampoco que se pueda justificar del todo ni al ponente ni a los tres que votaron a favor del dictamen del ponente, porque ante tamaña ofensa a la Justicia, ninguno fue capaz de renunciar dignamente.
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