jueves, diciembre 20, 2007

Pésimo cumplidor

Carlos Fernández-Vega

Pésimo cumplidor de sus propias promesas, el inquilino de Los Pinos intentó aterrizar ayer lo que una semana atrás él mismo ofreció como “reducción sustancial”, pero que en los hechos resultó ser una mera “baja” simbólica para tapar autoaceleres de micrófono y acallar maldicientes.

Para darle contexto al tema, el pasado 11 de diciembre Calderón se aventó la siguiente puntada, más allá de que para él cuota y costo son sinónimos: “quiero antes de finalizar y proceder a dar el banderazo al Operativo Guadalupe-Reyes, el Operativo de Seguridad de esta Temporada Vacacional 2007, instruir aquí al secretario de Comunicaciones y Transportes y al director de Caminos y Puentes Federales para que en coordinación con la Secretaría de Hacienda me presenten a la brevedad un esquema en el que podamos reducir sustancialmente el costo de las casetas en las autopistas federales, cuando menos en las que son más caras y salen del promedio general. Por lo menos para estas vacaciones ojalá podamos, antes de que la gente salga merecidamente a descansar, ojalá podamos ofrecerles un descuento en las casetas, por lo menos en las casetas más elevadas en su costo en el país”.

Pues bien. Ayer, aquello de “reducir sustancialmente” las cuotas carreteras quedó en una simple cuan raquítica “baja” promedio de 6.7 por ciento en el precio que deberán pagar los usuarios de 17 autopistas y 30 puentes, un porcentaje que se traduce en unos cuantos centavos por kilómetro recorrido. Abiertamente incumplió lo de “por lo menos las más caras…”, porque en su anuncio no incluyó la México-Marquesa, la más cara del mundo. En cambio, lo que no prometió terminó por ser parte importante de la decisión: en 2008 no aumentarán las referidas cuotas.

Lo “sustancial”, pues, como sinónimo de “simbólico”, de acuerdo con la versión de Los Pinos. Así, por ejemplo, el “ahorro” para el usuario en la México-Cuernavaca será de 3.4 a 5.5 pesos (de 85 “baja” a 81.6 o 79.47 pesos), o lo que es lo mismo poco más de cuatro centavos por kilómetro recorrido. Sólo falta que algún intelectual orgánico califique estas medidas como una muestra del “populismo moderno” (ergo, “aceptable”) que Calderón practica desde que llegó a Los Pinos.

De acuerdo con el anuncio de ayer, la “reducción sustancial” se aplicará de la siguiente manera: las cuotas de la México-Cuernavaca, México-Querétaro y México-Puebla “bajan” entre 4 y 6.5 por ciento; las cuotas y peajes de dos autopistas y 30 puentes de cuota operados por Capufe se “reducen” 5 por ciento en promedios; 11 autopistas del Farac reportan un decremento de 8 por ciento, y 10 por ciento en el caso de la Cárdenas-Aguadulce, por ser vía de acceso a Villahermosa, Tabasco.

Con todo y “reducción sustancial”, versión Los Pinos, la cuotas carreteras que se cobran en México se mantienen entre las más elevadas del planeta, las mayores de América Latina e incluso por arriba de las modernas y, esas sí, bien conservadas autopistas europeas.

En el contexto latinoamericano, México ocupa la segunda posición en lo que a concesiones carreteras se refiere, con alrededor de 6 mil kilómetros. El primer escalón lo ocupa Argentina, con más de 10 mil kilómetros concesionados. En ambas naciones se aplicó un esquema privatizador prácticamente igual, pero la diferencia entre las cuotas cobradas (promedio) es verdaderamente escalofriante: 16 veces mayores aquí que en la tierra del tango.

Un estudio comparativo sobre tarifas en autopistas concesionadas en el mundo, realizado en octubre de 2004 por la Cámara de Diputados, nos ilustra sobre las abismales diferencias existentes en el monto de las cuotas cobradas, dejando para mejor ocasión aspectos como calidad, servicios y conservación de las carreteras en los distintos países involucrados.

Así, por ejemplo, las cuotas en las autopistas españolas y francesas, que se cuentan entre las más caras de Europa, resultan inferiores (15 y 10 por ciento, respectivamente) a las que se cobran en las carreteras mexicanas. Si se incluyen las portuguesas la proporción es cercana a 40 por ciento, y de 66 por ciento si se toman en cuenta las rusas.

De este lado del planeta, las cuotas que se cobran en las carreteras mexicanas resultan 6.6 veces mayores a las brasileñas, 16 veces a las argentinas y 2.5 veces por arriba con respecto a las chilenas, países todos en los que se privatizaron las autopistas con prácticamente el mismo esquema de concesiones.

Aún dentro de lo oneroso que es pagar cuota carretera en México, en términos promedio, se dan diferencias entre lo que cobran en la red de autopistas “rescatadas”, la de Capufe y las concesionadas en ejercicio, estas últimas las más caras de todas, con costo promedio por kilómetro (2004) de 1.55 pesos, contra 84 centavos de Caminos y Puentes. En promedio, las del Farac reportaron un costo de 1.18 pesos por kilómetro.

Entonces, de cualquier forma (aun después de la “reducción sustancial” anunciada por el inquilino de Los Pinos) las cuotas de las carreteras mexicanas se mantienen entre las más caras del mundo, pero el inquilino de Los Pinos pide fanfarrias, aunque el “beneficio” sólo existe en el micrófono oficial.

Y, dicho sea de paso, la idílica Autopista del Sol narrada por el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, no corresponde a la real, por la que transitarán miles de vacacionistas a partir del próximo sábado.

Las rebanadas del pastel:

Que es falsa la versión que advierte sobre una escalada de precios por el gasolinazo; que no es cierto que la cuesta de enero será de 90 grados y que, en fin, se equivocan quienes suponen que la retiquetación está a todo lo que da. Y para demostrar lo anterior, la “continuidad” mendiga un pacto con los comerciantes para amortiguar, dice, el golpe que viene. Lo malo es que el operador de todo esto es Eduardo Sojo, el mismo que en enero pasado muy seguro de sí afirmaba que “el gobierno no recurrirá al control de precios para detener el incremento en el precio de la tortilla, porque eso desincentivaría la producción”.

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