martes, enero 15, 2008

Todavía es tiempo, conciudadanos; todavía es tiempo...

(El dictador) no ha encontrado otra cosa para hacerse el bombo a que está tan
acostumbrado y que tanto necesita para que se le crea necesario por los bobos,
que abrir los brazos a los negociantes extranjeros que, agradecidos, propalan en
el exterior la grandeza de un gobierno en la que no creen los mexicanos. Bien
convencido nuestro dictador de que el pueblo detesta su largo reinado, busca en
el exterior el prestigio de que aquí carece, y tanto a eso como a los turbios
negocios a que se entregan muchos de sus favoritos con quienes no quiere ni
podría reñir, porque son su único apoyo interior, se debe esa invasión espantosa
del capital americano que ya preludia el futuro desastre de nuestra
nacionalidad.
“Nuestro porvenir, de continuar esa política de servilismo para
el yanqui que ha dado tan triste fama a nuestro gobierno entre el pueblo, y ha
despreciado tanto a nuestra nación en el exterior, porque las adulaciones
interesadas que se hacen de Porfirio Díaz en el extranjero trascienden a
mercenarismo, nuestro porvenir es ya bien claro: la esclavitud y la
conquista.
“Sigamos fomentando el capital americano, si es que ya no queremos
ser mexicanos; veamos impasibles la invasión yanqui a nuestro territorio, si es
que nos conformamos con ser vasallos de un soberano extranjero, si en nuestras
venas ya no corre aquella sangre con que los héroes escribieron sus nombres en
la historia, si estamos tan degradados que poco nos importa vivir como ganado
que todos pueden atropellar y del cual todos pueden disponer. Entonces seremos
más degradados que las bestias, porque éstas defienden el cubil donde guardan
sus cachorros.
“Creemos que todavía es tiempo de volver sobre nuestros pasos
hasta el lugar en que dejamos el honor por seguir la senda torcida que nos marcó
el despotismo y en la cual ya comenzamos a tropezar con los más serios
obstáculos. Si seguimos por el mismo camino, después de andar un poco más ya no
podremos buscar el bueno, el camino amplio y limpio que despreciamos por la
admiración que nos causaron las lentejuelas del (dictador). Todavía es tiempo,
conciudadanos; todavía es tiempo...."

Lo anterior es tan actual como la denuncia misma, hecha por Ricardo Flores Magón, alias Anakreón, quien publicó esos comentarios en el periódico El Colmillo Público (número 146) del 24 de junio de 1906, en el que relatalos hechos acaecidos en el mineral de Cananea en días anteriores”.

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