La ilegalidad con que Calderón impuso a Mouriño como Secretario de Gobernación, sabiendo que está impedido por la Constitución, vicia cualquier acto y/o documento oficial en que se ostente o firme como tal. No tienen freno los ilícitos panistas.
Juan Camilo Mouriño es súbdito español, que ni qué.
Digan lo que digan las doctas y muy interesadas opiniones de analistas chayoteros, es ciudadano del reino español.
No sólo por su origen, con una nacionalidad "irrenunciable" según la Constitución española, sino por acogerse a la misma mediante el pasaporte español con que ingresó a México, procedente de Florida al terminar la universidad en Estados Unidos, a pesar de que supuestamente se había "nacionalizado" mexicano varios años antes. Optó y usó el pasaporte español y eso invalidó cualquier trámite mexicano que hubiera realizado.
Al tramitar y usar un pasaporte extranjero, en automático perdió la "nacionalización " que supuestamente se le había otorgado años antes, aunque nadie puede asegurar que los documentos --con fechas retroactivas-- de la mentada nacionalización hayan sido recién preparados, cuando se hicieron necesarios para sus intereses igual de espurios que los de su jefe y protector.
Mouriño pretende seguir la misma ruta de Alberto Fujimori en Perú, donde el llamado "Chino" se ostentó como peruano para apoderarse de la Presidencia y saquear cuanto pudiera. Pero al descubrirse sus ilícitos y la furia del pueblo exigió la cárcel como castigo, "El Chino" sacó su pasaporte japonés y voló con sus millones hasta el imperio del Sol Naciente, que lo cobijó como súbdito de Akihito.
Visto el camino, con un refugio conveniente y anticipadamente preparado por Papá Mouriño en tierras gallegas, el FeCalito cuenta con que, en su caso, para entonces las empresas de su patria original ya sean dueñas de medio México y con su poder económico encubran todos sus latrocinios, en pago de sus buenos servicios y mejor de lo que hace su jefe respecto de su antecesor. Si su dinero lo hizo "favorito" del usurpador y le compró una Secretaría de Estado, cómo no le va a comprar impunidad, vistos los antecedentes que hay en el país. ¡Jolines, cómo no ha de ser posible!
Suficientemente malo era que como jefe de la Oficina de la Presidencia, decisiones estratégicas del país se dejaran en manos de un extranjero con intereses foráneos --como hizo Salinas con su alter ego Joseph Marie Córdoba Montoya--, como para que ahora, en el colmo de su irresponsabilidad y valemadrismo hacia el país que no lo reconoce como mandatario y aborrece sus desplantes de autócrata absolutista, Calderón lo imponga como Secretario de Gobernación, con franco desprecio a la legalidad que dice haber estudiado en la Escuela Libre de Derecho.
Como abogado que dice ser, Calderón debe saber que la violación constitucional en que incurrieron él, su beneficiario Mouriño y su cohorte de aplaudidores, vicia de pleno derecho (como dicen los abogados) todo acto o documento en que Mouriño aparezca o firme como Secretario de Gobernación, especialmente las leyes (las "reformas estructurales" tan ansiadas por su pandilla) que se envíen al Congreso y se promulguen con su firma. Ni el capo di tutti capi Salinas se atrevió a tanto con Joseph Marie, nombrándolo Secretario de Gobernación, pese a que en los hechos fungía como tal.
Claro que Salinas de Gortaria era un verdadero hijo de su rechifosca mosca, pero no pendejo, algo de lo que no puede presumir Calderón (sus dichos hablan por él).
Pero si malo es el despotismo atrabiliario de la ultraderecha enquistada en el poder, con estos desplantes inconstitucionales, peor es el servilismo de opinadores en medios "institucionales" que voltean a ver qué hace Andrés Manuel López Obrador para atacarle su "gallito" del pelo y que se coma las "eses", ignorando los excesos y raterías de sus "autoridades legalmente constituídas".
¿Hasta cuándo la indolencia tolerará tanto desmán?
¿Cuándo sacaremos de Los Pinos a esa caterva de rufianes apátridas?
Digan lo que digan las doctas y muy interesadas opiniones de analistas chayoteros, es ciudadano del reino español.
No sólo por su origen, con una nacionalidad "irrenunciable" según la Constitución española, sino por acogerse a la misma mediante el pasaporte español con que ingresó a México, procedente de Florida al terminar la universidad en Estados Unidos, a pesar de que supuestamente se había "nacionalizado" mexicano varios años antes. Optó y usó el pasaporte español y eso invalidó cualquier trámite mexicano que hubiera realizado.
Al tramitar y usar un pasaporte extranjero, en automático perdió la "nacionalización " que supuestamente se le había otorgado años antes, aunque nadie puede asegurar que los documentos --con fechas retroactivas-- de la mentada nacionalización hayan sido recién preparados, cuando se hicieron necesarios para sus intereses igual de espurios que los de su jefe y protector.
Mouriño pretende seguir la misma ruta de Alberto Fujimori en Perú, donde el llamado "Chino" se ostentó como peruano para apoderarse de la Presidencia y saquear cuanto pudiera. Pero al descubrirse sus ilícitos y la furia del pueblo exigió la cárcel como castigo, "El Chino" sacó su pasaporte japonés y voló con sus millones hasta el imperio del Sol Naciente, que lo cobijó como súbdito de Akihito.
Visto el camino, con un refugio conveniente y anticipadamente preparado por Papá Mouriño en tierras gallegas, el FeCalito cuenta con que, en su caso, para entonces las empresas de su patria original ya sean dueñas de medio México y con su poder económico encubran todos sus latrocinios, en pago de sus buenos servicios y mejor de lo que hace su jefe respecto de su antecesor. Si su dinero lo hizo "favorito" del usurpador y le compró una Secretaría de Estado, cómo no le va a comprar impunidad, vistos los antecedentes que hay en el país. ¡Jolines, cómo no ha de ser posible!
Suficientemente malo era que como jefe de la Oficina de la Presidencia, decisiones estratégicas del país se dejaran en manos de un extranjero con intereses foráneos --como hizo Salinas con su alter ego Joseph Marie Córdoba Montoya--, como para que ahora, en el colmo de su irresponsabilidad y valemadrismo hacia el país que no lo reconoce como mandatario y aborrece sus desplantes de autócrata absolutista, Calderón lo imponga como Secretario de Gobernación, con franco desprecio a la legalidad que dice haber estudiado en la Escuela Libre de Derecho.
Como abogado que dice ser, Calderón debe saber que la violación constitucional en que incurrieron él, su beneficiario Mouriño y su cohorte de aplaudidores, vicia de pleno derecho (como dicen los abogados) todo acto o documento en que Mouriño aparezca o firme como Secretario de Gobernación, especialmente las leyes (las "reformas estructurales" tan ansiadas por su pandilla) que se envíen al Congreso y se promulguen con su firma. Ni el capo di tutti capi Salinas se atrevió a tanto con Joseph Marie, nombrándolo Secretario de Gobernación, pese a que en los hechos fungía como tal.
Claro que Salinas de Gortaria era un verdadero hijo de su rechifosca mosca, pero no pendejo, algo de lo que no puede presumir Calderón (sus dichos hablan por él).
Pero si malo es el despotismo atrabiliario de la ultraderecha enquistada en el poder, con estos desplantes inconstitucionales, peor es el servilismo de opinadores en medios "institucionales" que voltean a ver qué hace Andrés Manuel López Obrador para atacarle su "gallito" del pelo y que se coma las "eses", ignorando los excesos y raterías de sus "autoridades legalmente constituídas".
¿Hasta cuándo la indolencia tolerará tanto desmán?
¿Cuándo sacaremos de Los Pinos a esa caterva de rufianes apátridas?
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