Hay una extraña relación entre la impunidad auspiciada y protegida en los altos niveles de gobierno, y la proliferación del narco cuyas ganancias se ha denunciado que financian carreras políticas y compran encubrimiento oficial. Pero las autoridades, en vez de investigar, sólo persiguen a opositores.
En lo individual como en lo social y político, cuando la cabeza está mal, todo el cuerpo se desquicia.
Por eso en un recuento a la fecha del azote del narcotráfico que ha aumentado de forma exponencial a últimas fechas, se ve y se comprueba que su auge está directamente relacionado con la impunidad y los excesos de la clase política.
A través de los años, la constante ha sido la misma: denuncias > desinterés > encubrimiento > impunidad.
1. Desde los tiempos de José López Portillo se denunció que los narcotraficantes prosperaban gracias a sus contactos políticos de alto nivel, primero en mandos policiales y judiciales, y poco a poco en las esferas gubernamentales, ejecutiva y legislativa. Mientras más alto fuera su alcance, mayor era la impunidad y, en esa misma medida, la impunidad.
En esa época hubo denuncias contra el llamado "Negro" Durazo, desde que era Comandante (no jefe ni director) de la Policía Judicial Federal hasta antes del ascenso de López Portillo --su amigo de la infancia--, por su protección al tráfico de drogas (que apenas despuntaba como filón de oro para la corrupción) y contrabando por el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Los vínculos del Negro Durazo con las redes del contrabando y el tráfico de drogas fueron oportunamente notificados al entonces Presidente Electo en un reporte confidencial del Departamento de Estado de Estados Unidos, como alerta sobre las malas andanzas de quien ya apuntaba para algún cargo importante en el nuevo gobierno que habría de suceder al locuaz Echeverría. En vez de ordenar que se investigara la confiabilidad de tal reporte del gobierno gringo, JLP encubrió a su amigo nombrándolo "General" en abierta violación a leyes y códigos (por no hablar del escalafón) militares y Jefe de la Policía del DF.
Como otro amigo de López Portillo --Jorge Díaz Serrano--revirtió los informes que tenía Echeverría, sobre las reservas petroleras del país que se estaban agotando y México entró en un auge petrolero, los gringos ya ni chistaron sobre Durazo, para no enemistarse con el Presidente a quien todo el mundo adulaba, con tal de que no cerrara la llave del petróleo que manaba en abundancia.
La borrachera petrolera del sexenio de López Portillo significó seis años de impunidad para el Negro y el despegue de sus compadres y amigos al frente de las lucrativas actividades del narcotráfico.
2. También hubo denuncias oportunas contra el gobernador Toledo Corro, de Sinaloa --donde despuntaba y crecería, gracias a la protección gubernamental, el que andando el tiempo sería el Cártel de Sinaloa (hoy encabezado por el Chapo Guzmán)--, pero sus relaciones e influencia en el gobierno federal no sólo protegió su sexenio en Sinaloa, sino que después le significó el nombramiento como titular de la recién creada Secretaría de la Reforma Agraria, donde jamás se dio cuenta de la proliferación de cultivos de mariguana y amapola.
Otro político del que se hablaba en voz baja --porque también era muy apreciado por López Portillo-- sobre sus ligas con gente de mala calaña, era el profesor Hank González, paradigma del político enriquecido por el poder desvergonzado, padrino de una mafia política que todavía hoy tiene mucho poder en el PRI y en el PAN, y del lavado de dinero de otras familias mafiosas, bajo la cubierta de negocios legales a la sombra de la influencia política del intocable profesor..
Siempre hubo denuncias, indicios y dichos que la autoridad facultada siempre se negó a investigar, como la Constitución le ordena, y cuando surgía alguna declaración en México o en el extranjero, de inmediato era borrada por el aparato comunicador del gobierno federal. O sea, más impunidad.
3. Al llegar al poder Miguel de la Madrid con su grupo de efebos economistas, ante el escándalo suscitado por la rapiña de Durazo y los excesos de los agentes de la Federal de Seguridad --cuyos comandantes dominaban, gracias a su espionaje, amplios segmentos del crimen organizado que después encabezaron como capos-- el nuevo presidente se puso el rutilante traje de La Moralidad, y la emprendió no sólo contra los "íntimos" de su antecesor, sino que desapareció la Federal de Seguridad.
Su campaña moralista sólo llegó hasta Durazo y Díaz Serrano --dejando sin tocar al profesor Hank y a Toledo Corro, entre otros-- y puso en la calle a cientos de delincuentes entrenados en espionaje y conocedores de las cloacas delictivas de México, que hasta entonces estaban sujetos a un férreo mando político. En vez de investigarlos, acusarlos, procesarlos y encarcelarlos, De la Madrid sólo les quitó la placa y dejó que siguieran con sus negocios ilícitos. Fue cuando se inició y creció la ola de secuestros, robos, asaltos e inseguridad general que reina hasta hoy, lo que dio origen a la proliferación del guarurismo y cuerpos de seguridad privada que esos mismos agentes despedidos organizaron, como respuesta a la delincuencia desatada por ellos. Así, los ex-agentes de la DFS crearon un problema que ellos mismos se ofrecían a solucionar.
De nada servían las denuncias en la recién creada Secretaría de la Contraloría, que sólo se dedicó a perseguir a Jorge Díaz Serrano --ex director de Pemex y quien por sus ligas con petroleros texanos informó a López Portillo la certeza de nuevos yacimientos que se le ocultaron a Echeverría--, darle acomodo a un montonal de contadores desempleados y asustar a carteros y burócratas menores sin relaciones de alto nivel. Los grandes tiburones y beneficiarios de la corrupción oficial no sólo permanecieron intocables o con mejores cargos, sino que acrecentaron sus colosales fortunas.
4. Y entonces llegó el salinato, que desde que Carlos Salinas de Gortari andaba en campaña queriendo contrarrestar el tremendo arrastre de Cuauhtémoc Cárdenas en su primer intento presidencial, empezaron a correr filtraciones de que el hermano mayor del candidato oficial había ofrecido "protección" a capos de la droga a cambio de buenos millones de dólares para financiar la campaña priísta.
A "sotto voce" se hablaba del Cártel del Golfo, asentado en Tamaulipas donde "señoreaba" Américo Villarreal Guerra, protegido del profesor Hank González, y el de Tijuana (de los hermanos Arellano Félix), como los que gozaban de amplias simpatías en Los Pinos. Nunca se investigó esas relaciones sospechosas de Raúl Salinas ni las facilidades que obtenía el cártel del Golfo (como cuando cayó una avioneta cargada de cocaína en Tlalixcoyan, Veracruz, y luego nadie sabe, nadie supo en qué terminó) o el de Tijuana en el Pacífico. Pero ambos prosperaron como nunca, mientras sus competidores eran perseguidos ferozmente.
En su momento, ni la Procuraduría de De la Madrid y mucho menos la de Salinas de Gortari atendió denuncia alguna y sí en cambio Salinas modificó el Código Penal para que cualquier denunciante estuviera obligado a presentar pruebas al Ministerio Público, que decidiría abrir o no una Averiguación Previa. De un golpe se protegió al hermano y sus patrocinadores, y se violentó la Constitución General de la República que dispone que corresponde al Ministerio Público investigar las denuncias y recabar las pruebas necesarias, auxiliado por la Policía Judicial, para integrar la averiguación previa y procurar la justicia ante un juez. Desde el salinato y por los intereses oscuros del mismo, la carga de la prueba se le endosó al denunciante, que no dispone de recursos y autoridad para allegarse los elementos probatorios, y teme presentar denuncia y pruebas ante los mismos cómplices del denunciado.
Fue en la época de Salinas y gracias a la protección que le daba a los cárteles del Golfo y Tijuana, que se emprendió la cacería del Cártel de Juárez, comandado entonces por Amado Carrillo Fuentes, "El Señor de los Cielos" (heredero de la mafia de un ex-comandante de la Federal de Seguridad), para quedar bien con la DEA y el gobierno de Washington, y con los compitas del Golfo y Tijuana.
Tan palanqueados estaban, por ejemplo, los hermanos Arellano Félix, que se atrevieron a llegar a la sede misma del Vaticano en México (por intercesión del entonces obispo Emilio Berlié Belaunzarán, hoy arzobispo de Yucatán), con salvoconducto tramitado ante el propio Presidente de la República, para hablar personalmente con el Nuncio y deslindarse del asesinato del cardenal Posada. El entonces Procurador, Jorge Carpizo, se quedó como el chinito: "nomás milando".
Los Arellano Félix y García Ábrego (protegido por Villarreal Guerra y luego por Manuel Cavazos Lerma) permanecieron impunes gracias a sus conectes con el "hermano incómodo" y afianzaron su feudo con la conformación de verdaderos escuadrones de ejecución en Tijuana y en Tamaulipas, donde se afincaron y crecieron Los Zetas, grupo de soldados entrenados como militares de élite por el Ejército y la Armada mexicanos que encontraron en el narcotráfico un buen mecenas compartido con altos políticos. Disfrutaban el dinero y la impunidad.
5. Ernesto Zedillo no quiso tocar las relaciones ilícitas de los Salinas y sí se fue contra el hermano incómodo. Quedaron sin investigar denuncias contra funcionarios del primer círculo salinista y salieron impunes y sonrientes. Eso permitió que los cárteles de la droga relacionados con gente de Los Pinos siguieran boyantes y extendiendo sus redes en Estados Unidos y Colombia, mientras se perseguía y encarcelaba a sus competidores.
Fue precisamente en el sexenio de Zedillo cuando se esfumó Amado Carrillo Fuentes en medio de gran confusión, cayó Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera y supuestamente se desmanteló la banda de los hermanos Valencia, en Colima, dedicada a las drogas sintéticas y anfetaminas. Pero los Arellano de Tijuana y el Cártel del Golfo seguían viento en popa, avanzando a todo motor en su negocio y en su impunidad.
6. Fue el aparato llamado "Amigos de Fox" por donde se colaron grandes ríos de dinero ilícito, producto de triangulaciones y lavado financiero, para facilitar la llegada del PAN, el entonces partido de "la gente decente", a la Presidencia de la República. Su candidato, un oscuro tipo de Guanajuato, prometía "el cambio" y lanzaba ofrecimientos a diestra y siniestra para acabar con toda "la corrupción priísta" y purificar al país como si fuera su Primera Comunión.
Fue durante ese asalto al poder, por las ansias de "sacar al PRI de Los Pinos", que empresarios medianos, hasta entonces más grises que apagados, se subieron a la carreta foxista y aprovecharon las ansias de dinero de Fox para trabar pactos sombríos con los perseguidos del priísmo, a fin de que "el cambio" también los beneficiara a ellos.
No hay más constancia de tales pactos que sus resultados evidentes: La persecución se dirigió contra los Arellano Félix en Tijuana y contra el Cártel del Golfo, cuyo capo --Juan García Ábrego-- fue detenido e inmediatamente extraditado a los Estados Unidos (en abierta violación a la Constitución y las leyes mexicanas), al tiempo que El Chapo Guzmán escapaba del penal federal de "alta seguridad" de Puente Grande, Jalisco, para consolidar su poder que extendió a nuevas ciudades de México, donde se pasea impunemente y cierra elegantes restaurantes, sin que ninguna autoridad civil o militar "se entere" de sus andanzas.
Todo el sexenio de Fox hubo denuncias contra candidatos panistas que se retrataban junto a conocidos narcotraficantes que les financiaban sus campañas; contra gobernadores panistas (como el de Morelos, Sergio Estrada Cajigal) que de inmediato eran exonerados y encubiertos por la misma Secretaría de Gobernación; y hasta contra un Secretario Particular del Presidente de la República (Emilio Goicoechea Luna) que, en vez de ser investigado por sus fotografiados vínculos con narcotraficantes, fue nombrado Embajador en Canadá para conservarle sus buenas relaciones, un buen salario mensual con todos sus gastos pagados... y su enorme impunidad.
El Presidente de la República tenía más ocupado a su Procurador General y al presidente de la Suprema Corte de Justicia en la persecución de su terrible enemigo político llamado Andrés Manuel López Obrador, que en la investigación de las denuncias contra sus hijastros, funcionarios de todo nivel y narcotraficantes favorecidos por el manto de la impunidad oficial.
Durante el propio sexenio foxista hubo denuncias del coyotaje de los hermanos Bribiesca Sahagún (los cachorros de Martita) a favor de narcos, pero de inmediato eran acalladas con el aparato propagandístico oficial y los desplantes declarativos del ranchero enamorado, que salía a extender su palabra divina e inapelable sobre sus entenados. "Son mi familia y son honrados" se atrevió a vociferar el desquiciado padrastro, sin investigación ni prueba alguna que apoyara su dicho. Las dudas que permanecen sobre ellos (Fox, Marta y cacharros) son tan grandes como su impunidad.
7. El espurio "sucesor" de Fox pretendió "legitimarse" en su puesto usurpado dando un manazo a los mismos cárteles perseguidos por el foxiato y relacionados con el PRI, sin tocar a los que se han mostrado tan generosos y espléndidos con el PAN y sus candidatos. Tal medida, publicitada como "Combate al Narco" llevaba la oculta intención de militarizar el país, para inhibir las protestas sociales que, previó la asesoría del Presidente "institucional", se desatarían con la imposición de sus nuevas "reformas estructurales" que su antecesor no pudo llevar a cabo. Como valor añadido estaba el "disciplinar" algún levantisco que nublara los cielos luminosos del nuevo "gobierno constitucional".
Pero la mula le salió respondona. En vez de replegarse, como para dejar que acapare todos los reflectores, los narcos aumentaron sus represalias y la inseguridad social en el país. No hubo problema. El Presidente de facto, más preocupado en consolidar "amarres" con sus apoyos políticos que en verdad sanear al país, propició el grosero desaseo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al exculpar al "gober precioso" de Puebla, Mario Marín, de sus violaciones graves a la Constitución, poniéndole una lupa al revés y maniobrando para imponer medidas draconianas en cambios a la Constitución, para hacer inapelable e ineludible su estado policial y su consiguiente represión a todo movimiento ciudadano en desacuerdo con la política prevaleciente.
La impunidad oficial se vio reforzada por el poder ejecutivo, legislativo y judicial. Los capos captaron el mensaje. Hay que entrarle con "la mordida", generosa y oportuna. Mientras paguen seguirán "protegidos".
Los mismos responsables de la persecución de los delitos han sido denunciados por sus ligas con capos y la protección que brindan (mediante terceros) a los cárteles empanizados. Pero en vez de despedirlos y someterlos a investigación y al proceso subsecuente, el espurio sucesor y continuista del foxiato les da más poder y exige cambiar la Constitución para "blindarlos" contra toda denuncia y acrecentar su impunidad, encomendando al Ejército --entrenado y pagado para tareas muy distintas-- lo que todos sus funcionarios no tienen la menor intención de hacer: perseguir el delito y procurar la justicia.
Los responsables de investigar y recabar pruebas contra los narcotraficantes y el crimen organizado supuestamente hacen una "radiografía" de los cárteles, con nombres, apellidos y fotos de sus jefes... de quienes nunca saben dónde están para detenerlos. Cualquier ciudadano se pregunta, tal vez con ingenuidad: "Si están tan bien informados como para saber quién es quién, ¿por qué carajos no los detienen?"
La única respuesta es IMPUNIDAD, comprada con dinero ilícito que descubrió, en el financiamiento de carreras políticas, el mejor "lavado de dinero" que pueda haber.
A mayor impunidad de unos, mayor impunidad y bonanza de otros.
En lo individual como en lo social y político, cuando la cabeza está mal, todo el cuerpo se desquicia.
Por eso en un recuento a la fecha del azote del narcotráfico que ha aumentado de forma exponencial a últimas fechas, se ve y se comprueba que su auge está directamente relacionado con la impunidad y los excesos de la clase política.
A través de los años, la constante ha sido la misma: denuncias > desinterés > encubrimiento > impunidad.
1. Desde los tiempos de José López Portillo se denunció que los narcotraficantes prosperaban gracias a sus contactos políticos de alto nivel, primero en mandos policiales y judiciales, y poco a poco en las esferas gubernamentales, ejecutiva y legislativa. Mientras más alto fuera su alcance, mayor era la impunidad y, en esa misma medida, la impunidad.
En esa época hubo denuncias contra el llamado "Negro" Durazo, desde que era Comandante (no jefe ni director) de la Policía Judicial Federal hasta antes del ascenso de López Portillo --su amigo de la infancia--, por su protección al tráfico de drogas (que apenas despuntaba como filón de oro para la corrupción) y contrabando por el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Los vínculos del Negro Durazo con las redes del contrabando y el tráfico de drogas fueron oportunamente notificados al entonces Presidente Electo en un reporte confidencial del Departamento de Estado de Estados Unidos, como alerta sobre las malas andanzas de quien ya apuntaba para algún cargo importante en el nuevo gobierno que habría de suceder al locuaz Echeverría. En vez de ordenar que se investigara la confiabilidad de tal reporte del gobierno gringo, JLP encubrió a su amigo nombrándolo "General" en abierta violación a leyes y códigos (por no hablar del escalafón) militares y Jefe de la Policía del DF.
Como otro amigo de López Portillo --Jorge Díaz Serrano--revirtió los informes que tenía Echeverría, sobre las reservas petroleras del país que se estaban agotando y México entró en un auge petrolero, los gringos ya ni chistaron sobre Durazo, para no enemistarse con el Presidente a quien todo el mundo adulaba, con tal de que no cerrara la llave del petróleo que manaba en abundancia.
La borrachera petrolera del sexenio de López Portillo significó seis años de impunidad para el Negro y el despegue de sus compadres y amigos al frente de las lucrativas actividades del narcotráfico.
2. También hubo denuncias oportunas contra el gobernador Toledo Corro, de Sinaloa --donde despuntaba y crecería, gracias a la protección gubernamental, el que andando el tiempo sería el Cártel de Sinaloa (hoy encabezado por el Chapo Guzmán)--, pero sus relaciones e influencia en el gobierno federal no sólo protegió su sexenio en Sinaloa, sino que después le significó el nombramiento como titular de la recién creada Secretaría de la Reforma Agraria, donde jamás se dio cuenta de la proliferación de cultivos de mariguana y amapola.
Otro político del que se hablaba en voz baja --porque también era muy apreciado por López Portillo-- sobre sus ligas con gente de mala calaña, era el profesor Hank González, paradigma del político enriquecido por el poder desvergonzado, padrino de una mafia política que todavía hoy tiene mucho poder en el PRI y en el PAN, y del lavado de dinero de otras familias mafiosas, bajo la cubierta de negocios legales a la sombra de la influencia política del intocable profesor..
Siempre hubo denuncias, indicios y dichos que la autoridad facultada siempre se negó a investigar, como la Constitución le ordena, y cuando surgía alguna declaración en México o en el extranjero, de inmediato era borrada por el aparato comunicador del gobierno federal. O sea, más impunidad.
3. Al llegar al poder Miguel de la Madrid con su grupo de efebos economistas, ante el escándalo suscitado por la rapiña de Durazo y los excesos de los agentes de la Federal de Seguridad --cuyos comandantes dominaban, gracias a su espionaje, amplios segmentos del crimen organizado que después encabezaron como capos-- el nuevo presidente se puso el rutilante traje de La Moralidad, y la emprendió no sólo contra los "íntimos" de su antecesor, sino que desapareció la Federal de Seguridad.
Su campaña moralista sólo llegó hasta Durazo y Díaz Serrano --dejando sin tocar al profesor Hank y a Toledo Corro, entre otros-- y puso en la calle a cientos de delincuentes entrenados en espionaje y conocedores de las cloacas delictivas de México, que hasta entonces estaban sujetos a un férreo mando político. En vez de investigarlos, acusarlos, procesarlos y encarcelarlos, De la Madrid sólo les quitó la placa y dejó que siguieran con sus negocios ilícitos. Fue cuando se inició y creció la ola de secuestros, robos, asaltos e inseguridad general que reina hasta hoy, lo que dio origen a la proliferación del guarurismo y cuerpos de seguridad privada que esos mismos agentes despedidos organizaron, como respuesta a la delincuencia desatada por ellos. Así, los ex-agentes de la DFS crearon un problema que ellos mismos se ofrecían a solucionar.
De nada servían las denuncias en la recién creada Secretaría de la Contraloría, que sólo se dedicó a perseguir a Jorge Díaz Serrano --ex director de Pemex y quien por sus ligas con petroleros texanos informó a López Portillo la certeza de nuevos yacimientos que se le ocultaron a Echeverría--, darle acomodo a un montonal de contadores desempleados y asustar a carteros y burócratas menores sin relaciones de alto nivel. Los grandes tiburones y beneficiarios de la corrupción oficial no sólo permanecieron intocables o con mejores cargos, sino que acrecentaron sus colosales fortunas.
4. Y entonces llegó el salinato, que desde que Carlos Salinas de Gortari andaba en campaña queriendo contrarrestar el tremendo arrastre de Cuauhtémoc Cárdenas en su primer intento presidencial, empezaron a correr filtraciones de que el hermano mayor del candidato oficial había ofrecido "protección" a capos de la droga a cambio de buenos millones de dólares para financiar la campaña priísta.
A "sotto voce" se hablaba del Cártel del Golfo, asentado en Tamaulipas donde "señoreaba" Américo Villarreal Guerra, protegido del profesor Hank González, y el de Tijuana (de los hermanos Arellano Félix), como los que gozaban de amplias simpatías en Los Pinos. Nunca se investigó esas relaciones sospechosas de Raúl Salinas ni las facilidades que obtenía el cártel del Golfo (como cuando cayó una avioneta cargada de cocaína en Tlalixcoyan, Veracruz, y luego nadie sabe, nadie supo en qué terminó) o el de Tijuana en el Pacífico. Pero ambos prosperaron como nunca, mientras sus competidores eran perseguidos ferozmente.
En su momento, ni la Procuraduría de De la Madrid y mucho menos la de Salinas de Gortari atendió denuncia alguna y sí en cambio Salinas modificó el Código Penal para que cualquier denunciante estuviera obligado a presentar pruebas al Ministerio Público, que decidiría abrir o no una Averiguación Previa. De un golpe se protegió al hermano y sus patrocinadores, y se violentó la Constitución General de la República que dispone que corresponde al Ministerio Público investigar las denuncias y recabar las pruebas necesarias, auxiliado por la Policía Judicial, para integrar la averiguación previa y procurar la justicia ante un juez. Desde el salinato y por los intereses oscuros del mismo, la carga de la prueba se le endosó al denunciante, que no dispone de recursos y autoridad para allegarse los elementos probatorios, y teme presentar denuncia y pruebas ante los mismos cómplices del denunciado.
Fue en la época de Salinas y gracias a la protección que le daba a los cárteles del Golfo y Tijuana, que se emprendió la cacería del Cártel de Juárez, comandado entonces por Amado Carrillo Fuentes, "El Señor de los Cielos" (heredero de la mafia de un ex-comandante de la Federal de Seguridad), para quedar bien con la DEA y el gobierno de Washington, y con los compitas del Golfo y Tijuana.
Tan palanqueados estaban, por ejemplo, los hermanos Arellano Félix, que se atrevieron a llegar a la sede misma del Vaticano en México (por intercesión del entonces obispo Emilio Berlié Belaunzarán, hoy arzobispo de Yucatán), con salvoconducto tramitado ante el propio Presidente de la República, para hablar personalmente con el Nuncio y deslindarse del asesinato del cardenal Posada. El entonces Procurador, Jorge Carpizo, se quedó como el chinito: "nomás milando".
Los Arellano Félix y García Ábrego (protegido por Villarreal Guerra y luego por Manuel Cavazos Lerma) permanecieron impunes gracias a sus conectes con el "hermano incómodo" y afianzaron su feudo con la conformación de verdaderos escuadrones de ejecución en Tijuana y en Tamaulipas, donde se afincaron y crecieron Los Zetas, grupo de soldados entrenados como militares de élite por el Ejército y la Armada mexicanos que encontraron en el narcotráfico un buen mecenas compartido con altos políticos. Disfrutaban el dinero y la impunidad.
5. Ernesto Zedillo no quiso tocar las relaciones ilícitas de los Salinas y sí se fue contra el hermano incómodo. Quedaron sin investigar denuncias contra funcionarios del primer círculo salinista y salieron impunes y sonrientes. Eso permitió que los cárteles de la droga relacionados con gente de Los Pinos siguieran boyantes y extendiendo sus redes en Estados Unidos y Colombia, mientras se perseguía y encarcelaba a sus competidores.
Fue precisamente en el sexenio de Zedillo cuando se esfumó Amado Carrillo Fuentes en medio de gran confusión, cayó Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera y supuestamente se desmanteló la banda de los hermanos Valencia, en Colima, dedicada a las drogas sintéticas y anfetaminas. Pero los Arellano de Tijuana y el Cártel del Golfo seguían viento en popa, avanzando a todo motor en su negocio y en su impunidad.
6. Fue el aparato llamado "Amigos de Fox" por donde se colaron grandes ríos de dinero ilícito, producto de triangulaciones y lavado financiero, para facilitar la llegada del PAN, el entonces partido de "la gente decente", a la Presidencia de la República. Su candidato, un oscuro tipo de Guanajuato, prometía "el cambio" y lanzaba ofrecimientos a diestra y siniestra para acabar con toda "la corrupción priísta" y purificar al país como si fuera su Primera Comunión.
Fue durante ese asalto al poder, por las ansias de "sacar al PRI de Los Pinos", que empresarios medianos, hasta entonces más grises que apagados, se subieron a la carreta foxista y aprovecharon las ansias de dinero de Fox para trabar pactos sombríos con los perseguidos del priísmo, a fin de que "el cambio" también los beneficiara a ellos.
No hay más constancia de tales pactos que sus resultados evidentes: La persecución se dirigió contra los Arellano Félix en Tijuana y contra el Cártel del Golfo, cuyo capo --Juan García Ábrego-- fue detenido e inmediatamente extraditado a los Estados Unidos (en abierta violación a la Constitución y las leyes mexicanas), al tiempo que El Chapo Guzmán escapaba del penal federal de "alta seguridad" de Puente Grande, Jalisco, para consolidar su poder que extendió a nuevas ciudades de México, donde se pasea impunemente y cierra elegantes restaurantes, sin que ninguna autoridad civil o militar "se entere" de sus andanzas.
Todo el sexenio de Fox hubo denuncias contra candidatos panistas que se retrataban junto a conocidos narcotraficantes que les financiaban sus campañas; contra gobernadores panistas (como el de Morelos, Sergio Estrada Cajigal) que de inmediato eran exonerados y encubiertos por la misma Secretaría de Gobernación; y hasta contra un Secretario Particular del Presidente de la República (Emilio Goicoechea Luna) que, en vez de ser investigado por sus fotografiados vínculos con narcotraficantes, fue nombrado Embajador en Canadá para conservarle sus buenas relaciones, un buen salario mensual con todos sus gastos pagados... y su enorme impunidad.
El Presidente de la República tenía más ocupado a su Procurador General y al presidente de la Suprema Corte de Justicia en la persecución de su terrible enemigo político llamado Andrés Manuel López Obrador, que en la investigación de las denuncias contra sus hijastros, funcionarios de todo nivel y narcotraficantes favorecidos por el manto de la impunidad oficial.
Durante el propio sexenio foxista hubo denuncias del coyotaje de los hermanos Bribiesca Sahagún (los cachorros de Martita) a favor de narcos, pero de inmediato eran acalladas con el aparato propagandístico oficial y los desplantes declarativos del ranchero enamorado, que salía a extender su palabra divina e inapelable sobre sus entenados. "Son mi familia y son honrados" se atrevió a vociferar el desquiciado padrastro, sin investigación ni prueba alguna que apoyara su dicho. Las dudas que permanecen sobre ellos (Fox, Marta y cacharros) son tan grandes como su impunidad.
7. El espurio "sucesor" de Fox pretendió "legitimarse" en su puesto usurpado dando un manazo a los mismos cárteles perseguidos por el foxiato y relacionados con el PRI, sin tocar a los que se han mostrado tan generosos y espléndidos con el PAN y sus candidatos. Tal medida, publicitada como "Combate al Narco" llevaba la oculta intención de militarizar el país, para inhibir las protestas sociales que, previó la asesoría del Presidente "institucional", se desatarían con la imposición de sus nuevas "reformas estructurales" que su antecesor no pudo llevar a cabo. Como valor añadido estaba el "disciplinar" algún levantisco que nublara los cielos luminosos del nuevo "gobierno constitucional".
Pero la mula le salió respondona. En vez de replegarse, como para dejar que acapare todos los reflectores, los narcos aumentaron sus represalias y la inseguridad social en el país. No hubo problema. El Presidente de facto, más preocupado en consolidar "amarres" con sus apoyos políticos que en verdad sanear al país, propició el grosero desaseo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al exculpar al "gober precioso" de Puebla, Mario Marín, de sus violaciones graves a la Constitución, poniéndole una lupa al revés y maniobrando para imponer medidas draconianas en cambios a la Constitución, para hacer inapelable e ineludible su estado policial y su consiguiente represión a todo movimiento ciudadano en desacuerdo con la política prevaleciente.
La impunidad oficial se vio reforzada por el poder ejecutivo, legislativo y judicial. Los capos captaron el mensaje. Hay que entrarle con "la mordida", generosa y oportuna. Mientras paguen seguirán "protegidos".
Los mismos responsables de la persecución de los delitos han sido denunciados por sus ligas con capos y la protección que brindan (mediante terceros) a los cárteles empanizados. Pero en vez de despedirlos y someterlos a investigación y al proceso subsecuente, el espurio sucesor y continuista del foxiato les da más poder y exige cambiar la Constitución para "blindarlos" contra toda denuncia y acrecentar su impunidad, encomendando al Ejército --entrenado y pagado para tareas muy distintas-- lo que todos sus funcionarios no tienen la menor intención de hacer: perseguir el delito y procurar la justicia.
Los responsables de investigar y recabar pruebas contra los narcotraficantes y el crimen organizado supuestamente hacen una "radiografía" de los cárteles, con nombres, apellidos y fotos de sus jefes... de quienes nunca saben dónde están para detenerlos. Cualquier ciudadano se pregunta, tal vez con ingenuidad: "Si están tan bien informados como para saber quién es quién, ¿por qué carajos no los detienen?"
La única respuesta es IMPUNIDAD, comprada con dinero ilícito que descubrió, en el financiamiento de carreras políticas, el mejor "lavado de dinero" que pueda haber.
A mayor impunidad de unos, mayor impunidad y bonanza de otros.
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