Hace unas semanas Leo Zuckerman nos iluminó con una de sus tesis más turbadas. Escribió sobre la semilealtad del movimiento lopezobradorista hacia las instituciones democráticas. Si los intelectuales están en la obligación de ir en pos de la verdad, y difundirla, parece que con don Leo Z estamos ante un caso de semilealtad intelectual. Veamos por qué:
Sobre los contratos firmados por Mouriño, en su doble calidad de contratista y contratante, cuyas copias fueron mostradas y entregadas por Andrés Manuel López Obrador, en su último espacio periodístico Leo Z dice “…(Mouriño) Fue presidente de la Comisión de Energía en la Cámara de Diputados y subsecretario de Electricidad. Su familia, además, es propietaria de un negocio que tiene franquicias y concesiones de Pemex. "La izquierda ha utilizado este dato para sembrar la duda de los verdaderos motivos de Mouriño.”
¿La izquierda “sembrando dudas”? No, don Leo, la firma de los contratos por parte del hoy secretario de gobernación, cuando era funcionario de la Secretaría de Energía – contratos cuya autenticidad no ha sido negada por nadie- no siembran ninguna duda. Más bien, despejan algunas de ellas sobre el modus operando de la corrupta clase de políticos-empresarios de la cúpula gubernamental. (“fueron sólo ocho millones” dijo aquella vez Hildebrando, como queriendo disculparse).
Luego dice Zuckerman “Para darle credibilidad a esta versión, exhiben contratos donde aparece la firma de Mouriño representando a su empresa al mismo tiempo que era funcionario público. Ya sembraron la duda. Son muchas las voces en los medios que se preguntan si no hay conflicto de interés de que Mouriño negocie la reforma energética”
¿Para darle credibilidad a su versión? Los contratos exhibidos no son solamente creíbles, son absolutamente ciertos. Tan es así, que ni el mismo Mouriño se atrevió a negarlos. El caso concreto, irrefutable, es que Mouriño firmó contratos como empresario, al tiempo que era funcionario de la Secretaría de Energía, bajo el mando de Calderón, quién por cierto ¿Estaba enterado de las correrías de su asesor en jefe?
“Ya sembraron la duda” osa decir Zucketman. Pero, ¿Cuál duda? Si lo que se ha sembrado es la absoluta certeza de que Mouriño, y no solo él, incurrió en conductas que son tipificadas como delitos en diversos ordenamientos legales.
Las instituciones democráticas, o semidemocráticas, siguiendo a Zuckerman, encontrarán la manera de cubrir a Mouriño. No es remota la posibilidad de que Germán Martínez regrese a la Secretaría de la Función Pública a cumplir tal encargo. “Yo no soy ministerio público, yo no juzgo” dijo Ruth Zavaleta (quien, por razones que se han comentado aquí, tiene algunos pelos en la lengua)
También periodistas e intelectuales, con semiverdades y semimentiras, encontrarán la manera de disculpar los delitos de Mouriño y compañía. Al cabo que son sólo semidelitos ¿Verdad semiZuckerman?.
Martín Vélez
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