Carlos Fernández-Vega
¿Pagarían socias de la petrolera la deuda por los Pidiregas?
Año tras año, desde hace ya varios en su consecutiva revisión de la Cuenta de la Hacienda Pública Federal, la Auditoría Superior de la Federación no dejó de advertir, cada vez con mayor énfasis, sobre el notorio cuan complicado nudo financiero que se apretaba en torno al esquema Pidiregas.
A tal grado llegó la entidad supervisora, que su informe 2005 resultó alarmante: Petróleos Mexicanos “hipoteca sus ventas a futuro” para servir la deuda de lo que una década atrás fue calificado de “solución definitiva” a la ausencia de inversión presupuestaria en Pemex. A esas alturas, precisó la ASF, los Pidiregas “constituyen ya 99 por ciento del presupuesto total de la paraestatal”, la cual “está empeñando la facturación de las ventas de petróleo presentes y futuras para respaldar el financiamiento obtenido mediante endeudamiento con el sector privado para la expansión de su infraestructura productiva, estrategia que le ha ocasionado asumir costos excesivos”.
Un año después ya no era 99 sino 100 por ciento, sino es que más, y la ASF de plano reconoció que “no existen recursos monetarios o reservas líquidas para Pidiregas que pudieran utilizarse en un momento dado para solventar el pasivo contingente de esas obligaciones. En adición a esto, en 2006 no se registraron operaciones tendientes a pagar anticipadamente amortizaciones de los proyectos, puesto que no se crearon las reservas líquidas al cierre del ejercicio… En el mediano plazo se prevé una elevada presión financiera sobre las finanzas gubernamentales” derivadas del pago de la amortización de esos proyectos.
La administración Zedillo puso en marcha el endeudamiento vía Pidiregas, la del “cambio” lo incrementó geométricamente y la de la “continuidad” mantiene el mecanismo, justo en el sexenio en el que su servicio (deuda e intereses) alcanza el pico mayor por obras contratadas hasta 2005. En el gobierno calderonista, sin considerar la nueva deuda por él contratada, del erario tendrán que salir alrededor de 865 mil millones de pesos (tres veces más que la suma conjunta, para el mismo fin, erogada en las administraciones Zedillo-Fox) para amortizar capital e intereses de los Pidiregas puestos en marcha hasta el año mencionado, con lo que el sexenio del michoacano, como se ha señalado en este espacio, se convierte en el financieramente más expuesto en este renglón y al que la bomba le ha estallado.
Ahora que desde Los Pinos “promueven” las “asociaciones” con el capital privado para meterle el diente al petróleo nacional y “compartir” el negocio, ¿qué pasaría con la abultada deuda de la “solución definitiva” (Zedillo dixit), de los Pidiregas? ¿Además de las ganancias, los “asociados” compartirían dichos pasivos? ¿Pagarían mitad y mitad, como en el esquema propuesto para las ganancias? Difícilmente los “socios” lo aceptarían, de tal suerte que no es difícil deducir quiénes cargarían con el fardo.
Por ello, vale recordar de qué se trata: los Pidiregas son un “invento” del sexenio zedillista, aplicables para Pemex y la CFE), y puestos a caminar en 1996. En el resto de esa administración, el gobierno erogó 12 mil 340 millones de pesos por amortización e intereses. En 1996, este mecanismo representó menos de 0.1 por ciento del producto interno bruto; en 2005 llegó a 1.9 por ciento del PIB, un incremento de mil 800 por ciento en el periodo. Comparados con la inversión presupuestaria, avanzaron de 0.5 a 50.5 del valor total de la inversión impulsada por el sector público.
Si se compara con lo que vendría, a la administración Zedillo no le fue nada mal, porque a la de Vicente Fox le significó erogaciones cercanas a 260 mil millones de pesos (71 mil de ellos en 2006), 2 mil por ciento más que en la anterior. De ese monto, 40 por ciento correspondió al pago de intereses. Entre 2001 y 2006 el pago de intereses por el concepto referido se incrementó alrededor de mil 400 por ciento (de 6 mil 937 millones de pesos en 2001 a 102 mil 421 millones en 2006).
El adeudo ha crecido geométricamente, pero la administración calderonista deberá hacer pagos por Pidiregas (capital e intereses) cercanos a 825 mil millones de pesos, un monto más de tres veces superior al cubierto por el gobierno del “cambio” y casi 7 mil por ciento mayor al del zedillato, el de la “solución definitiva”, pasivos que a pesar de todo no son reconocido como deuda pública.
En 2006 el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados estimó que la bomba Pidiregas estallaría justo a mediados del presente sexenio, pero todo indica que se adelantó la fecha. A estas alturas, los pasivos por tal concepto acumulan –a precios de 2005– un billón 544 mil 378.5 millones de pesos (80 por ciento en Pemex y 20 por ciento en la CFE). A ese monto hay que agregar 511 mil 382.3 millones de pesos por concepto de intereses por amortización de los proyectos recibidos por el gobierno federal, lo que totaliza 2 billones 55 mil 760.7 millones, que deberán pagarse en un horizonte que concluye en 2041.
Y la cereza la vuelve a poner la Auditoría Superior de la Federación: “se tiene que, contando a partir de 2006, el plazo de vencimiento de los financiamientos contratados (vía Pidiregas) es mayor que los 10.3 años de duración de las reservas (petroleras) probadas o comercialmente explotables”, estimados por la propia paraestatal, es decir, las que generan los dineros para amortizar la “solución definitiva”.
Las rebanadas del pastel
Por lo visto, el “tesoro” enterrado en el Golfo de México ya tiene destinatarios: los acreedores de esos Pidiregas insolutos, o si se prefiere los mismos que se “asociarían” (“acompañarían”, diría Jesús Reyes Heroles González Garza, director general de Pemex) con el gobierno calderonista para explotar el susodicho cuan rebosante cofre. Negocio redondo, sin duda, pero no para la nación.
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