Barómetro Internacional
V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en Perú.
Por Ernesto Tamara.
La V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALC-UE) concluyó el pasado viernes en Lima, Perú, con el compromiso de los mandatarios de arribar a acuerdos para reducir la pobreza y detener el deterioro medioambiental, aunque no se establecieron fechas ni acciones inmediatas concretas. Después, en negociaciones entre la Unión Europea y los bloques del Mercosur y Pacto Andino por separado, quedó de manifiesto, de manera brutal, el egoísmo de las naciones ricas para llegar a acuerdos concretos.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso fue muy claro en la reunión con el Mercosur: "Si no hay concesiones en el ámbito industrial no será posible que los países de la U.E den su visto bueno a reducciones en el ámbito agrícola. Ni dentro de la OMC ni en el marco bilateral".
En plena crisis mundial de los alimentos, Europa se niega a reducir sus aranceles agrícolas y así facilitar el comercio de las naciones subdesarrolladas e incentivar la producción de alimentos en esos países. La codicia europea implicará un aumento de los precios de los alimentos en sus países, pero es un consuelo menor para las naciones que necesitan acceder a sus mercados con precios competitivos.
De Viena a Lima.
La anterior Cumbre Europa América Latina celebrada en Viena, Austria, hace dos años, nos dejó la imagen de la ambientalista argentina protestando en bikini contra la instalación de una planta de celulosa en Uruguay. En el ámbito de los documentos, los países participantes volvieron, como en cada nueva cumbre, a destacar los valores democráticos, adelantar la intención de trabajar por combatir la pobreza, y por primera vez se pronunciaron en conjunto contra la ley norteamericana Helms-Burton.
La reciente declaración de Lima, si bien tiene párrafos calcados de la cumbre anterior, introduce la “voluntad” –a falta de resoluciones concretas- para combatir la pobreza y detener el deterioro del medio ambiente.
No deja ser importante que los casi 60 mandatarios firmantes del documento se hayan planteado lograr los “Objetivos del Milenio”, en materia de lucha contra la pobreza, para 2015, y las metas latinoamericanas adicionales para 2020, aunque habría que recordarles que según los propios organismos de las Naciones Unidas que establecieron los “Objetivos del Milenio” resulta muy difícil, por no decir imposible, alcanzarlos.
Dos elementos claves surgieron entre las dos cumbres y que deben implicar un compromiso mayor de los gobernantes: la disparada de los precios del petróleo y la crisis de los alimentos.
Esto motivó que uno de los puntos de la declaración adelante la preocupación por el impacto del incremento de los precios de los alimentos, llevando a los dirigentes al”compromiso de nuestros países con políticas para la erradicación del hambre y la lucha contra la pobreza”.
La declaración sostiene que”se necesitan medidas inmediatas para ayudar a los países más vulnerables y a las poblaciones afectadas por los altos precios de los alimentos”, aunque no se establece como lograrlo.
”También estamos convencidos que, en el mediano y largo plazo, una respuesta duradera a la crisis actual requiere acciones coordinadas de la comunidad internacional, con miras al fortalecimiento de las capacidades agrícolas y del desarrollo rural, para poder satisfacer la creciente demanda”, y agrega ”tomamos nota del anuncio del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas acerca de la preparación de un Plan de Acción y trabajaremos para lograr resultados concretos en la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial que se celebrará en Roma, entre el 3 y el 5 de junio de 2008. Además apoyamos el desarrollo de la iniciativa "América Latina y el Caribe sin hambre" de la FAO y esperamos con interés los resultados de la Sesión Especial del Consejo de
Derechos Humanos sobre el derecho a la alimentación”.
Propuestas concretas, como las impulsadas por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez previo a la reunión, de crear un fondo para la construcción de viviendas a los sectores más necesitados, ni siquiera entraron en el orden del día.
Antes de partir de Caracas a Lima, el mandatario venezolano propuso aportar un millón de dólares diarios para producir y adquirir viviendas, alimentos y medicina para los pobres, y solicitó que los demás países de América Latina reúnan un capital similar, al menos entre todos, y que las naciones europeas hagan lo mismo para aportar otro millón de dólares al día.
Calculó que en total podrían alcanzar la cifra de mil 95 millones de dólares anuales para facilitar comida, salud y casas dignas a “aquellos países que como Haití viven una crisis humanitaria increíble”.
Agregó que también solicitarán a las naciones desarrolladas de Europa condonar la deuda externa de los estados latinoamericanos, como una demostración de humanidad y conciencia ante los problemas de la región.
Ninguno de estos aspectos fue adoptado por la Cumbre que sólo anunció fomentar “un uso coherente tanto de los recursos públicos como privados, que complementen la cooperación birregional y otros mecanismos internacionales de financiamiento para generar, por medio de la buena y responsable gobernanza y de políticas fiscales adecuadas, programas sociales que conduzcan al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, es decir, nada.
También como en anteriores oportunidades se vuelve a la receta de fomentar el crecimiento para atender las urgencias sociales. En ese plano el documento manifiesta la necesidad de “Preservar y promover políticas macroeconómicas ordenadas y un clima seguro para la inversión, en un marco internacional que permita a nuestros países desarrollar sus capacidades nacionales para la producción de bienes y servicios de valor agregado cada vez mayor, así como la transferencia de tecnología e inversiones”.
E-mail: ernestotamara@gmail.com
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