Marcos Roitman Rosenmann/III y última
El ministro de Asuntos Exteriores Moratinos, en rueda de prensa celebrada en Luxemburgo, declaró una vez concluido su viaje a dicha isla entre los días 2 y 3 de abril de 2007, el primero desde 1988, que “el gobierno español ha mantenido contactos con Estados Unidos antes, durante y después de mi visita a Cuba”. Y será Trinidad Jiménez quien da explicaciones a Thomas Shannon, secretario adjunto para América Latina, a petición de Washington, un mes más tarde. De esta manera satisface los deseos de la subsecretaria de Estado adjunta de Estados Unidos, Colleen Graffy, para explicar las causas de la incomparecencia de Miguel Ángel Moratinos con la disidencia cubana durante su estancia en la isla. Toda una maniobra mediática. En el fondo no había problemas. Si bien Moratinos no lo hizo, el director general para Iberoamérica, Javier Sandomingo, se reuniría con la llamada disidencia el 4 de abril. Este ejemplo muestra como ambos partidos encuadran su discurso bajo un mismo patrón cuando se trata de Estados Unidos y América Latina. Sólo hay matices. Ciertamente importantes, pero matices. Así, cuando el PSOE presenta su balance de las relaciones con América Latina en la legislatura 2004-2008, une dicha relación con Estados Unidos. “Con Estados Unidos compartimos una larga tradición de cooperación, confianza y entendimiento mutuo bilateral en áreas como el comercio, la cultura, la educación, el terrorismo, la educación, la investigación o la lucha contra el terrorismo, que los y las socialistas queremos mantener y potenciar. Estados Unidos y España son socios y aliados, y su desacuerdo puntual no puede ocultar el tejido de sus estrechas relaciones a todos los niveles... Superado el desencuentro en torno a Irak, el gobierno socialista ha intensificado las relaciones”. De esta manera, es necesario para el periodo 2008-2012 “la creación de un área trasatlántica de integración entre la Unión Europea y Estados Unidos. Y debido al triangulo de relaciones entre España, Estados Unidos y América Latina, nos proponemos desarrollar una cooperación con Estados Unidos en sintonía con los estados latinoamericanos”.
Igualmente, resulta jocoso que el subsecretario de Relaciones Internacionales del Partido Popular, Jorge Moragas, vierta elogios a la secretaria de Estado para Iberoamérica. “Su partido concede un margen de confianza a Jiménez a la espera de que sus labores se traduzcan en una mejora de las relaciones entre España y esa región del mundo... La dirigente socialista en más de una ocasión ha defendido posiciones distintas a las de Moratinos... La posición de Jiménez sobre Cuba se ha mostrado más abierta a la necesidad de reformar el régimen de Castro”. Son viejos conocidos. Mientras fungió como encargada de relaciones internacionales del PSOE, el 5 de diciembre de 2005, emitió un comunicado condenando la “persecución política a la oposición socialdemócrata cubana. Manifestando su apoyo a la coalición progresista y deplorando los actos del régimen cubano”. No hay que olvidar que Jiménez es miembro de la Trilateral desde 2001 y anteriormente ejerció cargos dentro del organigrama de la cooperación estadunidense.
Será el talante progresista del PSOE o neoconservador de la derecha el arco en el cual se dirima la política exterior. Si el PSOE criticó en 2003 la pérdida de liderazgo de la política exterior en la región, en 2007 el Partido Popular hará lo mismo. Sus argumentos, apoyar a gobiernos definidos populistas y defensores del socialismo del siglo XXI. Un peligro para Occidente, la libertad individual, la gobernabilidad, la economía de mercado y un riesgo donde anida el terrorismo internacional. España no puede aliarse con tales regímenes. Ecuador, Venezuela, Bolivia y Nicaragua caen en este saco. Tras el viaje de Moratinos a Cuba, la crítica incluye la traición. Se rompió la política de aislamiento internacional del régimen “castrista”. Los argumentos van y vienen. Son maleables, chovinistas y emergen en tiempos electorales.
Sin embargo la verdadera política exterior se mueve bajo la razón de Estado. Subsume a la corona, las inversiones del capital privado y estatal, la política migratoria, la cooperación, la venta de armas y la ayuda al desarrollo. Su práctica presupone un pacto. Entre sus actos destacamos que el gobierno español del PSOE fue el primero en reconocer a Felipe Calderón, presidente ilegítimo de México en 2006, en apoyar la relección de Uribe en Colombia, en seguir expulsando a cientos y miles de latinoamericanos durante su legislatura, en amparar las acciones desestabilizadoras e ilegales de las empresas multinacionales Repsol, Endesa, Telefónica, BBVA, Santander, bajo el criterio de razón de Estado. En este sentido, el Partido Popular asiente y aplaude. Bajo esta óptica, el consenso nunca se ha roto. Lejos quedan los años en que el PSOE apoyaba las luchas antioligárquicas y democráticas de los pueblos latinoamericanos por la autodeterminación, la liberación nacional, anticapitalistas y antimperialistas.
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