“Cardenal, absuélvame desde allá”
(De macrolimosnas entre mentadas)
Fervorín del gobernador de Jalisco Emilio González Márquez (24 de abril de 2008)“Yo tengo poco de gobernador, pero a lo mejor ya se dieron cuenta que a mí lo que algunos poquitos dicen me vale madre, así de fácil. Yo sé lo que se tiene que hacer en Jalisco. Déjenme decirles que yo estoy comprometido con este movimiento y que traigo aquí un pinche papelito que dice Gobierno del Estado de Jalisco, Secretaría de Finanzas. Óscar (García Manzano, secretario de Finanzas), ¿dónde andas? Hasta que, cabrón, hiciste algo bueno por Jalisco. Martín Hernández (secretario de Desarrollo Humano), felicidades, chingao, ya hacía falta. Este es un cheque. No me importa, me cai. Don Juan (Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara), absuélvame desde allá. Además, estamos haciendo un buen desmadre, don Juan, ¿si o no?“Aquí hay un cheque, el 419 mil 240, cabrón, a nombre de la Asociación Mexicana del Banco de Alimentos, Asociación Civil. En donde dice… don José Luis vente acercando si no me lo quedo… que aquí hay 15 millones de pesos del pueblo. No es mío, ¿eh? No los tengo yo. Ricardo, Luciano, vénganse amigos.“Este cheque es del pueblo, no es mío, yo no los tengo, yo tengo 15 millones de pesos. Pero, ¿saben qué? La gente votó por mí, la gente en su mayoría votó porque yo haga realidad lo que me comprometí en la campaña, y me vale madre si a algunos periódicos no les gusta. La gente votó por mí.“El compromiso que yo he asumido de apoyar a los que trabajan porque no haya hambre en nuestro estado, porque no haya gente que sufra porque no sepa lo que es comer tres veces al día.“Y no me refiero al niño porque el niño, la verdad, con una galleta de animalitos, pero al papá, cómo engañas al papá del dolor que siente de no alimentar a su hijo.“Digan lo que quieran. Digan lo que quieran. Perdón, señor cardenal, ¡chinguen a su madre! Yo estoy para cumplir un compromiso ante mí mismo, ante mi conciencia.”De la puerilidad como tesis de doctoradoHablar niñando, la expresión aplicada a una estrategia poética, se extiende de modo inmejorable al sentido actual del cabroñol, la técnica que le atribuye virtudes de franqueza o desinhibición a lo que no es sino la reiteración de algunos descubrimientos de la primera madurez (entre los 6 y los 10 años de edad). Así es, la memoria de los adultos se solaza evocando el poder humorístico y –¿quién quita?– catártico de lo que, cuando había más vocablos a la disposición de las personas, hacían las veces de las malas palabras. En esa celebración de los hallazgos de la educación primaria disponen de un valor resonante un grupo de voces: carajo, chingada, pinche, cabrón, chinga tu madre. ¡Oh estremecimiento de la audacia! ¡Oh revelaciones del alcance dinamitador de los vocablos! ¡Oh patrimonio de la infancia!Ante el cardenal Juan Sandoval Íñiguez el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez (24 de abril de 2008), criticado por los 90 millones que cederá por su cuenta pero no de su peculio al Santuario de Mártires, se alegró al extremar la santa provocación y regalar así nomás 15 millones de pesos al Banco Diocesano de Alimentos dependiente del Arzobispado de Guadalajara, culmina su homilía de la entrega del cheque al Banco Diocesano. En su discurso, don Emilio se lanzó con un solemnísimo: “Digan lo que quieran. Digan lo que quieran. Perdón, señor cardenal, ¡chinguen a su madre! Yo estoy para cumplir un compromiso ante mí mismo, ante mi conciencia”. Y antes, dirigiéndose también al cardenal Juan Sandoval Íñiguez, por lo visto más su asesor lingüístico que su confesor espiritual, le señala a Martín Hernández, su secretario de Desarrollo Humano: “Hasta que, cabrón, hiciste algo bueno por Jalisco, felicidades, chingao, ya hacía falta. Este es un cheque. No me importa, me cai Don Juan (Sandoval), absuélvame desde allá. Además, estamos haciendo un buen desmadre, don Juan, si o no?”Muy probablemente sí, si por desmadre se entiende digamos la reducción del idioma a sus mínimos disponibles. Al día siguiente, el gobernador le pide perdón a los jaliscienses por expresarse así, pero en rigor no tenía por qué. Su disculpa es típica por dos motivos: a) oculta el tema central, no las minimentadas sino las macrolimosnas; b) opta por adular a su feligresía que fue su clientela que fue su electorado:“Anoche me ganó la emoción, utilicé un lenguaje inapropiado, indigno de Jalisco, no digno de un gobernador. No suelo hablar así, no es la educación que recibí, no es el ejemplo que quiero dar a mis hijos, ayer me equivoqué. Si de algo sirve, ofrezco una disculpa a Jalisco, no puede tener un gobernador con ese léxico, ofrezco una disculpa a quienes estaban en el evento, a quienes lo organizaron y a quienes se hayan sentido ofendidos. Espero tener la oportunidad, con los hechos, de hacerme merecedor de que acepten esta disculpa” (24 de abril de 2008).¿Cuál es el lenguaje digno de Jalisco? ¿Acaso el utilizado por González Márquez no es el propio de Jalisco y del resto del país casi a todas horas? ¿De veras él no suele hablar así? (Si atendemos a su récord oral, lo que sí no dicen nunca sus palabras de la índole de prosopopéyico, ubérrimo y estípite.) ¿Que la educación informal, chingaos, no existe en la Perla de Occidente y alrededores? ¿Y qué define al gobernador: su léxico o su uso incontinente del presupuesto a su cargo cada vez –acudo a sus expresiones– que le da su pinche gana? ¿Quiénes se llaman a ofensa: los que protestan por la dilapidación mocheril o los que temblaron al saber que un alto funcionario dijo: “Chinguen a su madre”? El gober piadoso se esconde tras “el hablar niñando”, por supuesto ajeno a su personalidad oral, él respeta a sus menores y por eso se disculpa con sus hijos, pero hasta allí su arrepentimiento.
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Hablar niñando… ¿Cuándo y por qué se extravió o se difuminó la antigua y sonora retórica de los políticos? Interviene aquí desde hace décadas el descenso en la calidad de la enseñanza (por lo común privada, la clase gobernante ya no proviene de escuelas públicas), el valor mínimo adjudicado a la lectura, el ascendiente de la televisión comercial que monopoliza el tiempo libre, porque a nadie en su sano juicio –sería la moraleja– se le ocurre leer para acrecentar su vocabulario.
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Todos los ciudadanos de Jalisco fueron niños y todos, aunque cada vez en menor medida, experimentaron en sus años premozos el vértigo o la sensación tan particular de decir chingada o carajo, y por eso exagera don Emilio al disculparse de su regresión a las fuentes primarias del habla, y más bien tendría que sonrojarse por su puntual alejamiento de los sinónimos. Imagínenlo: discutiendo con el espíritu de Miguel Cervantes: “Cuando quiero exhibir mi desprecio y mi enojo digo: ‘Chinguen a su madre’, si no, ¿qué hago? ¿Los envío a la refundación del pacto original con Eva, la del Edén? ¿Les exijo que por un rato se devuelvan al seno materno y se solacen con la nada? Esto se ve complicado, además yo no diría esto jamás, ah pa pinches licencias que se toma a mi costa el autor de este artículo. Yo les diría, incansable, ¡chinguen a su madre!”
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En su ensayo clásico, La política y el idioma inglés (1946), George Orwell afirma: “Un escritor escrupuloso, en cada frase que escribe, se hará por lo menos cuatro preguntas: ‘¿Qué estoy tratando de decir? ¿Con qué palabras lo expresaré? ¿Qué imágenes le darán más claridad? ¿Es esta imagen lo suficientemente fresca como para que tenga un efecto?’”. Si cambiamos escritor por político y disminuimos el énfasis en lo verbal, de cualquier manera este cuestionario ya no funcionaría, un político más bien quiere resolver o que le resuelvan otras interrogantes: “¿Qué no estoy tratando de decir? ¿Por qué dicen que no digo nada como si yo tratara de decir algo? ¿Por qué pretenden que me explique cuando lo que verdaderamente quiero es irme? ¿Por qué me voy a preocupar del efecto de mis palabras cuando lo que a los jaliscienses les debería interesar es el efecto de mis acciones, las que de cualquier modo no pueden evitar?”Exagero, las preguntas del cinismo ya también pasaron de moda. El “hablar niñando” cuenta entre sus adeptos a la mayoría de los políticos, los empresarios y –Dios no lo quiera– los clérigos confianzudos, vaya que no se afligen por cómo hablan, están seguros de que sólo así se les capta la onda, ni modo güey.“Todo está bien menos los herejes”La defensa del Gober Dadivoso era previsible, no así la pobreza de los argumentos. Según la Arquidiócesis Primada de México (La Jornada, 27 de abril de 2008) “las muestras de inconformidad por la entrega de recursos públicos al Santuario de los Mártires y al Banco de Alimentos Diocesanos pone en evidencia la falta de madurez democrática para entender que es posible la colaboración del gobierno, no sólo con la Iglesia católica sino con otras entidades que buscan el bien de las personas”. Buscan el bien las televisoras privadas, MTV, Expo Guadalajara, etcétera. A otras “entidades religiosas” no se les ha dado nada.Continúa Hugo Valdemar, vocero histórico de la Arquidiócesis. “Ese tipo de actitudes de intolerancia hacia la iglesia católica manifiestan inmadurez y gran miedo de esa gente jacobina hacia el Estado laico y es contradictorio porque lo que rige a éste es la tolerancia y la apertura”. La lógica suele ser guía de razonamiento y no únicamente la materia que se cursa como se puede. Muy probablemente, el padre Valdemar considere astuta su maniobra, de disculpa, al desafío intemperante de González Márquez lo llama “inmadurez y miedo de esa gente jacobina hacia el Estado laico”.¿Qué entiende Valdemar por “Estado laico”, la entrega de donativos a un cardenal que bien podría conseguirlos con su feligresía empresarial, o la promesa al clero de Vicente Fox y Felipe Calderón de que se les concedería “la libertad religiosa”, que según ellos y por lo visto, no existe? ¿Por qué no denuncian esta anomalía? Resulta cansado el método de la derecha en temas de política, de libertades civiles y criterios gubernamentales; al negarse a oír a los otros se enteran en la calumnia y en la repetición de sus pobrísimas tesis. El cura Valdemar insiste: “(en el país) hay un gran jacobinismo y odio a la Iglesia católica”. No exagere, mon pere. Hay movilizaciones y críticas a favor del Estado laico, y hay críticas al comportamiento de representantes de la Iglesia católica y de las tesis que enarbolan. Odio no se percibe, indignación intelectual y moral ante su oposición a un buen número de libertades civiles, sí.
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¿A quiénes beneficia “el Estado laico” (versión Norberto Rivera) del gobernador de Jalisco? De acuerdo a las cifras manejadas por el Movimiento Ciudadano por la Defensa del Dinero Público y el Estado laico, desde el 1 de marzo de 2007, fecha del arribo a uno de sus dos puestos, el civil, González Márquez ha comprometido o entregado del presupuesto público al menos 401.5 millones de pesos (Nota de Juan Carlos G. Pereda, La Jornada, 27 de abril de 2008). Entre otras andanadas cautivas (las macrolimosnas de un solo track), el Gober Piadoso ha considerado otros 90 millones de pesos para invertirlos entre 2008 y 2010 en la Ruta del Peregrino, un camino entre cerros que iniciará en Ameca y culminará en el Santuario de la Virgen de Talpa; y 1 millón de pesos para remodelar el templo de Yahualica, el pueblo natal del cardenal Sandoval Íñiguez.“Miré las bardas de la patria mía”El Partido Acción Nacional ha intervenido pugilísticamente en defensa de González Márquez. Primero en el Congreso local, y luego como la agrupación muy conservadora que en un momento de desvarío pretendió ser de centro-izquierda. Germán Martínez, líder histórico del PAN, declara: “(Las donaciones pías) son legales si están contempladas en el presupuesto. Todo gobierno democrático está sujeto a la rendición de cuentas y si las aportaciones a la Iglesia católica están previstas en el presupuesto, están bien ejercidas; si no es así, los diputados tienen competencia para hacer rendir cuentas sobre el caso”. No están en el Presupuesto de Egresos 2008 del gobierno de Jalisco ni tampoco aparecen en el Plan Estatal de Desarrollo de este año (Notimex, 1 de mayo de 2008). Eso lo debe saber puntualmente el líder moral del PAN, en este caso ansioso de ganar tiempo a favor del olvido. También, Germán Martínez recuerda que el jefe de gobierno López Obrador le cedió a la Basílica de Guadalupe una extensión grande de terrenos. Eso tampoco benefició al Estado laico.
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30 de abril de 2008. Guadalajara, Jalisco. Algunos automóviles, más de los que uno supondría, traen cartulinas: “Etilio. Chinga la tuya”. La indignación explicable no prescinde del hablar niñando. En los postes hay engomados casi episcopales: “Viva Emilio. Viva Cristo Rey”. Varios integrantes del movimiento en defensa del Estado laico insisten en las infracciones a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. Eso para empezar.30 de abril. Morelia. El cardenal Juan Sandoval se regocija: “Ya quisiera ser el gober. Háganmela buena por aquello del sueldo. Que me la hagan buena… (la Iglesia y el Estado) estamos separados y no separados. Los que proveen al Estado proveen a la Iglesia. Somos los mismos. Cada araña con su hebra”.30 de abril. Ciudad de México. El PAN cede porque no le queda otra, y los ocho partidos de la Cámara de Diputados aprueban pedirle a la Secretaría de Gobernación y a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) una investigación sobre los regalos a la Iglesia católica (la Macrolimosna, como se le bautizó mediáticamente) del gobernador de Jalisco. Don Emilio insiste: “Los donativos crearán empleos en Jalisco”. Uno de ellos podría ser el del gobernador de la entidad, ahora por lo visto vacante. l
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