Mujeres al IFE y cuota de género
Irma Eréndira Sandoval
cecilia lavalle
México, D.F., 12 de junio (apro-cimac).- Y retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir de la exigencia de cuotas de género. Basta que se escuche la frase para poner a la defensiva a más de tres. Se ponen las armaduras, enfundan la espada y se atrincheran en el castillo ideológico donde los caballeros ocupaban su lugar y las damas el suyo, que no era, ni de lejos, hacerse un espacio en el poder.Poder es una palabra que se asocia con lo masculino, tanto como cocina se asocia con lo femenino. Por eso y por mucho más que eso, tradicionalmente no se piensa que las mujeres sean capaces de tomar decisiones o detentar poder (a menos, claro, que sea en el hogar).Imaginemos, por ejemplo, que usted desea viajar a Europa. Más de doce horas de vuelo y la mayor parte de ellas sobre el océano. Si supiera que el avión será piloteado por una mujer, ¿tomaría ese vuelo?En realidad usted jamás pregunta el nombre, experiencia y horas de vuelo del piloto cada vez que toma un avión, ¿verdad? Sin embargo, a la mayoría de las personas, acaso incluido usted, le bastaría saber que la pilota es mujer para que dude de su capacidad y talento, algo en lo que confía de antemano tratándose de un varón.La futbolista Iris Mora decía que cuando una mujer sale al campo de juego pareciera que de antemano perdiera 2-0. Así es, en cualquier ámbito que haya sido tradicionalmente ocupado por varones, las mujeres perdemos 2-0 antes de empezar el juego. Porque de entrada se duda de nuestra capacidad, talento y experiencia.Por eso algunas mujeres defendemos el concepto de “cuotas de género”. Es decir, la asignación obligatoria de espacios para mujeres. Espacios que, de lo contrario, no lograría ocupar una mujer, simplemente porque se piensa, a priori, que no es lo suficientemente capaz, talentosa o experimentada. Así, las cuotas de género son una conquista de las mujeres para nivelar el terreno de juego. De ninguna manera buscamos que se llegue al cargo sólo (subrayado) por ser mujer. Volviendo al ejemplo, no deseamos que una mujer sólo por serlo pilotee el avión que cruzará el océano. ¡Eso es ridículo! Obviamente deberá estar tan calificada como cualquiera que vaya pilotear un avión que cruzará el Atlántico. Lo que las cuotas de género buscan evitar es que, una vez lograda la calificación de excelencia requerida, su condición de mujer la deje fuera.Este ejemplo vale para el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE), órgano que, en esencia, debía ser democrático y, por tanto, equitativo. La Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados se encuentra en la fase de entrevistas de los 75 aspirantes al cargo que pasaron el primer filtro, entre quienes se encuentran 20 mujeres. Deberá seleccionar en esta etapa a tres consejeros (en febrero nombró a tres y en 2010 deberá seleccionar a la última terna). Por eso se han dejado escuchar las voces que exigen se respete una cuota de género, mediante la cual al menos se conservaría el número de consejeras que había antes de iniciar con estos relevos escalonados, es decir, tres. Y por eso también esta semana se ha escuchado el rechinar de las armaduras. “No hay ningún requisito legal que lo establezca”, dijo en referencia a las cuotas de género el diputado panista Diódoro Carrasco, presidente de la Comisión de Gobernación.Lo cual da la razón a quienes deseamos una legislación precisa al respecto, porque actualmente se obliga a los partidos políticos a postular a no menos de 30% de un género distinto al mayoritario, pero no es así con los órganos electorales. El diputado Carrasco, políticamente correcto, aprecia “la necesidad política y social de procurar que en este organismo estén bien representados los dos géneros”, aunque muestra su ignorancia al señalar que “sería una mala decisión que se escogiera a quien no satisficiera los requisitos formales pero colmara la necesidad de contar con mujeres en el Consejo”.No será ese el problema, dado que veinte mujeres ya pasaron los requisitos formales, y entre ellas hay candidatas de primerísimo nivel, con los conocimientos, la experiencia y un claro compromiso de género. Ahí están Blanca Olivia Peña e Irma Eréndira Sandoval, por citar sólo dos.Sin embargo, esa postura pudiera ser un impedimento. Durante la entrevista, el diputado Carrasco preguntó qué opinaban de las cuotas de género. Pregunta que, curiosamente, no hizo a los varones.
cecilia lavalle
México, D.F., 12 de junio (apro-cimac).- Y retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir de la exigencia de cuotas de género. Basta que se escuche la frase para poner a la defensiva a más de tres. Se ponen las armaduras, enfundan la espada y se atrincheran en el castillo ideológico donde los caballeros ocupaban su lugar y las damas el suyo, que no era, ni de lejos, hacerse un espacio en el poder.Poder es una palabra que se asocia con lo masculino, tanto como cocina se asocia con lo femenino. Por eso y por mucho más que eso, tradicionalmente no se piensa que las mujeres sean capaces de tomar decisiones o detentar poder (a menos, claro, que sea en el hogar).Imaginemos, por ejemplo, que usted desea viajar a Europa. Más de doce horas de vuelo y la mayor parte de ellas sobre el océano. Si supiera que el avión será piloteado por una mujer, ¿tomaría ese vuelo?En realidad usted jamás pregunta el nombre, experiencia y horas de vuelo del piloto cada vez que toma un avión, ¿verdad? Sin embargo, a la mayoría de las personas, acaso incluido usted, le bastaría saber que la pilota es mujer para que dude de su capacidad y talento, algo en lo que confía de antemano tratándose de un varón.La futbolista Iris Mora decía que cuando una mujer sale al campo de juego pareciera que de antemano perdiera 2-0. Así es, en cualquier ámbito que haya sido tradicionalmente ocupado por varones, las mujeres perdemos 2-0 antes de empezar el juego. Porque de entrada se duda de nuestra capacidad, talento y experiencia.Por eso algunas mujeres defendemos el concepto de “cuotas de género”. Es decir, la asignación obligatoria de espacios para mujeres. Espacios que, de lo contrario, no lograría ocupar una mujer, simplemente porque se piensa, a priori, que no es lo suficientemente capaz, talentosa o experimentada. Así, las cuotas de género son una conquista de las mujeres para nivelar el terreno de juego. De ninguna manera buscamos que se llegue al cargo sólo (subrayado) por ser mujer. Volviendo al ejemplo, no deseamos que una mujer sólo por serlo pilotee el avión que cruzará el océano. ¡Eso es ridículo! Obviamente deberá estar tan calificada como cualquiera que vaya pilotear un avión que cruzará el Atlántico. Lo que las cuotas de género buscan evitar es que, una vez lograda la calificación de excelencia requerida, su condición de mujer la deje fuera.Este ejemplo vale para el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE), órgano que, en esencia, debía ser democrático y, por tanto, equitativo. La Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados se encuentra en la fase de entrevistas de los 75 aspirantes al cargo que pasaron el primer filtro, entre quienes se encuentran 20 mujeres. Deberá seleccionar en esta etapa a tres consejeros (en febrero nombró a tres y en 2010 deberá seleccionar a la última terna). Por eso se han dejado escuchar las voces que exigen se respete una cuota de género, mediante la cual al menos se conservaría el número de consejeras que había antes de iniciar con estos relevos escalonados, es decir, tres. Y por eso también esta semana se ha escuchado el rechinar de las armaduras. “No hay ningún requisito legal que lo establezca”, dijo en referencia a las cuotas de género el diputado panista Diódoro Carrasco, presidente de la Comisión de Gobernación.Lo cual da la razón a quienes deseamos una legislación precisa al respecto, porque actualmente se obliga a los partidos políticos a postular a no menos de 30% de un género distinto al mayoritario, pero no es así con los órganos electorales. El diputado Carrasco, políticamente correcto, aprecia “la necesidad política y social de procurar que en este organismo estén bien representados los dos géneros”, aunque muestra su ignorancia al señalar que “sería una mala decisión que se escogiera a quien no satisficiera los requisitos formales pero colmara la necesidad de contar con mujeres en el Consejo”.No será ese el problema, dado que veinte mujeres ya pasaron los requisitos formales, y entre ellas hay candidatas de primerísimo nivel, con los conocimientos, la experiencia y un claro compromiso de género. Ahí están Blanca Olivia Peña e Irma Eréndira Sandoval, por citar sólo dos.Sin embargo, esa postura pudiera ser un impedimento. Durante la entrevista, el diputado Carrasco preguntó qué opinaban de las cuotas de género. Pregunta que, curiosamente, no hizo a los varones.
Mi pregunta es: si hay dos aviones, uno piloteado por un hombre y otro por una mujer, ambos con magnificas credenciales, ¿cuál vuelo tomaría usted, diputado Carrasco?
Comentarios: cecilialavalle@hotmail.com
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