Turismo sexual
Condoleezza Rice vive en una casa de cristal
Jean-Guy Allard
Granma
El Departamento de Estado pretende ignorar que la red norteamericana de pornografía en Internet es el destino sexual más extenso del mundo y es parte de una industria del sexo cuyas ganancias alcanzan más de 15 000 millones de dólares.
Mientras Condoleezza Rice se hace la virgen ofendida al pegar a los países que le conviene la etiqueta infamante de destino sexual, la producción norteamericana de pornografía "en línea" que inunda al mundo, alcanza niveles récords de ingresos, paralelamente a su comercio interno del sexo. Y en esta actividad que pretende ignorar el púdico Departamento de Estado, Miami se encuentra en primera fila.
Un informe, publicado por el Science Medicine Journal el 19 de junio del 2007, establecía en unos 13 620 millones los ingresos de la industria pornográfica norteamericana para el 2006.
Las proyecciones para el 2007 sobrepasaban los 15 000 millones.
Según el muy serio sitio web de estadísticas Top Ten Reviews, el país de Condoleezza Rice produce el 89% de todo el material porno difundido mundialmente.
Desde Estados Unidos se introduce y comercializan anualmente en Internet unos 15 000 nuevos videos, vendidos en (y no es un error tipográfico ni una exageración) 244 661 900 páginas de la web.
Tan importante es el comercio del sexo (que Condoleezza Rice supuestamente ignora) que justifica la existencia de una publicación sobre el tema, Adult Video News, que analiza diariamente las últimas novedades del marketing del sexo y las nuevas tendencias del mercado como si se tratara de movimientos de la bolsa de valores.
Si la Secretaria de Estado lo desconoce, sus asesores le pudieran informar de que la industria de la pornografía estadounidense es solo la parte universalmente visible de un negocio que se extiende a los servicios de prostitutas comercializados en los diarios, entre los cuales hay muchos rotativos que se pretenden serios, cientos de semanarios aparentemente decentes, una gama infinita de revistas, distintos canales televisivos —incluso de los hoteles donde se alberga— y los cabarets y bares especializados que pululan desde Nueva York hasta Las Vegas.
Todo el mundo lo sabe pero la Casa Blanca se tapa la vista. Las Vegas es el más famoso destino sexual del país, con una enorme población de las llamadas trabajadoras del sexo mientras, a unos kilómetros, prospera el más antiguo prostíbulo de la nación, el Chicken Ranch, radicado en el municipio de Pahrump, Nevada, desde hace más de un siglo.
Tan potente es el comercio del sexo en Estados Unidos que un representante demócrata de la Asamblea de California, Charles Calderón, intenta, sin éxito, hacer adoptar una ley que impondría un impuesto especial sobre las ventas digitales de material pornográfico.
Hace unos días, regresó al ataque con un propuesta para un "tax" del 25% sobre las películas de sexo compradas en la web, "para ayudar a colmar el déficit de 25 billones" de este estado de la Costa Oeste.
Valora el político que su idea tendrá esta vez más éxito al convertir la industria carnal en "partner" del gobierno, y los consumidores del mundo entero en contribuyentes de este estado norteamericano.
MIAMI, NÚMERO UNO
Según el sitio Top Ten Reviews, Miami se ha convertido en la sexta ciudad predilecta de los fabricantes de pornografía de todos los géneros en Estados Unidos, después de Los Ángeles, Las Vegas, Nueva York, Chicago y San Francisco.
Sin embargo, en el mercado de videos de sexo destinados a la web, la ciudad de Florida tiene el número uno.
Se sabe en los círculos especializados de Miami que varias grandes torres de exclusivos condominios de la costa esconden verdaderas fábricas de videos porno que reclutan cientos de mujeres, en su mayoría inmigrantes necesitadas o drogadictas desesperadas. Algunas se aparecen directamente del aeropuerto, contratadas en otras ciudades, por empresarios a través de la propia red de redes.
Hay sitios web que se inspiran en la tradicional fama de la Calle 8 como "zona rosa" con su larga fila de moteles destinados a actividades supuestamente ilícitas.
De manera evidente, el cuerpo policiaco federal y el propio Estado han renunciado a combatir la multimillonaria industria, limitándose a perseguir consumidores de pornografía infantil. Con dinero baila el perro, decía mi abuela.
Al atacar a otros países denunciándoles, de manera difamatoria y con intenciones esencialmente políticas, Condoleezza Rice camina sobre un terreno bien escabroso. La secretaria de Estado del también resbaloso George W. Bush debía saber un viejo dicho que perfectamente viene al caso: cuando se tiene casa de cristal no se lanzan piedras.
En un país invasor y genocida, una sociedad decadente que ha sido conducida al abismo de la mentira, del consumismo y de la violencia, por fuerza está afectada en sus potencialidades y es lógico que muchos de sus habitantes tengan una sexualidad perversa porque no saben ejercerla de manera saludable y amorosa.
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