Hace una semana me asaltaron en un cajero automático en la calle de Fuencarral a unos pasos de la glorieta de Bilbao a las cuatro de la tarde. Uno se preguntaría de entrada como puede darse un asalto en un lugar tan transitado y a esa hora. Pues sí en cualquier momento y lugar puede suceder.
Fueron dos niñas rumanas una de trece años y otra como de once. Una vez que había metido la clave comenzaron a acercarse cada una por distinto flanco. La mayor, fingiendo que no hablaba español me decía: “Tarjeta pu’ come, pu’ come”, reiteradamente. Y no paraban de acercarse las dos. Yo les decía que no se acercaran pero no hacían caso. Hasta que llegaron hasta mí. Forcejeaba con la mayor que hacía como que quería arrancar mi tarjeta y se puso del lado de donde sale el dinero. Mientras la pequeña con toda tranquilidad apretó la teclas y hasta la que señala 300 euros. Luego con un periódico tapó la ranura por la que sale el dinero. Yo seguía forcejeando con la mayor y daba voces de auxilio. Pero la gente tarda en reaccionar. El dinero desapareció bajo el periódico. La gente ya se había acercado, yo pude detenerlas y no permitir que escaparan. Llamamos a la policía.
Mientras llegaba pude observar que las dos niñas estaban muy tranquilas. Cuando alguien increpó a la mayor, ella con toda serenidad dijo que era para comer. Me sorprendí de que su actitud era de absoluta convicción de que había hecho lo que tenía que hacer, lo que debía. No estaba asustada (la menor tampoco), ni sentía vergüenza, hasta había cierta expresión de desprecio a quienes las habíamos detenido.
Llegó la policía y fuimos a la comisaría. Revisaron a las dos, ya no traían el dinero. Puse la denuncia, sin la menor esperanza de recuperar nada.
Los policías me dijeron que ese día se habían registrado alrededor de 25 casos en esa sola comisaría, que era muy común y que sólo esas dos habían sido detenidas. Pero como son inimputables no se les hace nada. Van a un centro y al día siguiente salen libres a continuar con su trabajo de asaltar. La policía sabe que hay redes de niños y niñas rumanos de trece años para abajo que los traen como a los seis años y los entrenan para robar. Lo hacen hasta los trece años, mientras son inimputables y regresan a su país. Y uno se preguntaría porqué la policía no responsabiliza a los padres o protectores, me dijeron que es muy difícil comprobarles nada.
No he dejado de pensar en esto.
1) Estos niños piensan que su única posibilidad de sobrevivir es robar. Y tienen razón. Están bajo la tutela de personas que les enseñan este oficio, y les obligan a trabajar en eso como pudiera ser en una fábrica. Si no trabajan no comen. El trabajo consiste en robarle a la gente que tiene dinero en un cajero. Eso es lo que tienen que hacer. Otros están en la prostitución. Estas niñas son privilegiadas nomás tienen que robar o quién sabe si después las metan en el otro negocio. De cualquier forma robando deben ser menos horas que los que están en fábricas.
2) Los padres o protectores han encontrado esta forma de vida porque seguramente no tienen valores morales, educación, ni posibilidades de trabajo honrado para ganarse la vida. Encontraron que explotar a lo niños era una forma de sobrevivir.
3) En un mundo de desigualdad y de falta de oportunidad, a muchos no les queda más que afiliarse a una banda de ladrones, de prostitución o de narcotráfico para sobrevivir. Incluso son buenos negocios.
4) La gente de clase media como yo que ha trabajado toda su vida porque de casualidad le tocó nacer en una familia que le dio educación y tuvo oportunidad de trabajar, está expuesta a que la asalten. Y nadie nos protege. La policía no puede porque la ley no tiene los mecanismos, porque pueden estar amafiados o porque simplemente no les importa. Tuve suerte, no salí herida ni muerta del atraco.
5) Llevé al banco BBVA mi denuncia porque la policía me dijo que éste tiene cierta responsabilidad, el cajero está a la calle, no tiene cámara ni ningún tipo de seguridad. Veré que me responden, pero dudo que obtenga algo, ya lo reportaré en este medio.
6) Es decir, a la clase media y a la clase trabajadora la atacan dos frentes. Por un lado están los de arriba que nos explotan con la enorme plusvalía de los productos que nos venden, nos hacen trabajar más horas por menos dinero, nos cobran todo tipo de impuestos y más con grandes bufetes de abogados, nos obligan a consumir sus productos con sus monopolios, nos enajenan con los medios, etc...; y por el otro lado los más pobres que no tienen posibilidades de nada nos asaltan para sobrevivir.
7) Y todavía esta clase media es tan estúpida en su mayoría que en vez de luchar por las clases pobres y por la igualdad se alían a quienes generan la pobreza. Ellos prefieren estar departe del que les roban mucho que departe de los que necesitan educación y trabajo. No se dan cuenta de que mientras más desigualdad haya más peligroso es vivir. No toman conciencia de que la desigualdad perjudica a todos.
8) No es que me ponga del lado de las niñas ladronas pero comprendo más al débil que roba por sobrevivir que al poderoso que lo hace para llevar una vida privilegiada y de despilfarro a costa de los demás. Los responsables directos de la injusticia y la desigualdad. Ellas son tan víctimas como yo. Cuando me acuerdo de la expresión serena de la niña diciendo que me había robado para comer, es la misma de Mouriño cuando dice con toda tranquilidad que firmó los contratos siendo funcionario, con la diferencia de que la niña lo hace para sobrevivir y obligada por los adultos mientras que el otro lo hace por codicia y maldad. Ella es más valiente, él es un cobarde, tiene a un ejército detrás. Ambos dicen ¿y qué? La tranquilidad de ambos se da por la falta de valores y por la impunidad juntas. Por una lado tienes a una niña por el otro a una empresa, no puedes contra ninguna. Ambas representan lo mismo, la desigualdad, una es su concretud otra es su abstracción. La respuesta de la gente es la misma si les cuentas que te asaltaron que si les cuentas que te están cobrando demasiado por la luz, el agua o la gasolina, los dos son atracos.
Mientras exista desigualdad, no haya moral, educación y trabajo, habrá más y más delincuencia. Este mundo puede convertirse en hordas de niños y niñas asaltando a la gente para comer. Hordas de niños y niñas que vivan del atraco, sin posibilidades más allá de ser unos delincuentes sin ninguna esperanza de llevar una vida honesta y feliz. Ese es el mundo de la derecha, así es como quieren que vivamos; en un infierno de hambrientos, de delincuentes, de infelices, y todo por la codicia, por la injusticia social.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario