EU, sin novedades para México
MÉXICO, D.F., 4 de julio (apro).- La visita del senador John McCain, virtual candidato presidencial del Partido Republicano, adelantó la agenda de la relación de México con Estados Unidos para los próximos cuatro años.Seguridad antes que migración, comercio e inversión, tal y como lo estipula el Tratado de Libre Comercio (TLC) y el Plan Mérida, como estrategia para el combate a las drogas fueron los temas que fijó el republicano para su eventual gobierno.McCain prolongó su campaña hacia México y Colombia en un afán de buscar el voto latino, apelando al simbolismo religioso, y de dejar en claro que el modelo de cooperación colombiano sería la estrategia a seguir con toda América Latina, como ya la secundó el Plan Mérida.Mejor conocedor de la región que el presidente George W. Bush, McCain tiene esa misma ventaja respecto a su contrincante, el senador por Illinois, Barak Obama, el próximo candidato del Partido Demócrata a la Casa Blanca.Para Obama, quien en las primeras encuestas lleva cierta ventaja en las intenciones de voto para las elecciones de noviembre próximo, la relación con América Latina y en particular con México, ha estado ajena de su carrera política. Tan no le ha sido necesario el tema que según la prensa estadunidense nunca se ha parado por la región, al menos en su carrera de senador.Sin embargo ha tenido que empezar a definir lo que sería la relación con México en caso de que gane las elecciones. Sobre el TLC ha dicho que se debe quedar como está; es decir, que no se debe someter a una revisión. Al igual que Bill Clinton en su momento ha recurrido al discurso del medio ambiente y de la protección de los trabajadores como supuesto amortiguador de los efectos negativos del Tratado.Respecto al tráfico de drogas también pretende hacer del Plan Mérida una estrategia para tratar el tema con México. Y como el resto de la clase política estadunidense antepone la seguridad de las fronteras a un eventual pacto migratorio.Involucrado en la agresiva política exterior del gobierno de Ronald Reagan de los años ochenta hacia América Latina, McCain seguiría, para México y la región, las grandes líneas de lo que ha sido la relación bajo el gobierno de George W. Bush; aunque quizá con un poco más de atención.En su condición de senador por Arizona ha sido uno de los impulsores del muro fronterizo. Por eso su posición de que antes de un acuerdo migratorio su eventual gobierno buscaría la seguridad de las fronteras.Esa postura ha sido respaldada tanto por Bush en la Casa Blanca como los legisladores en el Capitolio.Y no sólo ellos, apenas el 23 de junio pasado la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos resolvió en contra de una demanda de grupos ambientalistas que se oponían a la construcción de la barda fronteriza por los efectos que tendrá en las especies animales y vegetales tanto en el desierto, playas y montañas de los casi dos mil kilómetros de frontera común.La decisión judicial no generó ni siquiera un comentario del gobierno mexicano, que está más preocupado en el respaldo político estadunidense.Es probable que McCain se haya ganado la voluntad de más electores hispanos con el recurso de acudir a la Basílica de Guadalupe, convencido, como muchos políticos mexicanos, que utilizar la religión es más efectivo que apelar a la conciencia.También es probable que Obama no pueda repuntar en las simpatías de ese electorado, que vive en confrontación con otra minoría, la negra, a la que pertenece el próximo candidato presidencial, aunque su conducta es la de un político anglosajón.En cualquier caso, la agenda de Estados Unidos para México en los próximos cuatro años ya está trazada y en ella no hay nada nuevo.
jcarrasco@proceso.com.mx
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