■ De AL, más de 30% de ganancias de empresas españolas
■ Rodríguez Zapatero refrenda el esquema gerencial de Aznar
■ Rodríguez Zapatero refrenda el esquema gerencial de Aznar
Guadalupe Garza y Ángel Rodríguez, dos migrantes de origen mexicano, aguardan su turno en una agencia de colocación de McAllen, Texas
Casi dos décadas atrás las grandes empresas españolas convirtieron a América Latina en su “caja chica”, con el fin de complementar sus ingresos y atender financieramente otros negocios dentro y fuera de sus fronteras. Pasado el tiempo, producto de “las enormes oportunidades” que los gobiernos locales les han puesto en bandeja de plata, esa “caja chica” de los ya trasnacionalizados consorcios hispanos creció y creció, hasta convertirse en un enorme cuan permanente caudal de utilidades, a grado tal que a estas alturas más de 30 por ciento de sus ventas y ganancias globales (en algunos casos hasta 50 por ciento) son aportadas por esta sufrida región, la más desigual del planeta.
No hace mucho la vicepresidenta española, María Teresa Fernández de la Vega, estuvo en México y otras plazas latinoamericanas en una suerte de recorrido gerencial, enfocado fundamentalmente a “supervisar” y “vigilar” el “respeto” a los gruesos intereses empresariales de aquella nación en la región. Su periplo estuvo precedido por una sonora advertencia del propio gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: “España defenderá siempre los intereses de sus empresas”. Y a eso vino la parienta.
El “éxito” de las trasnacionales españolas en América Latina –con México a la cabeza– ha llevado al “socialista” Rodríguez Zapatero a refrendar el esquema gerencial de su antecesor, el carismático José María Aznar, al utilizar su política exterior como catapulta para los negocios privados, en el entendido de que de no hacerlo estaría en “riesgo” algo más que la seguridad de las empresas hispanas, es decir, alrededor de 6 por ciento del producto interno bruto de aquella nación y miles de millones de dólares en utilidades remetidas a España, que dan cuerpo al auge económico en aquella nación y al bienestar de los españoles. Así, no sólo “defiende” la honra monárquica, sino que reclama el “derecho” español de seguir expoliando a América Latina.
La Cepal, en un reciente análisis sobre el tema, lo resume de la siguiente manera: “en 1985, ni una sola empresa española figuraba entre las mayores de Europa. En apenas 10 años el empresariado español ha seguido una trayectoria meteórica. Es interesante observar que los mercados emergentes, en particular América Latina, desempeñaron un papel clave en esta evolución. Las grandes empresas españolas habían apostado muy fuerte en la región latinoamericana desde temprano: en 1999, en la cresta de la ola de inversiones en América Latina, 65 por ciento de la inversión de las empresas españolas en el exterior se concentraba en la región. España es ahora el principal inversor extranjero directo en América Latina, por delante de Estados Unidos. Hoy día, las siete trasnacionales más importantes del índice Ibex 35 (la Bolsa de Madrid), que a mediados de 2006 representaban 60 por ciento del valor bursátil total español, generan casi 30 por ciento de su ingreso en América Latina. En 2004 obtuvieron en la región 41 mil millones de dólares, es decir, el equivalente a 5.6 por ciento del PIB de España. En 2005 y 2006, los dos principales bancos españoles acumularon utilidades comparables en América Latina y en España. De esta manera, las trasnacionales españolas se transformaron, tal vez sorprendentemente, en las primeras translativas”.
El organismo realizó un “estudio sistemático de la presencia en América Latina de las principales empresas europeas que cotizan en bolsa. Como era de esperar, las españolas son las de mayor presencia en términos de ventas. Algunas, como el BBVA o Telefónica Móviles, obtuvieron casi la mitad de sus ingresos de 2005 en América. En total, ocho de las 28 industrias europeas con mayores ventas en América Latina tienen base en España (sólo dos firmas alemanas están en ese nivel). Todas las compañías españolas subieron su apuesta en América Latina entre 2004 y 2005, en tanto del grupo de empresas europeas de la OCDE con ventas en América Latina superiores a 10 por ciento de sus ventas totales, algunas como Suez (de Francia), BG Group (de Reino Unido) u Holcim y Syngenta (ambas de Suiza), redujeron su exposición relativa en la región”.
En el sector bancario, por ejemplo, Santander y BBVA “son emblemáticos de esta exitosa estrategia de globalización en América”. El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria “no era mucho más que un banco nacional minorista en 1995, con escasa presencia en el extranjero. En apenas 10 años se ha transformado en un banco universal, internacional, presente en tres continentes en todas las áreas mayoristas y minoristas de la actividad bancaria, incluida la gestión de activos, pensiones y seguros”, que en México obtuvo cerca de 9 mil millones de dólares en los últimos ocho años, casi la mitad de lo que el corporativo financiero invirtió en toda América Latina en una década. La anterior es una muestra del “claro voto de confianza” que han dado los capitales hispanos a la región.
En el sector energético, trasnacionales españolas, como Endesa, Unión Fenosa, Iberdrola, Gas Natural y Repsol, han expandido sostenidamente su red de negocios en América Latina, principalmente en México y Argentina. Endesa, apunta la Cepal, “ha alcanzado una presencia internacional apreciable, en especial en América Latina”, mientras en el caso de Unión Fenosa “su ingreso internacional equivale a un tercio de su ingreso total y la empresa está presente a través de su subsidiaria Soluziona en casi 30 países, la mitad de ellos en América Latina”. Iberdrola, “la número uno española en términos de capacidad instalada y líder mundial en energía eólica”, renglón en el que México se ha convertido en su nuevo y jugoso negocio. Repsol está ahora en 30 países, y en éste hace sus negocios más lucrativos. Gas Natural, otra de las grandes compañías del sector energético, “también ha desarrollado una intensa actividad internacional en los últimos años”, que entre otras cosas le ha permitido tener el monopolio del carburante en más de la mitad de la República Mexicana. Y se frotan las manos ante la eventualidad de que la industria petrolera mexicana se “modernice” (léase privatice).
En fin, sólo algunos ejemplos para constatar que no sólo “respeto” es lo que exige el gobierno español.
Las rebanadas del pastel
Que sí, que “vendrán tiempos mejores” (no especificó para quién), asegura (¿ruega?) el inquilino de Los Pinos, porque los actuales de plano son para llorar. El que no hace mucho presumía que la recesión le provocaba risa, ahora dice que, en efecto, “la cosa está muy complicada, ciertamente estamos capoteando un mal temporal…” que ya lleva 26 años.
No hace mucho la vicepresidenta española, María Teresa Fernández de la Vega, estuvo en México y otras plazas latinoamericanas en una suerte de recorrido gerencial, enfocado fundamentalmente a “supervisar” y “vigilar” el “respeto” a los gruesos intereses empresariales de aquella nación en la región. Su periplo estuvo precedido por una sonora advertencia del propio gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: “España defenderá siempre los intereses de sus empresas”. Y a eso vino la parienta.
El “éxito” de las trasnacionales españolas en América Latina –con México a la cabeza– ha llevado al “socialista” Rodríguez Zapatero a refrendar el esquema gerencial de su antecesor, el carismático José María Aznar, al utilizar su política exterior como catapulta para los negocios privados, en el entendido de que de no hacerlo estaría en “riesgo” algo más que la seguridad de las empresas hispanas, es decir, alrededor de 6 por ciento del producto interno bruto de aquella nación y miles de millones de dólares en utilidades remetidas a España, que dan cuerpo al auge económico en aquella nación y al bienestar de los españoles. Así, no sólo “defiende” la honra monárquica, sino que reclama el “derecho” español de seguir expoliando a América Latina.
La Cepal, en un reciente análisis sobre el tema, lo resume de la siguiente manera: “en 1985, ni una sola empresa española figuraba entre las mayores de Europa. En apenas 10 años el empresariado español ha seguido una trayectoria meteórica. Es interesante observar que los mercados emergentes, en particular América Latina, desempeñaron un papel clave en esta evolución. Las grandes empresas españolas habían apostado muy fuerte en la región latinoamericana desde temprano: en 1999, en la cresta de la ola de inversiones en América Latina, 65 por ciento de la inversión de las empresas españolas en el exterior se concentraba en la región. España es ahora el principal inversor extranjero directo en América Latina, por delante de Estados Unidos. Hoy día, las siete trasnacionales más importantes del índice Ibex 35 (la Bolsa de Madrid), que a mediados de 2006 representaban 60 por ciento del valor bursátil total español, generan casi 30 por ciento de su ingreso en América Latina. En 2004 obtuvieron en la región 41 mil millones de dólares, es decir, el equivalente a 5.6 por ciento del PIB de España. En 2005 y 2006, los dos principales bancos españoles acumularon utilidades comparables en América Latina y en España. De esta manera, las trasnacionales españolas se transformaron, tal vez sorprendentemente, en las primeras translativas”.
El organismo realizó un “estudio sistemático de la presencia en América Latina de las principales empresas europeas que cotizan en bolsa. Como era de esperar, las españolas son las de mayor presencia en términos de ventas. Algunas, como el BBVA o Telefónica Móviles, obtuvieron casi la mitad de sus ingresos de 2005 en América. En total, ocho de las 28 industrias europeas con mayores ventas en América Latina tienen base en España (sólo dos firmas alemanas están en ese nivel). Todas las compañías españolas subieron su apuesta en América Latina entre 2004 y 2005, en tanto del grupo de empresas europeas de la OCDE con ventas en América Latina superiores a 10 por ciento de sus ventas totales, algunas como Suez (de Francia), BG Group (de Reino Unido) u Holcim y Syngenta (ambas de Suiza), redujeron su exposición relativa en la región”.
En el sector bancario, por ejemplo, Santander y BBVA “son emblemáticos de esta exitosa estrategia de globalización en América”. El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria “no era mucho más que un banco nacional minorista en 1995, con escasa presencia en el extranjero. En apenas 10 años se ha transformado en un banco universal, internacional, presente en tres continentes en todas las áreas mayoristas y minoristas de la actividad bancaria, incluida la gestión de activos, pensiones y seguros”, que en México obtuvo cerca de 9 mil millones de dólares en los últimos ocho años, casi la mitad de lo que el corporativo financiero invirtió en toda América Latina en una década. La anterior es una muestra del “claro voto de confianza” que han dado los capitales hispanos a la región.
En el sector energético, trasnacionales españolas, como Endesa, Unión Fenosa, Iberdrola, Gas Natural y Repsol, han expandido sostenidamente su red de negocios en América Latina, principalmente en México y Argentina. Endesa, apunta la Cepal, “ha alcanzado una presencia internacional apreciable, en especial en América Latina”, mientras en el caso de Unión Fenosa “su ingreso internacional equivale a un tercio de su ingreso total y la empresa está presente a través de su subsidiaria Soluziona en casi 30 países, la mitad de ellos en América Latina”. Iberdrola, “la número uno española en términos de capacidad instalada y líder mundial en energía eólica”, renglón en el que México se ha convertido en su nuevo y jugoso negocio. Repsol está ahora en 30 países, y en éste hace sus negocios más lucrativos. Gas Natural, otra de las grandes compañías del sector energético, “también ha desarrollado una intensa actividad internacional en los últimos años”, que entre otras cosas le ha permitido tener el monopolio del carburante en más de la mitad de la República Mexicana. Y se frotan las manos ante la eventualidad de que la industria petrolera mexicana se “modernice” (léase privatice).
En fin, sólo algunos ejemplos para constatar que no sólo “respeto” es lo que exige el gobierno español.
Las rebanadas del pastel
Que sí, que “vendrán tiempos mejores” (no especificó para quién), asegura (¿ruega?) el inquilino de Los Pinos, porque los actuales de plano son para llorar. El que no hace mucho presumía que la recesión le provocaba risa, ahora dice que, en efecto, “la cosa está muy complicada, ciertamente estamos capoteando un mal temporal…” que ya lleva 26 años.
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