México SA
Carlos Fernández-Vega
En México la “libre competencia” es igual a un enconado duelo entre monopolios, caso concreto Telmex versus Televisa, o lo que es lo mismo, Carlos Slim contra Emilio Azcárraga, o viceversa, armados con sus respectivas pandillas, las que a su vez se integran con las monopólicas cabezas visibles de otros sectores de la actividad económica igualmente concentrados.
Televisa no quiere la mínima competencia en la industria de la televisión por cable (tampoco en la satelital y mucho menos en la abierta); Telmex está en la misma posición en cuanto a la industria de telefonía fija, y en la de la telefonía móvil mantiene otra “guerra” contra una ibérica trasnacional. Sin embargo, ambos corporativos han hecho hasta lo impensable por picarse los ojos entre sí, dando como resultado una encarnizada batalla mediática y legaloide (con la complacencia de un gobierno que humildemente intenta servir a las dos pandillas), que lo menos que persigue es, precisamente, la “libre competencia”.
Suficiente resulta darse una vuelta por los consejos de administración de ambos corporativos para conocer qué tipo de “libre competencia” pueden sus integrantes promover en lo empresarial y lo individual. Por ejemplo, en la fábrica de sueños comparten el pan y la sal el zar de la plata, Alberto Bailleres, los dueños de 60 por ciento del mercado cervecero nacional, Carlos Fernández González (Grupo Modelo), el zar del cemento, Lorenzo Zambrano (Cemex), y el rey del cobre, el carismático Germán Larrea (Grupo México). Y en eso de “iguales oportunidades para todos” sobresale el cliente preferido del SAT, Roberto Hernández, y el simpático Claudio X. González Laporte, sin olvidar al ex secretario de Hacienda, Pedro Aspe.
En la tienda de enfrente, Telmex, el señor de las vacas, Eduardo Tricio Haro (Grupo Industrial Lala); la familia Martín Bringas, dueña de la cadena de supermercados Soriana, consorcio que adquirió el Grupo Gigante, hasta entonces de Angel Losada Moreno, quien también pertenece al consejo de administración de la telefónica; la familia Franco Macías, algún día distinguida entre los multimillonarios Forbes, al igual que los Cosío Ariño y, obviamente, los Slim en pleno. De hecho, el propio Emilio Azcárraga no hace mucho formó parte de este mismo consejo de administración. En fin, nada de “libre competencia”, porque al final de cuentas la “pelea” por el mercado se da entre los acaparadores de la actividad económica, en un gobierno que prometió “acabar con los monopolios”.
A Carlos Slim no le causó gracia alguna que Televisa, por medio de Cablevisión, se metiera en su negocio de la telefonía fija y servicios de Internet. A Emilio Azcárraga no le provocó felicidad que Telmex tarde que temprano meta la garra en el jugoso negocio de la televisión. En el arranque sexenal de la “continuidad” la primera decisión concreta del gobierno calderonista fue un rotundo rechazo (Luis Téllez dixit) a la posibilidad de que una tercera cadena televisiva entrara en acción, con lo que creyó zanjado el problema, pero no fue así. El agarrón entre Telmex y Televisa, entre Slim y Azcárraga, es de pronóstico reservado. Con lo bien que se llevaban cuando el primero “rescató” (financieramente) al segundo, tras el fallecimiento de El Tigre.
En vía de mientras, recordamos que tiempo atrás preguntamos en este espacio: ¿qué pasará cuando al inquilino de Los Pinos le revienten “guerras” por el control de otros productos o servicios que, como el maíz y la tortilla, están igualmente acaparados? Lo anterior, porque uno de los grandes “logros” de 26 años de “economía abierta”, “libre competencia”, “abierta competencia”, “oportunidades iguales para todos”, “libre mercado” y demás frases de ocasión utilizadas durante ese lapso por los distintos inquilinos que ha pasado por la ex hacienda de La Hormiga, ha sido, en los hechos, la concentración de la actividad económica, el reparto del pastel en unas cuantas manos, pésimos servicios, elevadísimos precios, consumidores afectados, mínima competencia, especulación.
Es el caso de alimentos básicos, banca, telecomunicaciones, minería, cemento, líneas aéreas, acero, cerveza, medicinas, comercio, azúcar, bebidas embotelladas, pan industrializado, construcción, bienes raíces, televisión, telefonía y más, concentrados en unas cuantas manos, a pesar de existir una legislación que lo impide y una institución antimonopolio, la Comisión Federal de Competencia (CFC).
El Banco Mundial nos ilustra sobre las prácticas monopólicas en México y el alcance de la CFC. Esta, anota el organismo financiero, evalúa si la conducta de una empresa es “anticompetitiva”; de serlo, impone multas o “exige cambios en la conducta” de tal o cual corporativo. El consorcio sancionado puede apelar la decisión de la comisión y, de fracasar, recurre al amparo, lo que es más común cuando las resoluciones implican un cambio de las prácticas que involucran rentas monopólicas permanentes.
Así, con la información publicada por la CFC, el Banco Mundial elaboró una base de datos con las resoluciones por ella emitidas (1998-2006) en lo relacionado con fusiones y adquisiciones, y prácticas monopólicas. En el periodo, la comisión registró 381 resoluciones que involucraron 612 decisiones específicas relacionadas con ese tipo de prácticas. En 39 casos, las resoluciones que declaran que existió abuso del poder de mercado fueron evitadas mediante el uso de amparos. En 12 de ellas, el amparo resultó en un fallo judicial favorable a las empresas.
El organismo encontró que algunas de las compañías declaradas culpables de prácticas monopólicas habían obtenido amparos, como Telmex, Telcel, Ferrosur, Femsa, Grupo Modelo y Televisa, entre otras. Por ejemplo, la empresa Avantel demandó nueve veces a Telmex por abuso de su poder de mercado. Las resoluciones de la CFC, favorables a Avantel, implicaron multas cercanas a 11 millones de dólares (no necesariamente cubiertas por el culpable). Otros casos importantes incluyen compañías de televisión por cable (Televisa y subsidiarias), y de producción y distribución de cerveza (Grupo Modelo y Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma, propiedad de Femsa).
Cerca de 24 por ciento de los casos de abuso del poder monopólico se relacionan con empresas controladas por multimillonarios que aparecen en la lista de Forbes. El Banco Mundial detectó que las compañías controladas por ellos tienen mayor posibilidad de que se les encuentre realizando prácticas monopólicas y con mayor probabilidad de buscar un amparo.
En cuanto a fusiones y adquisiciones, en 1998-2006 se registraron mil 297 casos; sólo 14 fueron por impedidos por la CFC. Del total, 106 se relacionaron con empresas controladas por multimillonarios Forbes; sólo uno fue rechazado. Se encontró que las empresas controladas por multimillonarios Forbes tienen mayor probabilidad de realizar prácticas monopólicas que otras compañías y, en caso de hacerlo, de obtener un amparo.
Las rebanadas del pastel
Para el diccionario de sinónimos: en México, “libre competencia” es igual a guerra “pica ojos” entre monopolios.
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