martes, diciembre 16, 2008

El homenaje a Fuentes es una vergüenza

Indicador Político
Carlos Ramírez

* Fuentes, como virgen engañada
* Con Echeverría en halconazo
A Luis González de Alba

Si México le debe el gran homenaje nacional a José Revueltas como el intelectual y escritor más puro, patriota y coherente, las recién terminadas fiestas por los 80 años de Carlos Fuentes se convirtieron en una parodia de intelectuales al estilo de La región más transparente.
En Fuentes no se reconoció al intelectual creativo sino al escritor orgánico del PRI. Como la de ningún otro escritor, la obra de Fuentes sólo se puede entender ligada al PRI. Fuentes se convirtió en el intelectual histórico de Echeverría, presentó al presidente como el político del cambio político y lo defendió durante el halconazo contra estudiantes el 10 de junio de 1971. Hoy Echeverría está indiciado por su responsabilidad penal en la represión de Tlatelolco y el 10 de junio.
Por eso el homenaje a Fuentes fue un despropósito intelectual. La revisión de Carlos Fuentes debe incluir temas de coherencia moral o de incongruencia ética: fue designado embajador en Francia por el secretario de Gobernación de Tlatelolco en 1968 pero renunció por el nombramiento como embajador en España del presidente de la república… de Tlatelolco.
Por tanto, el encumbramiento de Fuentes como el intelectual priísta del gobierno panista no hace sino enfatizar la incoherencia intelectual de un escritor simbólico de la auto promoción. Sin embargo, hay que revisar la confusión política, intelectual y moral de Fuentes y su papel como escritor del sistema político priísta. Como a los intelectuales lo juzgan sus propias palabras, entonces basta reproducir a Fuentes:
—El gobierno de Luis Echeverría ha consagrado verbalmente una apertura democrática (agosto de 1971).
—“Si los intelectuales y hombres de izquierda dejamos al presidente Echeverría aislado, rodeado por los enemigos de la independencia del país, habremos cometido un crimen histórico”. El poeta y ensayista Gabriel Zaid escribió un artículo en 1971 para señalarle a Fuentes que “el único criminal histórico de México es Luis Echeverría”. El texto de Zaid no fue publicado por el suplemento La cultura en México de la revista Siempre! porque fue censurado por el director cultural Carlos Monsiváis y director de la revista José Pagés Llergo.
—En un acto de incoherencia, Fuentes le reclamó primero a Echeverría el halconazo: “El 10 de junio se cometió un crimen. Y si ese crimen no es castigado, será difícil, a pesar de las manifiestas intenciones de Echeverría, creer en su política de apertura democrática. El problema es espinoso porque el crimen del Jueves de Corpus es hijo del crimen de Tlatelolco; obedece a una misma política y, acaso, lo cometieron las mismas manos y lo imaginaron las mismas cabezas.” Pero luego Fuentes se olvidó de sus reclamaciones y se metió al gobierno del halconazo y sin exigir cuentas por el halconazo.
—Cometen un crimen histórico quienes adoptan un membrete político de izquierda para dar rienda suelta a sus muy mexicanos problemas de masoquismo individual y social: viva el fracaso, sobre todo si puedo atribuirlo a “fuerzas objetivas” y retirarme a rumiarlo en el resentimiento fino y sutil de la clase media. Cometen un crimen histórico, en fin, quienes se cruzan de brazos a esperar el inevitable Apocalipsis que liquidará, fatalmente, los regímenes burgueses de este mundo. (Agosto de 1972.)
—(Sobre su cargo de embajador del gobierno de Echeverría en País) Soy el mismo Fuentes. Lo que no hay es el mismo gobierno, los mismos gobiernos. No coincido con los gobiernos anteriores y puede que no coincida en el futuro. En eso consiste la libertad política del intelectual: en escoger con quién está y con quién no está. Si después de quince años ha habido cambios, ¿cómo no reconocerlos? Seríamos Jeremías o vírgenes desengañadas, lo cual me parece una actitud muy fácil. (Entrevista con Luis Suárez en febrero de 1976.)
—Las ideas políticas de Fuentes fueron resumidas en las propuestas del Grupo El Espectador a finales de los sesenta: no un cambio de fondo, sino el regreso a la semilla priísta de la revolución mexicana. La lista de propuestas de esos intelectuales —hoy con López Obrador— era simple: 1.- El cumplimiento estricto de la Constitución. 2.- Respeto incondicional al voto. 3.- Independencia del sindicalismo y elección democrática de dirigentes. 4.- Definición independiente de actividades políticas en México. Auténticos partidos políticos. 5.- Eventual integración de un congreso independiente del ejecutivo. 6.- Manifestación efectiva del pensamiento público.
Al final, la posición de Fuentes fue resumida el 4 de marzo de 1972 por el escritor Fernando Benítez: “el presidente Echeverría no representa una opción cualquiera sino la única opción que tenemos actualmente los mexicanos. El dilema de México en estos momentos es Echeverría o el fascismo”.
Y ahí estaría el epitafio moral, intelectual y político de Fuentes: un escritor comprometido con el Luis Echeverría indiciado por la represión en Tlatelolco y en el halconazo, dos de los temas que han resumido la esencia represiva histórica del PRI en el poder. A menos que Fuentes diga a los ochenta años que su vinculación orgánica al PRI fue como una “virgen desengañada”.

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