Michel Balivo
(Ella es el padre de la criatura)
Miremos en la dirección que miremos y por los motivos que sea, el mundo parece un volcán encendido. Obreros que toman fábricas en EEUU, estudiantes que manifiestan violentamente su descontento en Grecia por el joven de quince años asesinado por la policía. Nuevas amenazas de guerra entre la India y Pakistán, más problemas entre las dos Coreas.
Por otra parte, el presidente de Ecuador se reúne con el de Irán y la presidenta de Argentina con el primer ministro de Rusia, Raúl Castro inicia su primera gira internacional como presidente de Cuba por Venezuela, donde como en muchos otros países hay inundaciones y desmoronamientos de tierra, pérdidas de viviendas y de vidas. En Colombia, México y Perú, tres exvirreinatos, crecen las manifestaciones de descontento y las consiguientes represiones.
Estos eventos pueden resultar sorprendentes para la mirada epocal, pero no para la que conoce la historia. Porque uno de los hilos que la teje es la dialéctica de clases, géneros, razas, religiones, la lucha de las nuevas con las viejas generaciones por el acceso al aparato del poder. Y gane quien gane transitoriamente nada de ello es nuevo, esos desplazamientos son recurrencias cíclicas que van acompañadas de intensidades del conflicto social, humano.
La globalidad de casos como el presente, hace más evidente que también aumenta la intensidad y velocidad de los fenómenos naturales, por lo cual podríamos decir que es el ecosistema completo el que está en erupción. Con estas referencias es muy difícil reconocer causas y/o culpables localizables, porque se trata de circunstancias estructurales.
La intensificación y alteración de la recurrencia de los fenómenos naturales, impacta la inmediatez de nuestros sentidos acorde a como ello afecte a nuestras formas de vida. Pese a ello, a la gran mayoría de nosotros no se nos pasa desapercibido que dicha alteración del clima es planetaria y a todos nos está afectando por más o por menos, inundaciones y sequías por ejemplo.
Sin embargo, en lo social nuestro pensamiento sigue siendo aún bastante antropomórfico, infantil, dogmático y prehistórico, e insistimos en querer demonizar culpables y divinizar salvadores, hijos de los dioses, patriarcas, líderes.
Pero difícilmente encontremos modos de justificar la acumulación y aceleración histórica de hechos que hoy se desencadena, los cursos de acontecimientos que sacuden el planeta completo bajo diversas apariencias naturales y sociales, como la acción de una u otra personalidad.
Como yo lo veo, en el mejor de los casos podríamos hablar de elementos que se mueven, nadan, flotan, se resisten o son arrastrados con mayor o menor elegancia por las fuerzas telúricas, que cual correntada desencadenada irrumpen en la superficie de nuestro momento histórico haciéndose evidentes a nuestros sentidos, entrando en nuestro horizonte de conciencia.
Podríamos hablar tal vez de personalidades, mejor o peor sintonizadas con la sensibilidad que en esta última década sobre todo, se va poniendo cada vez más en evidencia. Pero resulta verdaderamente ingenuo querer asignar a una persona, la responsabilidad de tropismos que se han venido cargando generación tras generación, así como la posibilidad de producir desvíos o cambios en tales direcciones de acción hoy desencadenadas.
Lo que ya pensamos e hicimos hecho está, y hoy entran en conciencia sus consecuencias desencadenadas, intensificadas. Nadie podrá por tanto decir que no lo percibe, que no es afectado por ellas.
Pero creo que resulta obvio que el único modo de que eso haya sido posible, es porque de alguna manera esa dirección acumulativa de hechos que hoy nos estalla en las narices, resonó en la sensibilidad de otro momento histórico, convirtiéndose gradualmente en conductas colectivas aceptadas. Es decir en hábitos y creencias, en modelos culturales y económicos.
Ahora estamos en otro momento histórico y una nueva sensibilidad comienza a dejarse sentir, a ponerse en evidencia como insatisfacción con las condiciones heredadas y deseos de cambio. Esa nueva sensibilidad parece entonces ser la tierra fecunda que puede sustituir a la ya agotada, dando lugar al florecimiento de nuevas alternativas.
Mirar atrás puede sernos útil para reconocer lo que ya no queremos repetir, lo que ya hemos concebido, implementado y experimentado sus consecuencias. Pero el cambio, las nuevas alternativas no pueden provenir de mirar lo viejo, culpar responsables y luchar contra ellos. Por tanto en el inevitable fragor de la batalla dialéctica, entre las ruinas de lo viejo que se desmorona, ha de renacer el inmortal ave fénix.
Que no puede ser sino esa nueva sensibilidad, que si bien ya se deja sentir para quien está atento y sensible, aún no ha cobrado formas, todavía está demasiado teñida por la atmósfera de lo que muere. Lo cual no es sino frustración, resentimiento y ojo por ojo, diente por diente. No es sino carga, encadenamiento de memoria que no puede ser madre soltera ni partera de un nuevo futuro.
Así pues, en medio del inevitable fragor dialéctico de lo que muere, necesitamos espacios pacíficos, relajados, creativos, entusiastas y alegres, con fe en un siempre nuevo futuro alternativo a todo lo desgastado, a lo que ya fue. Todo esto puede parecer muy abstracto y no abrir posibilidades de aplicarlo y vivirlo en lo cotidiano.
Sin embargo, hace diez años en Venezuela la gran mayoría no conocíamos ni sospechábamos la posibilidad de instituir al pueblo en una asamblea constituyente, para reformar la constitución que nos guía y rige, dándonos, imponiéndonos modelos y/o direcciones colectivas de acción, es decir futuros. Y hoy ya se implementa en varios países a cada vez mayor velocidad.
Todo este camino no ha sido libre de conflictos, por el contrario los ha intensificado al punto de polarizar la conciencia colectiva a favor o en contra de tal proceso en pleno acontecimiento, y/o de las personalidades representativas. Porque son justamente esos acontecimientos la condición madre y partera de los nuevos momentos. Pero la condición no es suficiente.
Hace poco una amiga que dispone de un innegable grado de cultura, me comentaba que en las elecciones regionales de su estado, los electores “chavistas” no votaban por los gobernadores o alcaldes del PSUV sino por Chávez. No pude sino reírme de su ingenuidad focalizada en personajes y preguntarle si acaso ella no votaba en contra de Chávez.
Esa diversidad de acontecimientos globales desencadenados, es proyectada por los intereses de los medios de comunicación, como fracaso y culpa o éxitos y aciertos de alguien. Por ejemplo, la crisis global influirá en la baja de precios del petróleo, y por tanto “el proyecto chavista” fracasará. Chávez es el culpable del aumento y descenso de los precios, en fin de todo lo que ocurra desde un enfoque siempre negativo. Lo mismo sucederá con las consecuencias del nuevo recorte en puerta de la producción.
Lo cual no es sino una expresión de deseos. Deseos hasta ahora frustrados, como “pasar una navidad tranquila sin Chávez en el gobierno”. Pese a golpes de Estado, sabotajes petroleros, asesinatos, acaparamientos y alteraciones de todo tipo del orden socioeconómico, que no han logrado sino desarrollar la capacidad de esa nueva sensibilidad de abrirse camino en medio del temporal.
A todo esto, pareciera que no existen sino los eventos que son publicitados por esos medios colectivos de comunicación, y según su versión de lo que ellos reafirman o niegan. Sin embargo, la nueva dirección continúa abriendo espacios y poniendo fundamentos cada vez más sólidos y difícilmente alterables. Porque Venezuela, gracias a las medidas participativas y preventivas tomadas en los ámbitos político, social y económico, es uno de los pocos sino el único país que no ha sido todavía afectado por la debacle global.
Por otra parte, su ejemplo práctico, demostrativo, no ha quedado encerrado entre fronteras, resuena crecientemente en todas las latitudes como testimonio de que sí se pueden hacer las cosas de modos diferentes y que una sensibilidad colectiva, global, se hace eco de ello. Unico modo en que algo puede demostrar que es realmente nuevo y por tanto colectivo, trascendiendo la dialéctica de los opuestos del modelo que muere.
Decíamos antes que la condición o el imperio de las circunstancias desencadenadas, no es suficiente para el cambio, ahora agregamos que tampoco establece inevitablemente futuros. Porque la contracara siempre desapercibida, o al menos fuertemente minusvaluada, el padre de la nueva criatura es la conciencia y sensibilidad humana, de la cual ante toda coyuntura, siempre ha brotado o florecido toda creatividad y/ o alternativa de lo nuevo, diferente, más gratificante y enriquecedor.
¿De dónde más podría brotar lo nuevo? Podrán decirme que de los dioses y los demonios. De acuerdo. Pero, ¿no tiene que registrarlo, reconocerlo, organizarlo e implementarlo, conductualizarlo la conciencia humana para que se pueda manifestar en el mundo de lo cotidiano? ¿O acaso irrumpirá directamente desde las profundidades de la tierra o desde las nubes? Eso como alegoría está muy bonito, pero no dispara nuevas conductas.
Lo nuevo solo puede provenir de cambios o ampliaciones de la conciencia humana, de nuevos estados o sensibilidades mentales que organizan formas de expresarse en el mundo. Si alguien tiene dudas al respecto, no tiene más que preguntarse, ¿nuevo para quién? Lo cual ya implica la actividad, el reconocimiento de la conciencia humana comparándolo con lo viejo.
Por eso en medio de esta ensalada de variados condimentos que es el presente momento planetario, realmente disfruto vivir en Venezuela, como cuna de los momentos nuevos que comienzan a gestarse y reproducirse, a resonar más allá de distancias y diferencias culturales y económicas. A eso le llamo sincronicidad, simultaneidad, ubicuidad, estructuralidad.
No sueño siquiera que seamos gestores de este acontecer, mucho menos se lo puedo asignar a alguien en particular, sería algo así como imaginarse a una hormiga cargando una montaña. Pero por algún motivo que no puedo ni me preocupa explicar, nos ha tocado ser el epicentro de de esta pleamar, cuyas olas u ondas fluyen y refluyen hasta la periferia. Creo que lo importante es vivirlo concientemente y desempeñar digna y alegremente el papel que nos ha tocado en suerte jugar.
Por ello, más allá de los viejos jueguitos de los buenos y los malos que tanto nos gusta protagonizar, más allá de la intensidad y dramatismo de los eventos que nos afectan inevitablemente, destaco que en medio de todo ello Venezuela se convierte cada vez más, en una inmensa escuela-taller práctico de este nuevo momento en que toda nuestra historia, toda nuestra experiencia y conocimiento confluyen.
Hace unos días veía una reunión del presidente Chávez con todos sus ministros, analizando el presente momento global y las posibles respuestas alternativas para ser lo menos afectados por ellos, en la dirección colectiva que hemos elegido darnos en decenas de elecciones democráticas y participativas.
Todo ello se difunde por los medios públicos de comunicación masiva disponibles, que no pasan del 10% del espectro en el mejor de los casos, y que gracias al satélite Vensat llegará el próximo año a los más inaccesibles y remotos lugares. Del mismo modo se propone una enmienda constitucional, para que elijamos cuantas veces lo creamos conveniente a quien haya de representar nuestro proyecto de vida y se nos convoca a protagonizarla.
Eso podría representarse visualmente, como la inversión y apertura de la dirección elitesca de la organización piramidal, que recibe, acumula, concentra y administra la energía vital, los productos, el conocimiento y poder de ello extraído. Posibilitando ahora que ello fluya hacia las bases de la pirámide, que se horizontalice tanto el conocimiento como su aplicación.
En estos diez años de revolución, millones de personas han sido incluidas en la educación, salud, alimentación y trabajo, a las que el modelo imperante no les permitía acceso. Mientras la economía global se desmorona, la producción agrícola y transformación industrial de alimentos ha crecido y se ha tecnificado.
Al punto de que los empresarios que participan del proceso, ya tienen que preocuparse de la infraestructura necesaria para almacenar y conservar, lo necesario a la creciente demanda que los nuevos ingresos posibilita a los excluidos de siempre. Y una vez más eso no queda atrapado dentro de fronteras nacionales.
La mayoría de países latinoamericanos se van sumando y beneficiando de acuerdos bi, tri o multilaterales, a los que se acercan crecientemente países como Rusia, China, Irán, Bielorrusia, Vietnam, Corea, Libia, etc. El Alba ya fundó su banco y avanza hacia un intercambio con moneda virtual, que haga innecesario utilizar monedas y financiamientos ajenos.
Cuanto de esto avanzará y cuanto se quedará por el camino no es lo fundamental, salvo para los negociantes que solo saben hacer cuentas, para quienes la generosidad solo es un discurso conveniente que tiene fronteras según la ocasión, aunque se trate de su propia familia. Lo realmente esencial es que una vez más la creatividad comienza a pasar a primer plano, desplazando el escepticismo y las oscuras nubes economicistas y cosificadoras que cubrían el futuro.
Siempre hemos aprendido por acierto y error, afirmando los logros, desechando lo que no se mostraba viable. Ninguna de las posibilidades que hoy disfrutamos ha venido a ser sino tras repetidos intentos. Por tanto el que ante esta nueva y hoy planetaria coyuntura histórica, vuelva al escenario la creatividad, convirtiendo al mundo una vez más en escuela, que lo realmente humano recupere, reabra su espacio central, es lo que merece ser festejado.
Que ello comience aquí o allá es secundario. Tarde o temprano, para bien o para mal eso se expandirá. ¿No es eso justamente lo que ahora damos en llamar mundialización? Lo que no podemos esperar, es que el momento de parto resultante de la oscura gestación del vientre histórico, sea un momento rutinario más. Difuso en vitalidad.
Pues todos y cada momento confluyen en esas intensas contracciones, de las cuales depende el éxito del alumbramiento, su primera respiración. Su primer atisbo del mundo, de toda la familia humana que asiste inevitablemente contagiada por esa atmósfera conmovedora, a presenciar el inédito e irrepetible hecho.
Esa es la dinámica de estos tiempos, ese el estado atencional y sensible necesario para vivirlos. Esa es la otra hebra desapercibida y sin embargo protagónica que teje nuestra historia. La actividad sensible y creativa de nuestra conciencia, que siempre ha abierto nuevas alternativas frente a toda coyuntura limitante, natural o temporal, histórica social. Ella, valga la extraña utilización de los artículos y géneros sexuales, es el padre de la criatura.
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