Patricia Muñoz Ríos y Carolina Gómez Mena /I
El sindicalismo mexicano atraviesa por una crisis de representatividad, en la que las grandes centrales corporativas han perdido credibilidad, prestigio, poder y membresía; mientras la mayoría de las organizaciones llamadas independientes están desunidas, aletargadas, y han tenido poca capacidad de respuesta ante las políticas antiobreras aplicadas por los gobiernos recientes. Unas y otras permanecen calladas e inmóviles frente al avasallamiento de los derechos laborales en el país.
Desdibujados y más preocupados por sus constantes relecciones y ampliaciones de mandato, los líderes sindicales –con pocas excepciones– apenas alzan la voz ante la violación sistemática de la Ley Federal del Trabajo; han aceptado el recorte de los contratos colectivos y de los contratos-ley; negociaron las políticas que cercenaron los sistemas de jubilación y dejaron que el ahorro obrero se fuera al sector financiero privado para su libre especulación; además, han permanecido inmóviles frente al desplome del poder adquisitivo de los salarios, señalaron especialistas en temas laborales.
Los expertos agregan que muchas organizaciones corporativas están atrapadas en estructuras ineficientes, corrupción, falta de democracia interna, burocracia y simulación; en los hechos, la mayor parte “ya no representan realmente a los trabajadores”, sino los intereses de sus líderes, “quienes están más pendientes de quedar bien con el patrón y con el gobierno que con sus afiliados”. Si hoy día se hiciera una consulta a la mayoría de los afiliados, votarían por no tener sindicato.
Expertos de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos, académicos y especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y abogados labora- listas expresaron que el sector sindical atraviesa por una crisis, hicieron una crítica a la actual situación de “silencio” y “pasividad” de sus dirigencias y advirtieron que al parecer “están archivadas las convocatorias a marchas, mítines, acciones de presión, toma de dependencias, y quedó deslavado el recurso de los llamados a paros o huelgas nacionales que nunca se concretaban”.
El Congreso del Trabajo, la Confederación de Trabajadores de México, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, la Confederación Regional Obrero Mexicana y otras “ya son entelequias, perdieron toda su representación” obrera, política y económica; sólo son usados por el gobierno y están “inmóviles” frente a la embestida contra el sector, afirmaron en entrevistas por separado los abogados laborales Alfonso Bouzas y Arturo Alcalde Justiniani. Este último recordó que estas organizaciones hace unos días firmaron un pacto para mantener empleos a costa de sacrificar condiciones labores.
Bouzas, quien es también catedrático de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, apuntó que los sindicatos llamados independientes se han “contagiado” y caído en la apatía, no dan muestras de una “vida democrática suficiente”.
Ambos expertos advierten que si no se restructura todo el sindicalismo mexicano, si no se hace un análisis interno, una auténtica autocrítica, la patronal y el gobierno irán por todo, acabarán con la Ley Federal del Trabajo, impondrán la reforma laboral a su modo, recrudecerán el castigo a los salarios y, al paso actual, los grandes contratos colectivos serán cosa del pasado, las conquistas de décadas se eliminarán y los contratos-ley quedarán reducidos a su mínima expresión.
Graciela Bensusan, académica de la UAM-Xochimilco, advierte que las organizaciones corporativas “entraron en un proceso de degradación que no ha parado desde los años 80” y se han convertido en estructuras burocráticas que sólo buscan sobrevivir, por lo que no tienen capacidad de levantar la voz; “son comparsas” que permiten la flexibilización laboral mediante la subcontratación, los topes salariales, el incremento anual de uno o dos pesos a los minisalarios, el recorte de contratos, e incluso permiten que medio millón de trabajadores del sector público estén bajo formas de contratación inestables.
Pero hay casos extremos de sindicatos doblegados por los intereses de sus líderes, como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el petrolero, donde de plano campean conductas delictivas, fraudes, intereses políticos y partidistas, totalmente alejados de los agremiados.
El abogado laboral Óscar Rubio plantea que entre los sindicatos independientes, por ejemplo los aglutinados en la Unión Nacional de Trabajadores, “cada uno navega en sus aguas y cuida su terruño”; se maneja la unidad de mera retórica, pero en los hechos sólo se movilizan cuando tienen revisiones o conflictos propios y no hay solidaridad con sus pares. Falta coordinación; cuando se unan y empiecen a trabajar “la situación va a cambiar”.
Amenaza “manoseada”
El actual movimiento sindical no ha sabido adaptarse ni ofrecer nuevas propuestas ante los profundos cambios que se han dado en el mundo del trabajo; más bien ha habido un “acomodo, un sobrellevar la rutina de las organizaciones sindicales sin asumir realmente los desafíos y exigencias de plantear alternativas de organización y acción, mediante políticas y estrategias adaptadas a los tiempos que hoy vivimos”, resume la investigación titulada El sindicalismo en México: historia, crisis y perspectivas, que fue coordinada por José Merced González Guerra y Antonio Gutiérrez Castro.
Para Alcalde Justiniani, la parálisis sindical actual incluye “una especie de derrota sicológica” en la que los trabajadores ven que sus instrumentos de lucha no funcionan, más aún cuando se ha “manoseado” la multiconvocada “huelga nacional”. Incluso, al querer hacer un recuento de los llamados al paro nacional en los pasados cinco años, fue imposible contabilizar el número de veces y la cantidad de dirigentes y organizaciones que han amagado con esta acción, que siempre deviene en ceses locales de labores sin mayor repercusión.
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