México D.F., 16 de diciembre de 2008 (Cencos).- "Nunca cuestionaré el derecho de una persona que se siente calumniada a demandar a una periodista. Todos los y las profesionales estamos sujetas a ello.
"En los tribunales se debe ventilar con pruebas el hecho de si hubo o no una calumnia en un trabajo periodístico. En el peor de los casos se trata, según la ley, de un delito menor, que alcanza fianza si se responde a los citatorios", con estas palabras la periodista Lydia Cacho Ribeiro inicia el relato de su detención.
El 16 de diciembre de 2005 alrededor de las 13:00 horas Cacho Ribeiro fue detenida en Cancún, Quintana Roo, por varios elementos de la Policía Judicial del Estado, a las puertas del Centro Integral de Apoyo para las Mujeres, institución fundada por ella para proteger y refugiar a las mujeres víctimas de violencia.
En ese momento los elementos policíacos dieron cumplimiento a una orden de aprehensión girada en contra de la periodista por el Juzgado Quinto de lo Penal ubicado en la ciudad de Puebla, por lo que, de acuerdo con el convenio de colaboración vigente entre ambas instituciones, de inmediato fue entregada a los elementos del estado poblano para su traslado a esa ciudad.
Después de publicar "Los demonios del Edén, el poder que protege a la pornografía infantil", la periodista Lydia Cacho puso al descubierto la protección que recibía de políticos y empresarios Jean Succar Kuri, propietario de los negocios Coral Reef, Villas Solymar, acusado de comandar una red de prostitución y pornografía infantil con ramificaciones en Los Ángeles, California. En el libro se menciona la participación en esta red a Kamel Nacif Borge, empresario textilero conocido como El Rey de la mezclilla, quien demandó a Cacho Ribeiro por difamación
La privación de la libertad de Cacho Ribeiro por ejercer su derecho a la libertad de expresión al denunciar actos ilícitos, es un caso emblemático de la colusión entre autoridades y redes criminales en el que se mantiene la ausencia de justicia.
A tres años de lo ocurrido, y al haberse agotado las instancias jurídicas nacionales, la periodista acudirá al terreno internacional a denunciar la ausencia de justicia en este tipo de casos.
"Lo cierto es que una simple denuncia por calumnia, improcedente -porque tengo las pruebas de lo que publiqué-, consiguió lo que agresores de mujeres y otros delincuentes de alto calibre no habían logrado en todos mis años como periodista y activista feminista contra la violencia: Sacarme de mi ciudad, despojarme de la protección y dejarme completamente indefensa y vulnerable durante más de 20 horas, en zonas aisladas y deshabitadas, sin saber si podría peder la vida a manos de quienes deben impartir justicia".
Centro Nacional de Comunicación Social
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