Alfredo Valadez, corresponsal
Zacatecas, Zac., 4 de enero. “La minería es rapaz y sucia, y debería hacerse algo al respecto. Durante las últimas dos décadas hemos visto gobernadores con ciertos afanes de modernidad, pero trunca: sólo se dedican a hacer cabildeo para atraer a los gran des capitales nacionales y extranjeros”, lamentó Arturo Burnes Ortiz, catedrático e investigador de la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
El autor de La minería en la historia económica de Zacatecas explica que los metales preciosos de la entidad ayudaron a “fortalecer otros ámbitos, otras regiones y otros países; hubo momentos en que el estado aportó la sexta parte del total de la plata del mundo y ayudó a desvanecer los lazos feudales de Europa”.
Sin embargo, Zacatecas se rezagó económicamente por especializarse en producir plata, plomo y otros minerales. “Los procesos de refinación se efectúan fuera de la entidad y, después de 462 años de haberse descubierto los ricos filones de Zacatecas, el estado no tiene una sola planta minero-siderúrgica”, como las que operan en Aguascalientes, San Luis Potosí, Coahuila y Nuevo León.
Por otra parte, las mineras usan en Zacatecas “métodos poco éticos, arcaicos y, en términos generales, abusan de los derechos de los habitantes de las tierras explotadas”, según Raúl Delgado Wise, director del doctorado de Estudios del Desarrollo en la UAZ.
“Lo que se ha hecho es negociar con las comunidades (...) se compra al líder, y a veces se hace mancuerna con los gobiernos locales y estatales para poder explotar los yacimientos”, afirmó. Destacó que a campesinos y comuneros “les hacen ofrecimientos que no tienen nada que ver con las ganancias que obtienen las empresas. Es una especie de compensación o regalía, miserias que no compensan en absoluto el daño que se ocasiona”, sostuvo.
Un ejemplo reciente, dijo, ocurrió en el municipio zacatecano de Noria de Ángeles, donde una minera operó durante casi dos décadas la mina Real de Ángeles a tajo abierto y sólo dejó contaminación con metales pesados y miseria para la población.
Ésos son los riesgos para Peñasquito, en el municipio de Mazapil, donde no hay un proyecto integral que involucre a gobierno y científicos, afirmó Raúl Delgado.
Lo peor, sostuvo, es que en Peñasquito “no hubo una negociación que tomara en cuenta a la gente de Mazapil (…) no hubo un plan de desarrollo para la comunidad, y tampoco se procuró que sus habitantes recibieran al menos una parte proporcional de las jugosas ganancias que obtienen estas empresas”,
Para Eduardo Manzanares Acuña, doctor en biotecnología e investigador del Centro Regional de Estudios Nucleares de la UAZ, “poco se habla del impacto ambiental” de Peñasquito. “Uno de los principales problemas es la gran cantidad de agua que se utiliza”, señaló.
Añadió que cada día se pulverizan de 50 mil a 130 mil toneladas de piedra. “Ese tipo de molienda trae muchas emisiones a la atmósfera, y no sabemos si tienen todas las trampas de fundición requeridas para evitar que los metales pesados se incorporen a la atmósfera”.
La Jornada buscó a los representantes de Goldcorp en Mazapil, al gerente administrativo de la planta, Himler de la Rosa, y al gerente de seguridad, medio ambiente y relaciones comunitarias, Armando Escárcega, pero no hubo respuesta a las solicitudes de entrevistas con ambos.
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