por Juan Carlos Castrillòn
Pero ahora "entre el hambre, el revólver, la prisión" ¿Dónde resguardar al amor? Se venga de nosotros, escapa, lo hemos perdido.
Rosario Castellanos.
Que pena da ver a nuestro pueblo, a nuestros jóvenes consumiendo multitudinariamente ridículos globitos con forma de corazón, chocolates de mala calidad y alto precio, y rosas de plástico de pésimo gusto, o perpetuando la innombrable cursilería(esa torpeza del alma humana que en su incapacidad para nombrar correctamente a las cosas recurre a la hartante repetición de lugares comunes)de las tarjetitas de felicitación, como si el Amor fuera solo cosa de bobalicones. En la calle, en los andenes del metro, miramos decenas de personas uniformadas , aborregadas, convertidas en masa indiferenciable, en bloque de carne enajenada por la comercialización malsana. ¿Cómo? nos preguntamos, ha caído vilmente nuestra supuesta civilización en esta artera superficialización de ese sagrado sentimiento mueve-montañas, de esa enorme fe en el ser humano, de esa pasión solidaria llamada Amor. El consumismo, es bien sabido, no respeta absolutamente nada en su afán de ganancia económica. Ahora, para amar verdaderamente se necesita hacer lo contrario, recuperar nuestra individualidad más distintiva, nuestra personalidad más inalienable, ser-con toda la carga política y existencial que implica esta acción-únicos, ser individuos, ser HUMANOS, aunque el peso inmisericorde del mundo amenace con quebrar nuestros hombros y hasta nuestras piernas. Hoy se hace urgente amar, porque hoy más que nunca el verdadero amor es revolucionario; amar se vuelve subversivo, amar al niño, al joven, al viejo, reconocerse en el que sufre, en nuestra compañera explotada y degradada por la codicia de una terca minoría, amar con las víceras ardientes al semejante que lucha a nuestro lado, al que levanta la voz, la pluma, la risa, la canción, la conciencia o cualquier cosa que tenga a su alcance en contra de un sistema injusto por naturaleza . Ese mismo sistema político-económico basado en el sucio dinero y la cada vez más imposible propiedad privada, que pretende llevarnos con su sobreexplotaciòn y contaminación de la naturaleza a la absurda extinción de nuestra única especie, la especie humana.¿ Por qué el hombre siendo capaz de optar por las más bellas y heroicas tareas se sigue arrastrando bajo este abyecto yugo? y, ¿Hasta cuando haremos cumplir la voluntad de la madre tierra que da frutos para todos sin distinción de razas o de credos?
Por eso, invitamos, exigimos a la juventud, a todo aquel que guarde alguna nobleza en el fondo de su músculo cardiaco, a amar plenamente, y sin cursilerías. Y les dejamos las palabras del novelista francès Albert Camus:
Quienes se aman, los amigos, los amantes, saben que el amor no es solamente una fulguraciòn , sino tambièn una larga y dolorosa lucha en las tinieblas por el reconocimiento y la reconciliaciòn definitivas.
Confiamos en que sabràn entenderlas.
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