Julio Pimentel Ramírez
El pasado viernes 20 de febrero en nuestro México, sumido en un proceso de aguda crisis integral del sistema neoliberal agravada por la descomposición política del régimen, se rebasaron fronteras “psicológicas” en la seguridad y en la economía: mientras la fallida estrategia aplicada en contra del crimen organizado derivó ya en más de mil ejecuciones en tan sólo 50 días de este año, el peso continúa su declive y se cotizó por momentos en más de 15 unidades por dólar.
Mientras funcionarios calderonistas, siguiendo la línea del usurpador de Los Pinos, se esfuerzan en forma patética tratando de convencer a una escéptica opinión pública de que la violencia se encuentra “focalizada” en solamente algunos puntos de la República, crecen las voces que advierten que nos encontramos como en la Colombia de los años 80, es decir, en condiciones en que el narcotráfico infiltra profunda y extensamente la estructura estatal al tiempo que utilizando sus vastos recursos económicos se hace de una “base social”, proceso que desnuda lo que se califica como un “Estado fallido”.
Diversos funcionarios del gobierno federal, acorde con la instrucción de Los Pinos de “limpiar” la imagen de México -en realidad les preocupa la propia-, se afanan en pretender tapar el sol con un dedo. La secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantellano, declara que la violencia delincuencial se concentra en tres entidades de la República, Chihuahua, Baja California y Sinaloa, cuando todos sabemos que no es así, ahí están para desmentirla los crímenes horrendos que se presentan lo mismo en Michoacán que en Cancún, en la Comarca Lagunera (Coahuila, Durango) que en Guerrero, en Monterrey que en la Ciudad de México, en Tamaulipas que en Aguascalientes, en fin en la presencia ominosa del criminal cáncer hace metástasis en todo el cuerpo de la República.
Se ha escrito y analizado ya sobre las manifestaciones manipuladas y financiadas por el narcotráfico, las de los jóvenes denominados como “los tapados” reforzados por mujeres y niños, que demandan el retiro del Ejército de las calles. Una de de las lecturas de este fenómeno es la que indica por un lado el poder económico del narco y, en la otra cara de la moneda, la incapacidad del Estado por atender adecuadamente a la población marginada a la que no ofrece en el presente perspectivas de un mejor futuro.
No se olvide que estas tácticas del narcotráfico, conformar un segmento social que facilite sus operaciones, son precedidas y van a la par de la “cooptación” de sectores empresariales que cumplan funciones financieras, es decir de “lavado” de dinero.
De ahí que se hable de que México se encamina a replicar el caso de la Colombia del tiempo del famoso capo Pablo Escobar, pues se encuentran presentes elementos similares, tales como la infiltración del narco en el Estado (altos mandos policiacos de la AFI, SIEDO, Interpol, militares. No se olviden las fuertes sospechas sobre Genaro García Luna, titular de la SSPF, además de que desde hace tiempo existen indicios de complicidades de diversos políticos con el narco), la inoperancia de la justicia que ya ni siquiera investiga los miles de crímenes cometidos, la penetración del crimen organizado en sectores sociales altos (lavado de dinero) y marginados (para facilitar operaciones y protestas manipuladas), formación de grupos paramilitares para proteger a empresarios, etc.
Por otra parte, el pasado viernes 20 de febrero el peso mexicano continuó su carrera devaluatoria y rebasó la barrera de los 15 pesos por dólar, aunque posteriormente cerró unos centavos por debajo de ese nivel gracias a la intervención del Banco de México que subastó y vendió directamente a los demandantes de la divisa estadounidense, a los que mantiene en el anonimato, más de 400 millones de dólares de las reservas nacionales.
La acelerada depreciación de nuestra moneda, insuficiente para alentar las exportaciones en medio de una recesión mundial y con una desmantelada planta productiva nacional a excepción de enclaves económicos en poder de un selecto grupo de capitalistas, además de que encarecerá las importaciones de las que cada día dependemos más, si bien se presenta a partir de la crisis capitalista internacional se agudiza por las graves limitaciones y errores cometidos por el gobierno calderonista.
Las tardías medidas “contra cíclicas” tomadas por Calderón son además insuficientes y no satisfacen siquiera a extensos grupos empresariales, no se diga a las capas medias, campesinos y obreros que en los próximos meses verán decrecer aún más su ya de por sí golpeado poder adquisitivo.
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