Alvaro Cepeda Neri
Hay una frase que dice “vivir para contarlo o vivir para saberlo”. Y tenemos enfrente lo increíble: el regreso del PRI, sacando, como dice el clásico de Guanajuato: José Alfredo Jiménez, juventud de su pasado. Apechugaron las derrotas presidenciales y la pérdida en algunas entidades de gubernatura, senadurías, diputaciones locales y federales.
Los echaron del poder tras venir invictos, como PRI, desde 1946 (aunque les pasan la factura desde 1929, con el PNR del callismo y luego con Lázaro Cárdenas en 1938). Ya con la abierta derechización del PRI, en 1990 Salinas intentó reelegirse y cambiarle de nombre por: Partido de la Solidaridad.
El PRI sobrevivió a pesar de De la Madrid, Salinas y Zedillo, con el asesinato de Colosio de por medio. Se le daba por muerto, cuando Zedillo, con su golpe electoral del 2000, apoyado en el dudoso y escaso margen de votos, por encima del IFE, adelantó la victoria pírrica del PAN (fundado en 1939 como respuesta al cardenismo).
Después, con las marrullerías de Fox y el golpismo electorero del IFE, el TRIFE, la Corte y las televisoras, impusieron a Calderón, para el segundo período panista. Entre tanto, el PRD se dividía más y sus gobiernos se caracterizaban por la corrupción. Mientras López Obrador se ha mantenido en la oposición en medio de la crisis perredista.
Así las cosas, y tras el fracaso panista en el cargo presidencial, frustrada la transición y que tanto el PAN (sobre todo éste) y el PRD fueron recibiendo menos votos en las elecciones, el PRI ha remontado y las encuestas de Los Pinos y otras que se han llevado a cabo, hasta la más reciente del periódico El Universal (9/II/08), lo colocan en ascenso hasta que con el inicio electoral intermedio (para la disputa de seis gobernadores, diputaciones locales, presidencias municipales, 300 diputados federales por elección y 200 pluris) lo pongan en primer lugar.
Esa encuesta pone al PRI con 15 puntos arriba, para perfilarse con una victoria del casi 40 por ciento de los votos; al PAN con el 25 por ciento; y al PRD con una intención de voto del 15 por ciento.
Eso significa que los panistas fracasaron y que, por así decirlo, devolverán la Presidencia de la República, salvo que los elementos de sorpresa que a veces aparecen, López Obrador, como candidato del PT-Convergencia y su lema “Salvar a México”, lograra volver a recabar el apoyo masivo que lo hizo tener, en toda la historia de la oposición, la cifra récord de más de 14 millones de votos. Pero hay desilusión en la ciudadanía que votó por el centro-izquierda y sus cúpulas están reñidas irreconciliablemente.
El PRI se ha convertido en el partido de centro capaz de regresar a la Presidencia de la República y obtener triunfos en los estados, incluso donde impera el PAN (que perdió la oportunidad de las alternancias) y el PRD (que, caníbales, se comen unos a otros) y que los ciudadanos consultados castigarían; mientras la corriente lópezobradorista a muy duras penas se mantiene como pez fuera del agua electoral.
Que continuara el PAN sería dantesco, que volviera el PRI sería una pesadilla, la única esperanza sería AMLO y un grupo de gente que se ha comprometido con salvar a México, que no es precisamente el PRD.
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