El gobierno calderoniano de facto sigue avanzando en el que ha sido el objetivo central que se le impuso desde que se le instaló: el de hacer de México un territorio bajo el control del Pentágono y de las fuerzas armadas estadunidenses.
1. La historia muestra que los periodos de crisis económica –y social– han sido utilizados por los gobiernos no para reconsiderar las políticas erróneas que han conducido a la crisis sino para aprovechar, por el contrario, los efectos sociales del desastre a fin de profundizar las mismas políticas, como está siendo ahora el caso en buena parte de los países sometidos a los organismos financieros internacionales, y en particular de México.
2. La paradoja de lo que acontece es que el gobierno panista de facto, que es un gobierno espurio y carente de respaldo social, a pesar de su corrupción e incompetencia está pudiendo avanzar, gracias a la gravedad de la situación social existente en México, en el objetivo que se fijaron quienes lo impusieron en la silla presidencial, consistente en desmantelar a la nación como una vía para destruir al Estado. Como si nada hubiese acontecido, Calderón está entregando a la trasnacional Dowell Schlumberger un contrato anticonstitucional por 687 millones para perforar 500 pozos en la zona de Chicontepec, no ha dejado de maniobrar para hacer aprobar una contarreforma laboral que cancelaría derechos históricos de los trabajadores, está entregando el control de la educación nacional a grupos privados y sigue empeñado en lograr que las fuerzas armadas estadunidenses se hagan cargo de la seguridad interna de México.
3. La situación existente en México es doblemente grave pues no sólo desde las cúpulas del poder económico y político que gobiernan se insiste en seguir aplicando las mismas políticas que están llevando al desastre, sino que existe un rechazo absoluto a discutir cualquier alternativa que suponga apartarse del modelo, y esto no obedece más que al temor de los poderosos de perder sus privilegios.
4. En Estados Unidos los voceros de los poderes fácticos han mostrado un temor sin precedentes desde que estalló la crisis, sabedores de que si bien la misma ha evidenciado una vez más el fracaso del modelo del capitalismo neoliberal, esto ha sido en 2009 de manera mucho más cruda y brutal, como lo muestran los indicadores sobre inflación, desempleo y deterioro de las condiciones materiales de existencia, pero su respuesta ha sido invariablemente la misma: lo que ha fallado no es el modelo sino quienes lo han aplicado, que han cometido errores, y hay que seguir sobre la misma vía, y ésa es la tesis de Obama y de sus gentes.
5. El terror de los grupos mafiosos que controlan el poder en el mundo es el rasgo dominante en la entrevista que The New York Times le hizo hace unos días al nuevo presidente estadunidense (8 de marzo) en este contexto marcado por el agravamiento de la situación. “¿Es usted socialista?”, le espetaron dos de sus reporteros a Barack Obama en la Casa Blanca, como si no conocieran sus tesis de campaña y como gobernante, a lo que éste a la defensiva respondió que si las políticas llevadas a cabo definen a un gobernante la respuesta sería “no”. Hora y media más tarde, un descompuesto Obama, que entendió ya la gravedad de la ofensa y de la descalificación, llamó por teléfono a los entrevistadores para decirles que su pregunta le había parecido en un principio una broma, y precisarles que la intervención del Estado en la economía empezó con George W. Bush y que él era un admirador del libre mercado, del cual se deshizo en elogios para que no quedara la menor duda.
6. La duda es sobre otra cuestión fundamental: ¿quién manda en Estados Unidos? El control que los grandes poderes económicos ejercen sobre las instituciones es cada vez mayor en casi todos los países occidentales y está siendo determinante para que prosiga de manera acelerada un proceso de descomposición que hasta ahora no ha podido ser detenido y que lleva cada vez más al desastre. A Obama, un gobernante débil, poco parece interesarle México y las políticas de las instancias de poder estadunidenses hacia nuestro país siguen siendo las mismas.
7. La campaña desaforada de los medios, y en particular de Televisa y de Tv Azteca, que han hecho de sus programas de noticias pero también de sus espacios de diversión una “nota roja” permanente y continua magnificando las acciones del narco y del “crimen organizado”, busca justificar la intervención policiaca anticonstitucional del Ejército que ha desquiciado la vida política y social del país, con el objetivo esencial de justificar las políticas de sometimiento de Calderón a los dictados de Washington, pero también –y fundamentalmente– de infundir miedo a la población, todo en la mira de crear las condiciones a fin de que las fuerzas armadas estadunidenses puedan tener mayor injerencia en el interior de México.
8. Las declaraciones del almirante Michael Mullen (jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, quien expresó que Washington está dispuesto a ayudar a México en su lucha “contra el narco”, pero que deben intervenir directamente en esa guerra las fuerzas estadunidenses aplicando “tácticas de contrainsurgencia” como las utilizadas en Irak y Afganistán (7/3/09), y el pronunciamiento del legislador David Jonson, que advirtió al Congreso que en México al menos 150 mil personas están directamente involucradas en el narcotráfico mientras que 300 mil se dedican al cultivo, por lo que el riesgo según él para Estados Unidos es cada vez mayor (10/3/09), no son más que expresiones en una escalada que va hacia el mismo objetivo: el que han favorecido Calderón y quienes lo sostienen.
9. Y aquí cabe un paréntesis. Al ingresar El Chapo Guzmán a la lista Forbes de los hombres más ricos del planeta (11/3/09), Calderón y sus amigos deberían preguntarse si los otros ocho mexicanos que ahí aparecen no deben también su fortuna en buena medida al mismo origen.
10. El desastre cada vez mayor que se avecina en México puede ser detenido: urge cambiar las políticas, pero también a los hombres en el poder.
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