viernes, marzo 27, 2009

Los posibles embajadores de EU



No sabemos con certeza a cambio de qué, pero Hillary Clinton, la secretaria de Estado norteamericana, leyó atingentemente el guión que le propuso y tanto quería escuchar Felipe Calderón: que es un valiente luchador contra el narcotráfico, flagelo de cuyo auge también es responsable Estados Unidos por sus altos niveles de consumo y el tráfico de armas; que la Casa Blanca dará todo su apoyo para aniquilar a los cárteles de la droga que operan en México; y, sobre todo, que no es cierto que en nuestro país haya una sola zona ingobernable.
De acuerdo con esa línea argumentativa ya no somos el Estado fallido que hace algunos días nos dijo que éramos el almirante Dennis Blair, director de la Inteligencia Nacional de EU, quien ayer se tuvo que retractar de su dicho.
Pero a pesar de que no somos más un Estado fallido, nuestros vecinos han propuesto para embajador en México al menos a dos especialistas en el diseño de planes para estabilizar y reconstruir sociedades que han vivido conflictos o choques civiles o, dicho de otra manera, especialistas en Estados fallidos.
Se trata de dos embajadores de carrera, Carlos Pascual y Robert S. Gelbard, respecto a cuyo nombramiento ha guardado silencio la Casa Blanca y que, en todo caso, tendrán que ser ratificados por el Senado estadounidense y, por supuesto, recibir el beneplácito del gobierno mexicano.
Pascual nació en Cuba hace 50 años, pero se nacionalizó americano después de que emigró con sus padres a EU. Lleva casi un cuarto de siglo en el servicio exterior, pero su trabajo no se ha limitado a la diplomacia, ya que también se ha desenvuelto, aunque discretamente, en los servicios de seguridad nacional y espionaje de Washington.
Esa combinación de tareas fue la que lo hizo parte del Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de William Clinton (1995 -2000) para analizar y diseñar políticas para la región euroasiática cuando sufría los efectos más severos del desmantelamiento de la Unión Soviética. Posteriormente fue, entre 2000 y 2003, embajador en la ex república soviética de Ucrania.
Carlos Pascual tiene un fuerte vínculo con John Dimitri Negroponte, quien fuera embajador en México, subsecretario de Estado y, durante una parte del gobierno de George W. Bush, jefe de todos los aparatos de inteligencia y espionaje. El conducto de esa relación Pascual-Negroponte ha sido la esposa de este último, Diana Negroponte Villers, hija de uno de los socios de la acerera British Steel y administradora durante algún tiempo, junto con Harold H. Koh, actual asesor legal de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, y el propio Pascual, de la Freedom House, una organización no gubernamental conservadora y de derecha con fuertes vínculos con la CIA.
Tanto Diana Negroponte como Carlos Pascual son miembros del Brookings Institution, uno de los más importantes centros de estudio del que han formado parte altos mandos de la administración de Barack Obama.
El otro posible embajador, Robert S. Gelbard, también es diplomático de carrera y tiene 65 años de edad. Fue enviado especial del presidente Clinton a los Balcanes para atender el conflicto de Serbia (1997-1999), y de 1999 a 2001 fue embajador en Indonesia. Es, junto al almirante James L. Loy, uno de los socios y directores de L-1 Identity Solutions, consultora privada en seguridad interna y seguridad nacional que tiene como clientes al Departamento de Defensa y a las agencias de inteligencia.
Verá usted que el perfil de quienes podrían ser el próximo embajador estadounidense en México, corresponde al de alguien capaz de operar en una zona caliente como México, donde cada vez habrá una mayor intromisión de Washington a propósito de su corresponsabilidad en la lucha contra los cárteles de la droga.
(rrodriguezangular@hotmail.com)

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