lunes, mayo 04, 2009

Columna Asimetrias.Las Víctimas de las Crisis


Por Fausto Fernández Ponte




04 mayo 2009

“El fomento del individualismo y el egoismo en México refuerza el instinto antisolidario e impide la movilización de las masas populares”.
Hugo Gutiérrez Vega.

I

Es un hecho discernido objetivamente por la experiencia histórica
que los trabajadores –fueren éstos del campo o la ciudad-- son los
verdaderos creadores de la riqueza en el mundo; en México ello es
particularmente cierto y vero. Empero…

Empero la creación de riqueza tiene en éste país ancho y ajeno –sí,
cada día más ajeno, apropiado legalmente por los intereses de los
dominantes personeros otrora priístas y hoy panistas del poder
político del Estado-- peculiaridades asaz inicuas, por inequitativas:

Una, que los medios para producir esa riqueza son propiedad
privada y, por lo mismo, antisocial. Así, el usufructo de la plusvalía
del uso de los medios de producción –incluyendo la tierra y el
subsuelo, agua y aire-- es sólo de unos cuantos, los menos, no los
más.

Otra, que esos menos (unas 39 familias extendidas, sus asociados y
operadores que conforman entre el 12 y el 20 por ciento de la
población) son quienes, epicenamente o por subrogación, influyen en
la conducta de los personeros del poder político del Estado.

Y, una más, que esa situación --inmoral e injusta para los más,
pero congruente con la moral cristiana y, por tanto, justa para los
apropiadores de los medios de producción y de la riqueza creada por
los trabajadores— tiene consecuencias corrosivas para todos.

Por supuesto, la salvedad es imprescindible: no cuestiónase aquí la
legalidad del régimen de propiedad particular de los medios de
producción –que por definición histórica son sociales--, sino la
inmoralidad y la ética de los motivos de dicho statu quo jurídico.

II

Ese statu quo jurídico se extiende no solamente a lo descrito
aquí, sino también a otros aspectos, igualmente centrales que afectan
negativamente a los intereses de los trabajadores y sus familiares y
a los del país, es decir al Estado mexicano mismo.

Véalo, si no, el caro leyente: los trabajadores y, en un sentido
más amplio, la población económicamente activa de México, así como sus respectivas familas, conforman el grueso mayoritario, el 90 por
ciento, del total de habitantes del país.

Señálese por atenencia que las estadísticas aquí consignadas spn
deducidas de las cifras del Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática, órgano del Estado, y concatenadamente
cotejadas mediante metodología de discernimiento y medición
sociológica.

Prosigamos. Decíamos que, sin embargo los apropiadores de los
medios de producción y de la riqueza creada por los trabajadores –que
en la economía política se les identificaría como fuerzas productivas
de la sociedad-- no tienen acceso a esa riqueza.

Y no sólo eso: tampoco tienen acceso al usufructo de derechos
humanos –en el caso, laborales, de salud y educativos— elementales o
básicos tales como seguridad social y certidumbre en el empleo,
prestaciones, salarios justos o suficientes para vida decorosa,
etcétera.

Los empleos son inseguros en todos sentidos, amén de baja calidad
–salarios, si se les puede llamar así, bajísimos, en condiciones
laborales casi esclavizantes en lo moral y lo ético y, por lo mismo,
propios de una cultura de la necesidad ingente del trabajador y
atentatorios a la dignidad.

III

Ello establece un contraste terrible: mientras la Constitución
Política de los 31 Estados Unidos Mexicanos y el Distrito Federal
preconizan esos derechos sociales (humanos, laborales, de salud,
educativos, etcétera), en la práctica es precisamente lo opuesto.

Dada esa situación moral y éticamente anómala, si no es que
monstruosa --que la sociología identificaría como superestructural-- ,
los trabajadores en general, esos creadores de riqueza de la que se
apropian unos cuantos, son víctimas de las crisis concurrentes que
estrujan al país.

Sin duda. La crisis más reciente –la de salud, emblematizada en la
aparición atípica del virus de influenza A-H1N1— afecta al bienestar
general y particular de los trabajadores y sus familiares dependientes
(niños y ancianos sobre todo) y cercena brutalmente sus expectativas.

A la crisis se salud sumaríanse las otras, anteriores pero
concurrentes y crecientes:
1) la de la evidente y demostrada inviabilidad del modelo económico-financiero, industrial y comercial del neoliberalismo establecido por fiat presidencial hace 27 años;
2) la financiero-económica global.

Y otras crisis:
3) la caída sostenida del poder adquisitivo del ingreso;
4) la debacle en materia de seguridad pública;
5) la erosión de la credibilidad, de por síì magra, de los personeros
panistas, priístas, perredistas, etcétera, del poder político del
Estado, percibidos como ineptos y corruptos.

Éstas crisis están bajo el mismo domo de definiciones: la
descomposición del poder político del Estado --que emite vectores que
conducirían inexorablemente a cambios profundos— que afecta a los
demás elementos constitutivos de dicho Estado (pueblo, soberanía y
territorio).

¿Resultado y consecuencia? Una crisis política ahondante. De ésta
ningún personero (o aspirantes a serlo) priísta, panista, perredista,
“convergente” o de los demás partidos) nadie habla; de hecho, evitan
el tema. Ello define incluso el carácter de la crisis política de
ineptitud y corrupción.

La ineptitud se advierte en la supresión, so pretexto de la crisis
de salud, de la vía socio-cultural-política de desfogue y expresión
de repudio de los trabajadores a las políticas neoliberales del
Estado; la corrupción es visible en el manejo oportunista y de
negocios de dicha crucialidad.

Cerradas las espitas por las cuales escaparían las presiones, éstas
se convierten en la coyuntura –eslabonamiento de circunstancias y
situaciones cambiantes y dinámicas-- que propician los entallamientos
sociales. Panita no sòlo ineptos y corruptos, sino ignorantes de la
historia.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Espitas: salidas, válvulas de escape de presiòn.
Fiat: decreto, orden terminante, autoritaria y arbitraria. En el caso de la adhesión del Estado mexicano al neoliberalismo, ésta se dio unilateralmente entre diciembre de 1982 y enero de 1983 al adherirse
al Acuerdo General de Comercio y Tarifas (GATT, por sus siglas en
inglés), en el sexenio de Miguel de la Madrid.
Superestructural: relativo a la subestructura de la sociedad. En
sociología, conjunto de instituciones cuya función es la de cohesión a
la sociedad y la cultura en torno a la base económica y de asegurar la
reproducción de ésta.
Statu quo: estado ded cosas. Realidad.

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