Serpientes y Escaleras
¿Qué causó tan graves y profundos daños en la economía nacional que ya estaba en crisis? ¿El virus de la influenza humana o el manejo que de la epidemia hicieron las autoridades? ¿Qué tiró al turismo mexicano, la epidemia en sí o la forma en que autoridades y medios reportaron lo que pasaba en México? ¿Qué llevó a que tantas micro y pequeñas empresas —ya heridas— estén cerrando en cifras alarmantes de hasta 100 mil negocios en el último mes?
Las preguntas que muchos se hacen en el balance de lo ocurrido en México con la epidemia de influenza empiezan a tener tantas respuestas como daños dejó la emergencia sanitaria. Voces críticas de diversos sectores exigen someter a revisión el triunfal discurso oficial de “nos salvamos y salvamos al mundo”, para debatir si todas las decisiones gubernamentales, tanto federales como locales, fueron acertadas y si no hubo algunas que trajeron más daños que beneficios.
Desde el tono sarcástico del rector de la UNAM, José Narro Robles, para cuestionar las prohibiciones en la emergencia, hasta el juicio contundente de las debilidades e ineficiencias exhibidas en el sistema de salud pública que explican por qué aquí murieron tantas personas por el virus AH1N1 y no en otros países, o ya de plano el vergonzoso presupuesto nacional a la investigación científica de 0.4% del PIB.
Dos expertos en publicidad, de prestigiadas agencias, afirman que el fuerte daño que se hizo a la imagen de México en el mundo, y que no ocurrió con países como EU —con más casos confirmados y también origen del virus—, se explica en gran parte por la recomendación oficial —de la Secretaría de Salud y autoridades locales— de usar cubrebocas en la contigencia. “Las imágenes de todos los mexicanos en las calles usando cubrebocas dieron la vuelta al mundo y transmitieron un mensaje letal de un país enfermo y en cuarentena. Eso, en un mundo global, fue lo que más afectó y ahuyentó al turismo”, comentan.
¿Quién decidió recomendar que todo el mundo usara cubrebocas a sabiendas de que no protegía realmente y sólo debieron portarlo personas enfermas o con síntomas y no población sana? El 30 de abril, en plena emergencia, Miguel Ángel Lezana, director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica de la SSa, dijo al corresponsal de El País, Pablo Ordaz, que el uso de cubrebocas no era una medida real de protección y era “más una demanda de la población. La gente se siente más segura llevándolas, más tranquila, y no les hace ningún daño”.
A la gente no le hizo daño, ¿pero qué tal a la imagen del país en el mundo? ¿Quién va a responder por esas y otras decisiones y acciones equivocadas que agudizaron el desastre económico?
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