Carlos Fernández-Vega
Por si alguien tuviera dudas, va un éxito más del gobierno calderonista: en los primeros dos años de estancia en Los Pinos, casi 6 millones de mexicanos obligadamente se sumaron a la pobreza. En ese lapso, el porcentaje y el número de mexicanos pobres se incrementaron sustancialmente en comparación con los indicadores que recibió (el 1º de diciembre de 2006), lo que en este sentido representa un retroceso a los niveles observados en 2004 en cuanto a porcentajes y a 2002 en lo que a número de mexicanos se refiere. Así, para vivir mejor, 50.5 millones de paisanos se encuentran en condición de pobreza patrimonial; 26.76 millones en pobreza de capacidades y 19.5 millones en pobreza alimentaria. Y ese resultado lo obtuvo en un bienio en el que oficialmente no había crisis.
Más de 50 millones de mexicanos hundidos en la pobreza ejemplifican lo resultona que ha salido la política económica en el país, no sólo con Felipe Calderón, sino a lo largo de los años. Sirva de referencia que en 1992, cuando el país se insertaba en el primer mundo (según el discurso oficial), el número de pobres ascendió a 46.14 millones, equivalente en ese entonces a 53.1 por ciento de la población total; en 2002 se había incrementado a 50.4 millones, igual a 50 por ciento de la población total, y en 2008 a 50.55 millones, equivalente a 47.4 por ciento de esa misma población.
En 2006, 42.6 por ciento de los mexicanos eran pobres (44.67 millones); dos años después, en 2008, el porcentaje se incrementó a 47.4 y el número a 50.55 millones. Casi 6 millones más, antes de la crisis oficialmente reconocida (la de 2009). Lo mejor del caso es que el balance, la medición, las cifras, no provienen de alocados organismos internacionales que no entienden lo que pasa en el país, ni mucho menos de enfermizos opositores al régimen. No: la fuente es el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), una institución pública descentralizada, que basa su análisis en la reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2006-2008, levantada por el Inegi.
De acuerdo con las cifras oficiales (Inegi y Coneval), de 2006 a 2008 nacieron un millón 896 mil 53 mexicanos; en ese mismo periodo 5 millones 872 mil 205 paisanos fueron obligadamente incorporados a la pobreza, de tal suerte que Calderón condenó a la miseria a todos los nacidos en el primer bienio de su administración y entre las patas se llevó a otros 3 millones 976 mil 152 que arribaron a este heroico país entre 2001 y 2005, lo que confirma lo bien que hace las cosas y el éxito de su política social, cuyos operadores han sido la actual senadora por Yucatán Beatriz Zavala Peniche (hasta enero de 2008) y (desde entonces) el actuario Ernesto Cordero Arroyo.
Y para entender cómo se divide el pastel, van las definiciones: pobreza de patrimonio: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como para realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar sea utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios; pobreza de capacidades: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y en educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más para estos fines, y pobreza alimentaria: incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría: la entidad cuenta con el Instituto de Seguridad Social del Estado de Guanajuato (ISSEG), sin duda uno de los primeros golpes al ISSSTE. Inicialmente sólo se encargaba de acumular los fondos para las pensiones de los trabajadores del gobierno estatal. Hoy, éstos aportan tanto al ISSSTE como al ISSEG. La atención médica a los trabajadores del gobierno estatal se les debe brindar en el ISSSTE, que en la entidad no ha incrementado su infraestructura ni su capacidad de atención, (pero) en sólo tres años los derechohabientes se han duplicado. Los trabajadores obtienen del ISSEG préstamos para casa, préstamos a corto plazo; el ISSEG es dueño de una cadena enorme de farmacias con presencia en Michoacán y San Luis Potosí, cambia dólares, tiene también diversos estacionamientos (Irapuato, San Miguel, León), participa en el proyecto del puerto interior de Guanajuato, proyecta hacer las oficinas que luego le rentará al gobierno, tiene supermercados y centros comerciales. La población trabajadora del gobierno se podrá quejar de la carencia de atención médica (aunque tienen una red médica de clínicas particulares que dicen les paga la universidad; sin embargo, pues la pagamos todos, porque es una red que opera con recursos públicos que nunca son auditados), pero no hemos reparado en el boquete que en la atención médica estatal le ha abierto, a mi parecer, el negociazo de seguridad social estatal llamado ISSEG, al utilizar las aportaciones (que además este año subió el porcentaje de aportación y nadie se inconformó) en la ampliación de infraestructura comercial. De la atención médica se pueden encargar las clínicas privadas y los hospitales del DF que han establecido sus franquicias en esta entidad. No es fácil ni rápido tener la información que nos muestre cómo ha crecido el número de negocios particulares llamados clínicas, a la sombra de subsidios entregados directamente a los pacientes que luego de endrogarse y tras la emergencia de salud (los accidentados caen a las clínicas particulares, y ya luego, pues no hay para pagar, pero el gobierno les paga) recurren a una oficina de gobierno donde luego de hacer un trámite y demostrar que no tienen para pagar la deuda hospitalaria, el gobierno paga directamente a la clínica. Así, la gente va creyendo que el estado funciona, porque el gobierno a unos les paga su deuda con clínicas; los burócratas viven felices, porque sus aportaciones les dan estacionamientos (en los que además deben pagar), y el ISSSTE continúa su decadencia, pero el ISSEG ni por equivocación entrará a la atención médica; en cambio los fraccionamientos ponen el costo de las casas, curiosamente, en lo que puede obtener un trabajador de gobierno como crédito. Lamentablemente ningún partido de izquierda ha criticado, ni se inmuta ante este enorme boquete en seguridad social que ha abierto y representa el ISSEG. Después de tanto jineteo económico, las pensiones no mejorarán, pues el trabajador sólo tendrá derecho a su sueldo base, aproximadamente 40 por ciento de su sueldo al momento de jubilarse (otro mexicano que puede causar baja laboral, por lo que se omite el nombre).
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