Por Ernesto Villanueva
Para nadie escapa que en la sociedad de fin de siglo el derecho a saber, y el derecho a participar en la toma pública de decisiones, pasa por entero a través de los medios de información, particularmente de la radio y la televisión. En efecto, la democracia representativa y, por ende, indirecta requiere para su ejercicio de la radio y la televisión que hacen las veces de vehículos de intermediación entre el Estado, la sociedad y los ciudadanos en los más distintos aspectos de la vida: información de interés público, educación, entretenimiento y publicidad justa. La radio y la televisión juegan, por tanto, un papel de importancia capital en la calidad de vida comunitaria. Es, por tanto, razonable pensar en el hecho de que los medios electrónicos no deben permanecer al margen de los esfuerzos por edificar una sociedad organizada en aras de que el bien común no sea tan sólo una noción sin asideros, cumpliendo hasta el momento apenas un cometido formal en el país.
Es verdad que en México, el camino en busca de una radio y televisión de calidad pasa por varios retos: educación social, reglas jurídicas óptimas y, sobre todo, normas éticas observables y exigibles por la comunidad. Las normas éticas no sustituyen, en modo alguno, a las reglas jurídicas, pero las pueden complementar y enriquecer. Es de señalar, por ejemplo, los completos parámetros éticos en que los se asientan los contenidos de la radio y la televisión en gran parte del mundo democrático. En Canadá, los empresarios de los medios electrónicos en su Código de Etica del Consejo Canadiense para los Estándares de Difusión señalan que: “la primera responsabilidad hacia los radioescuchas y televidentes de Canadá es la diseminación de información y noticias, ofreciendo una variedad de programas de entretenimiento para satisfacer los diversos gustos, y la necesidad de ejercer estándares éticos en los negocios cuando traten con los publicistas y sus agencias.
Se reconoce que la posesión más valiosa de una radiodifusora es el respeto que deberá ganar y mantener sólo por la adhesión de los estándares más altos de servicio público e integridad. La forma electrónica de publicación conocida como radiodifusión comercial privada es un negocio altamente competido dedicado a ofrecer servicios lucrativos a todo el público en beneficio de todos sus intereses – negocios, política, recreativos, informativos, culturales y educativos –.
Los ingresos provenientes de la publicidad hacen posible la radiodifusión no gubernamental y que todos los programas, incluyendo los de noticias, información, educación y entretenimiento estén disponibles para los canadienses. Cada emisora es responsable de la programación en las estaciones autorizadas. Esta responsabilidad puede ser convenida para ejercer influencia por quienes participan en la producción de los programas, incluyendo la red, los patrocinadores, productores de programas en vivo o grabados, agencias de publicidad y de talento.”.
En el mismo código canadiense se aclaran dos cuestiones que en México son parte de la discusión diaria. En efecto, en la cláusula 7 se establece que en materia de noticias “debe ser responsabilidad de los miembros de la estación asegurar que las noticias sean presentadas con precisión y sin prejuicios. Las noticias no deben ser seleccionadas con el propósito de adelantar o esconder cualquiera de los lados sobre una cuestión pública controvertida, ni deberán ser creadas por rumores u opiniones, o los deseos del gerente de la estación, del editor u otras personas vinculadas en su preparación o envío.
.” Y en la cláusula 7 se establece que en cuestiones públicas controvertidas se partirá de que : “Al admitir en una democracia la necesidad de presentar todos los lados de una cuestión pública, deberá ser responsabilidad de los integrantes de las estaciones tratar justamente todas las materias de naturaleza controvertida. Deberá asignarse tiempo sin menoscabo a todos los otros elementos de una programación balanceada, y por el grado del interés público en las cuestiones presentadas.”
En Canadá, los principios éticos de los medios electrónicos privados no se dejan a la buena disposición de los propios medios, sino que han creado un Consejo de Estándares Eticos que funciona bien. En España, en 1993, se firmó un Convenio sobre Principios de Autorregulación de las cadenas de televisión en relación con determinados contenidos de su programación referidos a la protección de la infancia y la juventud
En México existe un sistema de autorregulación de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, pero carece de toda eficacia. Y es que el problema en México es de fondo: Se carece de parámetros de referencia para saber, con cierto grado de precisión, qué es ético y qué no lo es en la programación de la radio y la televisión. Es el problema de fondo que se ha puesto de relieve, una vez más, en el proceso electoral pasado.
Evillanueva99@yahoo.com
Coincido pero me parece un poco tibio: en México no se carece de parámetros de referencia para saber, con cierto grado de precisión, qué es ético y qué no lo es, ni siquiera de manera general se conocen los principios de la ética ni tampoco preocupa o interesa eso a la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión. El problema de fondo es aún más de fondo de lo que supone el autor. No olvidemos que en México se quiere quitar a la ética del sistema educativo. En síntesis no sólo desconocen los parámetros éticos sino que ni siquiera hay voluntad para conocerlos. Están convencidos de que la ética no tiene porque regir la vida nacional. Así de mal andamos.
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