Gilberto Balam Pereira
El despliegue militar en Ciudad Juárez y Michoacán sólo ha tenido un efecto propagandístico, al igual que las bravuconerías del secretario de Gobernación Gómez Mont. Las fuerzas federales no han retomado el control del Estado. Son notorias las fallas de coordinación entre el Ejército, la Marina y la Policía Federal. En ambos lugares –Michoacán y Ciudad Juárez– se ven miles de soldados pertrechados con fusiles y bazucas.
Fernando Gómez Mont actúa con evidentes frases irresponsables y provocadoras como las que les dirige a los narcos “los estamos esperando, atrévanse”.
El Ejército da muestras de debilidad, el gabinete de Seguridad continúa desorganizado y confrontado, las policías son insuficientes para detener las oleadas de violencia y se acumulan evidencias de que los cárteles siguen enganchados al poder político.
Entre tanto, el gobierno federal insiste en desplegar amplios refuerzos. Mientras, los ocho cárteles están afincados en unos 20 estados del país y se enfrentan con las fuerzas federales, lo que evidencia que los narcos sí se han organizado eficientemente para sus objetivos de defensa y ataque.
El combate al crimen organizado por la vía de la represión –fuerza contra inteligencia criminal– es el más atrasado, pues mostró sus fallas en Colombia donde la exportación de drogas siendo el principal negocio. Lo grave en México es que sigue luchando con la misma estrategia contra las mafias.
Este año han desertado del Ejército unos 35 mil efectivos, buena parte de los cuales se están pasando al lado de los criminales. No está convencido el Pelele Fecal que los soldados no quieren pelear porque dicho combate está fracasando. Por otra parte, el patrimonio de los narcos sigue incólume. El Ejército no se capacitó para esta guerra. El gobierno del ilegítimo presidente es fallido, hay un error de cálculo. Los narcos están cazando a soldados, policías y se dan el lujo decapitar a muchos de ellos. A cambio, los militares están repitiendo la inútil estrategia de guerra sucia como la de los años setentas. Como consecuencia se está atacando a agentes de inteligencia militar y hasta a oficiales. Está el ejemplo del asesinato reciente de seis agentes federales y dos funcionarios del penal de Tepic.
La Policía Federal Preventiva sólo dispone de 30 mil agentes, lo que significa que el Ejército no regresará a los cuarteles. Las fuerzas armadas resultan insuficientes.
Para este año se han destinado las mayores partidas presupuestales a cambio de sonoros fracasos. Se lleva la cuenta de 11 mil crímenes perpetrados desde el inicio de la administración fecalista. Se ejerce un presupuesto escandaloso, jamás visto. Son unos 75 mil millones de pesos que se destinan para el combate del crimen organizado derivados del erario, por tanto, de recursos de la población.
En el entramado de lucha de los dos polos, federales contra narcos, figuran como principales protagonistas de infiltración la SIEDO y la SSP que se encargan de transmitir a cada uno las informaciones de planes logísticos y detalles operacionales, de modo que ambos bandos elevan sus ataques oportunamente, con desventaja obvia de los supuestos antinarcos.
Son ocho los cárteles que se disputan las principales plazas del tráfico ilícito. Aunque sobre la marcha se van dando alianzas entre ellos como en Sinaloa, Tijuana, Ciudad Juárez, los hermanos Beltrán Leyva y Amescua Contreras, los Zetas y la organización encabezada por la familia Díaz Parada. Se observa también que en forma acelerada ha ganado posiciones el grupo denominado “La Familia Michoacana”. Apenas el día 14 de julio, a través de los noticiarios, esta organización planteó al desgobierno de Fecal “un pacto” de entendimiento a cambio de amplias aportaciones que éste haría a la Familia. En otras ocasiones diversas agrupaciones del narco han hecho estos ofrecimientos y cuyos resultados están bien blindados para la opinión pública.
Mientras tanto, Fecal anda con el mito preconcebido de supuesto combate contra la corrupción criminal, aunque sus resultados se ven bien magros. Al cabo que dicha ridícula guerra está costando al pueblo.
Haciendo caso omiso a las críticas de su guerra y al estatus de fuero militar en México, Fecal envió al Congreso hace poco un paquete de iniciativas que no sólo eleva a rango de ley la intervención del Ejército en labores de “seguridad interior”, sino que le otorga nuevas facultades, sin que los poderes Legislativo y Judicial tengan mayores funciones, no más que las de mero trámite.
Vamos, por todo lo anterior, se trata de un proyecto “presidencial” de militarización del país. Qué tal. Esta ultraderecha no se mide, por eso hay que verla como de salida.
jueves, agosto 06, 2009
Proyecto presidencial de militarización del país
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