Julio César Nieto Hernández*
—¿Y éste de qué murió?
?Tomó un litro de herbicida.
?¿Es por el algodón?
—Sí, la cosecha se arruinó; no pudo pagar sus deudas.
Esta escena, que bien podría estar sacada de una historia de Juan Rulfo, es una realidad que acontece en India. Ante la escasa disponibilidad de la semilla convencional, los agricultores se ven obligados a comprar la semilla de algodón transgénico Bt que es cuatro veces más cara, a pesar de los bajos rendimientos y la calidad variable del algodón que se paga hasta en un 20 por ciento menos de su valor en el mercado. Sumando esto a la gran deuda que adquieren al comprar la semilla transgénica, en muchos casos los agricultores prefieren quitarse la vida al no poder pagar.
Los agricultores acogieron con gran esperanza al algodón transgénico Bt Bollgard al comienzo de su comercialización en la India, en junio de 2005. Teóricamente, usarían menor cantidad de pesticida en el cultivo, ya que la principal cualidad del algodón Bt era la de autoprotegerse contra los ataques del gusano americano de la cápsula, la principal plaga del algodón. Los anuncios de televisión mostraban animaciones de fuertes plantas de algodón esgrimiendo espadas y ahuyentando a los insectos.
Las primeras pruebas aprobadas en 1998 por el gobierno hindú funcionaron bien al principio. Los primeros meses las plagas estaban ausentes de los cultivos transgénicos y no se necesitó la aplicación de pesticidas. Luego comenzaron los problemas.
El algodón no se adaptó al clima: las plantas eran más pequeñas, los copos menos numerosos y más difíciles de recoger que los de campos sembrados convencionalmente. Al final de la temporada, los agricultores emplearon la misma cantidad de pesticida porque el algodón Bt atraía nuevas plagas que el algodón convencional no. Los ingresos de los agricultores de algodón Bt fueron un 8 por ciento inferiores respecto de los que cultivaron el algodón convencional.
El responsable de este escenario fue la empresa Mahyco Monsanto Biotech, una fusión de la multinacional Monsanto y Mahyco –proveedor hindú de semillas– quienes, tras la aprobación de 1998, ampliaron a mayor escala sus pruebas en 2000 aun con las demandas de diversas organizaciones civiles para que se verificara la inocuidad del producto.
A pesar de ello, Monsanto logró comercializar la semilla transgénica aludiendo en 2003 a un artículo publicado en la revista Science que determinaba que el algodón Bt era capaz de aumentar los rendimientos hasta un 88 por ciento. Después se descubriría que el artículo había sido elaborado en su mayoría con datos de Monsanto.
La empresa fue obligada por la Comisión para los Monopolios y Prácticas Restrictivas de Comercio del país asiático a disminuir el precio de su semilla transgénica, solución que no duraría mucho ya que de inmediato introdujo nuevas variedades que obtuvieron los mismos resultados.
El currículo de Monsanto
Monsanto fue constituida en San Luis Missouri en 1901. A lo largo de toda su historia, la comercialización de sus productos se esconde detrás del lema “Alimentación, salud y esperanza”, cuando la verdadera cara que han revelado Deborah Koons, Marie Monique Robin y otros investigadores es la de una empresa preocupada por una sola cosa: hacer dinero.
La historia oscura de Monsanto comenzó en 1927 al iniciar la fabricación de los bifenilos policlorados, compuestos altamente tóxicos que fabricaron desde ese año hasta su prohibición en 1970 y que provocaron el envenenamiento de la gente del pueblo de Anniston en Alabama, hecho por el cual fueron demandados en 2002 y condenados a pagar 700 millones de dólares a las víctimas.
En la década de 1950, llegaron a un acuerdo con el gobierno estadunidense para fabricar el agente naranja –un potente herbicida basado en la mezcla de los compuestos químicos 2, 4, 5-T y 2, 4-D, desarrollado para hacer desaparecer las selvas vietnamitas durante la guerra–. Las impurezas de fabricación del 2, 4, 5-T incluyen dioxina, uno de los tóxicos más potentes conocido hasta la fecha. Actualmente, Monsanto comercializa en México el 2, 4-D, uno de los componentes del agente naranja con el nombre comercial Defensa, que si bien no presenta la peligrosa dioxina, teóricamente podría tener un compuesto residual llamado 2,7-DCDD con propiedades cancerígenas.
En 1958 finalizaron el desarrollo del Posilac o la hormona de crecimiento bovino, que produce una mayor producción de leche en las vacas, pero que les ocasiona alteraciones reproductivas y mamitis –infección en las ubres que obliga al granjero a administrar antibióticos con la posible contaminación de la leche–. Monsanto, hasta la fecha, se niega a diferenciar la leche obtenida de vacas inyectadas con Posilac alegando que no existe diferencia entre esta leche y la obtenida de forma convencional, y ha llevado a juicio a varios ganaderos por diferenciar sus productos.
También está involucrado en la comercialización del Nutrasweet, cuyo principio activo es el aspartame –un endulzante artificial estudiado por el italiano Morando Soffritti durante ocho años en 1 mil 800 ratas de laboratorio. En 2005 publicó los resultados de su estudio: el aspartame es un potencial agente cancerígeno.
Posteriormente desarrollaron su producto estrella, y sobre el cual basan alrededor del 30 por ciento de su negocio: el Roundup. Este herbicida es el más vendido en los últimos años. Es fabricado a partir del compuesto químico llamado glifosato. Este herbicida es no selectivo, es decir que gracias a su particular modo de acción mata cualquier planta que toca. Monsanto lo promovió hasta el cansancio como biodegradable y amigable con el medio ambiente, hasta que se demostró que su tasa de degradación era de 2 por ciento en 30 días, lo cual es mucho tiempo para un producto supuestamente biodegradable. La empresa perdió un juicio por publicidad engañosa en 2007 y se le obligó a quitar la leyenda “biodegradable” de los envases de Roundup y pagar 15 mil euros de multa.
El francés Robert Bellé y su equipo del Centro Nacional de Investigación científica del país europeo realizaron pruebas para determinar la toxicidad de algunos herbicidas. Los resultados fueron que el Roundup no sólo era más toxico que los otros herbicidas, sino que promovía las primeras etapas del cáncer.
Actualmente, Monsanto comercializa los transgénicos en todo el mundo, con sus variantes By y Roundup Ready para soya, algodón, trigo y maíz, entre otros. El debate está abierto, muchos los consideran la solución a la crisis alimentaria mundial; sin embargo, organismos civiles como Greenpeace, los consideran prácticamente los jinetes de Apocalipsis.
Los organismos transgénicos
En el núcleo de nuestras células se encuentra el ADN, una larga tira de información con instrucciones para sintetizar las proteínas pertenecientes al organismo que posee la célula. Una serie de instrucciones para fabricar una sola de estas proteínas se conoce como gen.
Las técnicas actuales de manipulación genética permiten aislar e intercambiar genes entre diferentes especies, vegetales o animales. Recortando genes de acá y pegándolos allá ha sido posible, por ejemplo, aislar de la luciérnaga el gen que produce la luciferina, la proteína fluorescente que le da su luz al insecto, e incrustarlo en una planta cualquiera. El resultado es una planta que brilla. Al gen extraño que se incluye en el genoma de un organismo huésped se le llama transgen.
Basado en este esquema, Monsanto desarrolló los organismos genéticamente modificados (OGM). Así, el maíz y algodón transgénicos de la familia Bt no son otra cosa que la inserción en el genoma de la planta de los genes de una bacteria llamada Bacillus thuringiensis, los cuales le permiten al maíz y algodón fabricar una serie de proteínas tóxicas para los insectos.
Sin embargo, mediante el mismo principio que hace resistente a las cucarachas a los insecticidas en aerosol y a los microorganismos a los antibióticos, las plagas se volvieron resistentes a los efectos de las proteínas Bt al estar constantemente expuestas a ellas.
La tecnología Roundup Ready
Otra variante de manipulación genética es la de inducir en el genoma de la planta la capacidad para tolerar un herbicida específico. Es así como Monsanto culminó en 1994 el desarrollo de su soya Roundup Ready, literalmente “lista para el Roundup”.
Este logro que realmente se opacó cuando se determinó la toxicidad del Roundup y cuando se comprobó la posibilidad de generación de supermalezas por intercambio genético entre la soya y sus parientes silvestres, hecho confirmado por el Centro Británico para la Ecología y la Hidrología, quien afirmó que en Estados Unidos ya se han producido intercambios genéticos entre la soya Roundup Ready y el amaranto, una planta que los agricultores consideran una maleza, proporcionándole resistencia al herbicida.
Otros inconvenientes de los OGM
El primer problema de transportar genes es que en muchos casos se produce un rearreglo en el genoma alterado del huésped. Esto quiere decir que el transgen se puede ubicar al azar en cualquier sitio. Se ha descubierto que los genes en un organismo mantienen estrecha interrelación: el hecho de insertar un transgen en un organismo huésped no asegura la expresión genética de la proteína que codifica.
Monsanto fue constituida en San Luis Missouri en 1901. A lo largo de toda su historia, la comercialización de sus productos se esconde detrás del lema “Alimentación, salud y esperanza”, cuando la verdadera cara que han revelado Deborah Koons, Marie Monique Robin y otros investigadores es la de una empresa preocupada por una sola cosa: hacer dinero.
La historia oscura de Monsanto comenzó en 1927 al iniciar la fabricación de los bifenilos policlorados, compuestos altamente tóxicos que fabricaron desde ese año hasta su prohibición en 1970 y que provocaron el envenenamiento de la gente del pueblo de Anniston en Alabama, hecho por el cual fueron demandados en 2002 y condenados a pagar 700 millones de dólares a las víctimas.
En la década de 1950, llegaron a un acuerdo con el gobierno estadunidense para fabricar el agente naranja –un potente herbicida basado en la mezcla de los compuestos químicos 2, 4, 5-T y 2, 4-D, desarrollado para hacer desaparecer las selvas vietnamitas durante la guerra–. Las impurezas de fabricación del 2, 4, 5-T incluyen dioxina, uno de los tóxicos más potentes conocido hasta la fecha. Actualmente, Monsanto comercializa en México el 2, 4-D, uno de los componentes del agente naranja con el nombre comercial Defensa, que si bien no presenta la peligrosa dioxina, teóricamente podría tener un compuesto residual llamado 2,7-DCDD con propiedades cancerígenas.
En 1958 finalizaron el desarrollo del Posilac o la hormona de crecimiento bovino, que produce una mayor producción de leche en las vacas, pero que les ocasiona alteraciones reproductivas y mamitis –infección en las ubres que obliga al granjero a administrar antibióticos con la posible contaminación de la leche–. Monsanto, hasta la fecha, se niega a diferenciar la leche obtenida de vacas inyectadas con Posilac alegando que no existe diferencia entre esta leche y la obtenida de forma convencional, y ha llevado a juicio a varios ganaderos por diferenciar sus productos.
También está involucrado en la comercialización del Nutrasweet, cuyo principio activo es el aspartame –un endulzante artificial estudiado por el italiano Morando Soffritti durante ocho años en 1 mil 800 ratas de laboratorio. En 2005 publicó los resultados de su estudio: el aspartame es un potencial agente cancerígeno.
Posteriormente desarrollaron su producto estrella, y sobre el cual basan alrededor del 30 por ciento de su negocio: el Roundup. Este herbicida es el más vendido en los últimos años. Es fabricado a partir del compuesto químico llamado glifosato. Este herbicida es no selectivo, es decir que gracias a su particular modo de acción mata cualquier planta que toca. Monsanto lo promovió hasta el cansancio como biodegradable y amigable con el medio ambiente, hasta que se demostró que su tasa de degradación era de 2 por ciento en 30 días, lo cual es mucho tiempo para un producto supuestamente biodegradable. La empresa perdió un juicio por publicidad engañosa en 2007 y se le obligó a quitar la leyenda “biodegradable” de los envases de Roundup y pagar 15 mil euros de multa.
El francés Robert Bellé y su equipo del Centro Nacional de Investigación científica del país europeo realizaron pruebas para determinar la toxicidad de algunos herbicidas. Los resultados fueron que el Roundup no sólo era más toxico que los otros herbicidas, sino que promovía las primeras etapas del cáncer.
Actualmente, Monsanto comercializa los transgénicos en todo el mundo, con sus variantes By y Roundup Ready para soya, algodón, trigo y maíz, entre otros. El debate está abierto, muchos los consideran la solución a la crisis alimentaria mundial; sin embargo, organismos civiles como Greenpeace, los consideran prácticamente los jinetes de Apocalipsis.
Los organismos transgénicos
En el núcleo de nuestras células se encuentra el ADN, una larga tira de información con instrucciones para sintetizar las proteínas pertenecientes al organismo que posee la célula. Una serie de instrucciones para fabricar una sola de estas proteínas se conoce como gen.
Las técnicas actuales de manipulación genética permiten aislar e intercambiar genes entre diferentes especies, vegetales o animales. Recortando genes de acá y pegándolos allá ha sido posible, por ejemplo, aislar de la luciérnaga el gen que produce la luciferina, la proteína fluorescente que le da su luz al insecto, e incrustarlo en una planta cualquiera. El resultado es una planta que brilla. Al gen extraño que se incluye en el genoma de un organismo huésped se le llama transgen.
Basado en este esquema, Monsanto desarrolló los organismos genéticamente modificados (OGM). Así, el maíz y algodón transgénicos de la familia Bt no son otra cosa que la inserción en el genoma de la planta de los genes de una bacteria llamada Bacillus thuringiensis, los cuales le permiten al maíz y algodón fabricar una serie de proteínas tóxicas para los insectos.
Sin embargo, mediante el mismo principio que hace resistente a las cucarachas a los insecticidas en aerosol y a los microorganismos a los antibióticos, las plagas se volvieron resistentes a los efectos de las proteínas Bt al estar constantemente expuestas a ellas.
La tecnología Roundup Ready
Otra variante de manipulación genética es la de inducir en el genoma de la planta la capacidad para tolerar un herbicida específico. Es así como Monsanto culminó en 1994 el desarrollo de su soya Roundup Ready, literalmente “lista para el Roundup”.
Este logro que realmente se opacó cuando se determinó la toxicidad del Roundup y cuando se comprobó la posibilidad de generación de supermalezas por intercambio genético entre la soya y sus parientes silvestres, hecho confirmado por el Centro Británico para la Ecología y la Hidrología, quien afirmó que en Estados Unidos ya se han producido intercambios genéticos entre la soya Roundup Ready y el amaranto, una planta que los agricultores consideran una maleza, proporcionándole resistencia al herbicida.
Otros inconvenientes de los OGM
El primer problema de transportar genes es que en muchos casos se produce un rearreglo en el genoma alterado del huésped. Esto quiere decir que el transgen se puede ubicar al azar en cualquier sitio. Se ha descubierto que los genes en un organismo mantienen estrecha interrelación: el hecho de insertar un transgen en un organismo huésped no asegura la expresión genética de la proteína que codifica.
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