Juanito vuelve a la escena de la mano del PRIAN bajo las órdenes y batuta televisivas. Necesita la derecha fascista de factores distractivos para acabar de implantar la dictadura fascista que avanza a pasos gigantes en nuestro país.
Y Juanito les cayó del cielo como anillo al dedo de novia que no soñaba ya con casarse “por quedada”. Unos, los a modo, acusan, encantados de poder hacerlo, a la par que defienden al distractor del momento, a AMLO de ser su creador. Otros cuestionan a AMLO por la misma creación. Nadie se ocupa de cuestionar al PT como el partido elegido por AMLO para enfrentar al PRD. Estoy convencida de que hoy solamente AMLO puede evitar el derramamiento de más sangre, que la destinada a seguirse derramando, en México, por la derecha a modo del imperio vecino. Imperio que, ni con un negro al frente, es capaz de entender que el mundo avanza. Imperio incapaz de entender que él también va a resultar afectado al no permitir que en México ocurra lo que en Uruguay, que hoy se suma a Paraguay y a la Argentina, a Brasil y a Chile, a Venezuela, a Bolivia y Ecuador que construyendo, cada uno a su manera, la democracia se encuentran.Democracia aquí cancelada por decreto, que incluso ya nos regresa, vía la última puntada del usurpador Calderón, al mismo reclamo de hace un siglo: “No reelección”, más allá de que ya nos había llevado, con la legalización del fraude, a la exigencia del otro reclamo también inalcanzado, a pesar de la Revolución estallada, para alcanzarlos, hace un siglo, al de el “sufragio efectivo”. Pero también estoy convencida de que AMLO en muchas de sus decisiones se ha equivocado. Debió mantenerse como Presidente Legítimo en lugar de sólo conformarse con hacer proselitismo partidario para ver si dentro de seis años “sí se puede”. A lo mejor habría corrido sangre, ciertamente. Pero muchos litros de sangre no se habrían derramado de haber elegido AMLO convertirse en el hombre valiente que el país le exigía ser desde el momento en que la institución electoral (hoy acabada) legalizaba el fraude, para que el convertido en espurio por el IFE (hoy acabado) se convirtiera en el usurpador que hoy la dictadura impulsa poniendo un ejército asesino en manos de uno de los personajes más impresentables de México, que ya es decir, tantos tenemos, Genaro García Luna, con lo que incluso agravia de manera brutal al Ejército Nacional, el usurpador en turno, otros sufriremos, si las cosas siguen como van. Lo más probable es que AMLO no haya conocido antes de “su lanzamiento al estrellato” a Rafael Acosta, de quien ni su nombre sabía. Pero el PT debía saber a qué clase de sujeto le proponían, ciertamente, para revertir una más —como todas— inaceptable decisión del poder, acabado, al haber legalizado el fraude en México. El problema de AMLO es querer jugar con las reglas de la democracia en un lugar donde desde el poder se implanta una dictadura. Las cosas no funcionan así. Y otro error, de AMLO, es haberse mantenido en el PRD, donde muchos lo abominan, cuando a estás alturas ya se tendría que tener, medianamente bien construida, la alternativa partidaria, dado que la elección de AMLO es llegar al cambio por esa vía. Atroces se presentan las cosas para los habitantes de Iztapalapa si el factor distractivo gobierna esa delegación. Y atroces se ven también si Clara Brugada y sus secuaces, efectivamente, como algunos apoyadores del distractor señalan, provocan un enfrentamiento o crean otro monstruito que en un bunker se atrinchere para desgobernar la conflictiva, de suyo, delegación, falta de servicios como el agua desde tiempo inmemorial. Es decir, ni para los a modo ni para la derecha fascista que atrincherada, detrás del hoy usurpador en turno, Calderón, gobierna, los habitantes de Iztapalapa son seres humanos que de todo adolecen, personas dignas de lástima, hombre y mujeres, niños y niñas, como los mismos derechos que ellos tienen. Si se da un enfrentamiento, qué mejor. Y si no se da: se provoca. A la derecha fascista le urge un estallido. Qué mejor que el mismo se dé en la capital de la república con sus odiosos habitantes que van dejando de encender la tele y dejando de comprar en las grandes cadenas y los que, pensantes, al usurpador, por su condición, se refieren.
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