Escrito por ÁNGEL LUIS BELTRÁN CALUNGA
Santiago de Cuba, marzo 3.- El gobierno más terrorista del mundo, Estados Unidos, tiene a Cuba en una lista de 14 países terroristas. Resulta que para el imperialismo yanqui, los territorios que han padecido y padecen el terrorismo, el enemigo común de los pueblos los apunta en la relación tenebrosa, donde, realmente, está él.
En el caso de la indoblegable Cuba, el terrorismo norteño les ha cercenado la vida a 3 478 cubanos, en tanto 2099 quedaron discapacitados.
Largo y tendido es hacer la relación de las acciones terroristas contra la Primera Revolución Socialista de América, mas una de las más deleznables fue la acontecida el 4 de marzo de 1960, hace ahora 50 años, la voladura del vapor francés La Coubre, el cual traía las primeras armas adquiridas por Cuba para la defensa.
Como se dice en una publicación de entonces, “Cuerpos, brazos, piernas y cabezas volaron por el espacio, como si fueran muñecos de goma; algunos cayeron al mar”.
El crimen de lesa Humanidad aconteció en La Habana, Cuba. A las 3 y ocho minutos de la tarde, de la fecha indicada, se produjo la primera explosión. A ésta le siguieron otras de menor resonancia; y otra enorme, a las 3:50 p.m., la cual causó el mayor número de víctimas, porque el pueblo acudió masivamente a extraer cadáveres y trasladar heridos. El sabotaje al carguero galo se inscribe como uno de los actos terroristas más crueles contra la Revolución Cubana. El saldo fue de 101 muertos y 209 heridos, especialmente portuarios. En la lista se incluyeron seis de los 36 tripulantes franceses de la nave.
Entre los asesinados por la metralla imperialista, estuvo el santiaguero Max Orúe, quien al frente de un grupo de soldados rebeldes acudió a ayudar a la descarga del barco.
Lo último lo narra Quinciano del Río Soler, luchador de la clandestinidad en Santiago de Cuba, quien se unió a la caravana, con Fidel, que el 8 de enero llegó a la capital. El día trágico, Quinciano, entonces primer teniente, fue a buscar a su amigo, pero al conocer que estaba en los muelles, se dirigió hacia allá y se encontró con la desgracia. La fuerza expansiva de la última explosión lo lanzó como si fuera un proyectil. Estuvo un mes ingresado, aunque no fue herido.
ARMAS PAGADAS POR EL PUEBLO
La nave procedente de Hamburgo, Bremen, Amberes y El Havre, llegó ese día, a las 8:02 a.m., a los muelles de Tallapiedra, para descargar armamentos comprados con el dinero del pueblo cubano, en Bélgica, con destino al Ejército Rebelde.
¿A qué potencia le interesaba que Cuba no se armara? ¿Qué gobierno planeaba agredir a Cuba? La respuesta es obvia, y se supo que Inglaterra estuvo entre los países europeos que denunció presiones de Washington para que no se le vendieran armas a La Habana.
Paralelamente, se conoció que un ataché militar y el cónsul norteamericano en Bélgica, trataron de impedir que la fábrica destinara armas para nuestro país.
Y como si todo fuera poco, ¡vaya casualidad!, a bordo del barco saboteado viajó Donald L. Chapman, periodista yanqui, de 26 años de edad. El corresponsal de la UPI y también, según él, de la CBF, tomó la nave en el puerto francés El Havre.
Cosa rara, un periodista viajando en un medio de transporte lento, como un carguero. Los profesionales de la información suelen desplazarse en aviones, cuando de ir de un extremo a otro se trata, dado que deben llegar a tiempo para cubrir la noticia, pero en este caso hubo una excepción. ¿Curioso, verdad?
Por supuesto, a la hora de la explosión, el reportero no se hallaba en el barco, sino a una distancia prudencial, desde donde inmediatamente, tomó fotos, como si “olfateara” que se iba a producir un “acontecimiento”.
Los peritos cubanos demostraron, hasta la saciedad, que no hubo accidente en el caso y que el mecanismo de la explosión no fue conectado en Cuba. Especialistas franceses y de la compañía que tenía asegurado al buque La Coubre, en 1 000 000 de dólares, igualmente investigaron.
Al día siguiente del zarpazo terrorista, el 5 de marzo, hace medio siglo, las calles capitalinas se conmovieron con una de las grandes manifestaciones de duelo: más de 500 000 personas, encabezadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro, asistieron a los funerales de 54 víctimas. Las restantes no pudieron ser sepultadas, porque sus cuerpos quedaron fragmentados en el mar. En la despedida de duelo, el líder de la Revolución cubana expresó que no podía haber otro culpable del crimen que no fuera el imperialismo yanqui, y al término de su encendido discurso concibió el lema irrenunciable que, desde entonces, encabeza la decisión popular de ¡PATRIA O MUERTE!
Entonces se incrementaron los aportes económicos del pueblo para comprar armas y aviones, en tanto Eisenhower, que era el presidente en Estados Unidos, y su secretario de Estado, Cristian Verter, orquestaban una campaña internacional de mentiras -en eso son especialistas-, en contraposición a la acusación de Fidel, y comenzaron las primeras amenazas de suprimirle a Cuba la cuota azucarera de 3 000 000 de t que compraban. También anunciaron que se podían romper las relaciones diplomáticas. Tanto una cosa como la otra, pronto la materializaron, pero aquí está y estará, para siempre, la Revolución cubana.
Lanzaron la invasión por Playa Girón, otra deleznable acción terrorista, la cual fue derrotada en menos de 72 horas. Iniciaron el bloqueo económico, comercial y financiero, pero los hijos de la Primera Revolución Socialista en América, son una muralla ideológica.
El ejemplo cubano se extiende por otros pueblos del continente. Por eso hoy el imperialismo planea acabar las revoluciones, pero eso será el fin del capitalismo, porque más poderosos son los pueblos.
Fuentes: Discurso de Fidel, el 5 de marzo de 1960 y artículos posteriores en esta publicación
http://www.sierramaestra.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=6873&Itemid=40
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