EDITORIAL.De las otras drogas.

Año 8, número 3297

Martes 23, marzo del año 2010

Ocupado el Gobierno en perseguir a los narcotraficantes de cocaína, marihuana, cristal y similares, se ha olvidado de perseguir también a los que trasiegan drogas (afortunadamente, si no nos iría mucho peor de cómo nos está yendo) tan ilegales como las mencionadas, pero de patente.

Algo no está bien cuando en muchas ciudades de la República cualquiera puede conseguir el medicamento que sea, sin contar con receta alguna de facultativo, o del documento foliado de narcóticos.

Al igual que las piedras o las meta anfetaminas, cualquiera que tenga el dinero suficiente para pagar por ellas, puede conseguir Rivotril, o Morfina, o Ritalín (llamada la coca de los pobres y que alegremente los médicos se las recetan a los menores) que contienen sustancias tanto o más adictivas que las primeras.

Ya establecido el “contacto” con quien las surte, la gente ya no tiene que molestarse en salir a las calles. Con una llamada telefónica cualquiera puede tener en la puerta de su domicilio el fármaco (droga) que quiera o necesite. Más o menos como las pizzas.

Por lo que aquello del problema de salud a que hace referencia el Gobierno, carece totalmente de sustento como para escudarse en ello y no legalizar las drogas, que son el pretexto para que los EEUU se entrometan dizque para ayudar a resolver un problema que ellos no han resuelto.

Pues finalmente tenemos casi tres mil kilómetros de frontera con la nación consumidora de drogas (lícitas e ilícitas) más importante del mundo; lo que no es poco.


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