Los Brigadistas-UNAM
Rebelión
Hace cuatro meses Felipe Calderón, el presidente del desempleo, dictó un criminal decreto para liquidar a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) arrebatando a más de 40 mil trabajadores y sus familias, su fuente de sustento en una sola noche. A pesar de las maniobras legales contra los trabajadores y no obstante la campaña de desprestigio en los medios de comunicación, la resistencia no ha tenido ni un solo día de descanso.
El final de año 2009 pintaba para ser un frío invierno en los hogares de miles de electricistas, pero la dignidad heredada de muchas generaciones de trabajadores que desde hace casi 100 años han forjado las venas de la energía que enciende la luz en el centro de nuestro país, no permitió que el calor se apagara en el corazón de esos hogares. Los electricistas celebraron las fiestas de fin de año con un masivo brindis de resistencia emotivo y entusiasta, demostrando que su decisión de luchar no se doblega.
Por toda la zona metropolitana se han colocado mesas informativas en las que se promueve la huelga de pagos y se reciben las denuncias ciudadanas y las manifestaciones de apoyo al SME.
En las calles del centro histórico, en Reforma, en Chapultepec, en los vagones del metro, en el metrobus, en los CCH's, en el aeropuerto, en las unidades habitacionales, las brigadas de electricistas van ganando día a día la simpatía de los ciudadanos que han empezado a vivir en sus propias casas el ineficiente servicio eléctrico, consecuencia de la irresponsabilidad y la avaricia de los que se adueñaron de LyFC.
Poco a poco las mentiras del gobierno han ido cayendo una a una:
1. La privatización siempre negada por Felipe Calderón, va viento en popa. Ahora el gobierno le ofrece a los empresarios 21 000 km de fibra óptica en sólo $858 millones y con facilidades de pago, a pesar de que la instalación de ese tendido costó $30 000 millones de nuestros impuestos.
2. Los apagones no se han dejado de sentir en la ciudad, pues los contratistas privados que metió CFE a las instalaciones de LyFC, no han podido cubrir en estos meses las tareas que el SME cubría cotidianamente. Lo que sí hacen es poner en riesgo todos los días la vida de los trabajadores a los que avientan a tratar de hacer funcionar el sistema eléctrico sin experiencia y sin ningún equipo, aprovechándose del altísimo desempleo. Al menos dos de ellos han muerto y otros varios han resultado heridos.
3. El gobierno le impidió a los trabajadores del SME restaurar los cortes eléctricos provocados por los vientos y las lluvias. Los fenómenos naturales no se pueden evitar, pero no les pegan igual a los pobres que a los ricos. ¿Quién ha visto alguna foto de casas de ricos o políticos anegadas de aguas negras? Y cuando muchas viviendas populares están hundidas en porquería, Gobernación le dice no a la posibilidad de que el SME repare las fallas, aun sabiendo que la falta de luz impide también la rápida evacuación de las zonas inundadas. A ellos no les importa el sufrimiento de los de abajo, porque sólo el pueblo salva al pueblo. En 1985, después del terremoto, los trabajadores del SME restauraron el 90% del servicio eléctrico en un día.
Ya nadie puede creer que la desaparición de LyFC era una medida para combatir la corrupción y para mejorar la atención a los usuarios. Ha quedado más que demostrado que la medida fue para deshacerse de un sindicato comprometido con las necesidades de los de abajo, que le estorbaba al gobierno en sus planes de privatizar la industria eléctrica.
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