Barómetro Internacional
Desde Brasil
Bruno Perón Loureiro
El crecimiento económico es un tema habitual en medios periodísticos y áreas políticas.
La información de que el Producto Bruto Interno (PBI) de un país aumenta se aplaude como un dogma de suceso internacional. Sin embargo, al correrse el velo aparecen los pequeños y poderosos grupos que se benefician a costa de la población exangüe.
No se debe confundir crecimiento económico con distribución de la riqueza. Ambos criterios de evaluación son independientes y la difusión del primero frecuentemente anula la percepción del fiasco del segundo.
La contienda comercial entre los EE.UU. y Brasil sobre el subsidio que el primero da a sus productores de algodón ha despertado en éste último una posición blanda. La Organización Mundial de Comercio (OMC) autorizó a Brasil a que tomara represalias aumentando sus impuestos a los productos estadounidenses como forma de compensar sus pérdidas en el intercambio comercial. Contrario al buen sentido, el Brasil acaba de prorrogar por dos meses el inicio de las represalias con el argumento de que EE.UU. participó en las negociaciones bilaterales (a pesar de la inflexibilidad de este país negándose a bajar los subsidios a sus productores de algodón). Es previsible que las pérdidas recaigan sobre el lado brasilero y todo se normalice a la brevedad, quedando las cosas como si nada hubiese sucedido.
La presidenta argentina a su vez, no pierde oportunidad de defender con uñas y dientes a su país. Cristina Fernández replantea las negociaciones sobre la posesión de las Islas Malvinas y llevó a la Corte Internacional de La Haya el pleito de la instalación de una planta de celulosa para papel por Uruguay en la margen de un río fronterizo.
El mandatario boliviano por su parte, establece acuerdo militares con Rusia, mientras se discute si la reconstrucción de Chile luego de los terremotos se hará o no en base a los “cambios” prometidos por Sebastián Piñera en las elecciones presidenciales.
A pesar de la prepotencia de los poderosos, los grupos más débiles y desposeídos alzan su voz en protesta y resistencia. La opresión pierde naturalidad. El pueblo reconoce que la ignorancia que le imponen trae maleficios y no comodidades.
La lluvia de cenizas que cubrió Europa por la erupción de un volcán en Islandia provocó pérdidas millonarias en algunas economías. Nos hacen creer que el perjuicio de los dueños de las aerolíneas fue mayor que la impotencia de los viajeros que tuvieron que esperar días para su embarque, muchos de ellos sin reservas de dinero para poder sortearlo. Las cenizas volcánicas en Europa aparentemente causaron daños al continente rico, mientras que la lava de los problemas sociales básicos no cesa en América Latina. Las sociedades escandinavas están tan organizadas, que el suicidio es uno de los temas que más les preocupa.
Se conmemoran los cincuenta años de la construcción de la opulenta capital brasilera (Brasilia). Los “candangos” migraron por la necesidad de prosperar y el ansia de proseguir en la construcción del todavía soñado Brasil del futuro. Manos encallecidas que son cómplices de un país merecedor y progresista.
¿Por qué atribuimos a los otros responsabilidades que son, aún parcialmente, nuestras? Si el poder corrompe, encanta y entrampa a quienes no están preparados ¿por qué confiamos a los poderosos funciones que son nuestras, como la construcción de la democracia?
Se cuestionan actitudes, como la obstinación de Irán en desarrollar su propio programa nuclear para fines pacíficos, o la ascensión de China como competidor directo de las potencias occidentales, en lo que es la conducción al pie de la letra de un programa de desarrollo económico.
La industria china explota internamente su mano de obra barata y su flexibilización laboral, mientras que los estadounidenses poderosos abusan de la división internacional del trabajo instalando fábricas en Bangladesh, India, Tailandia, Vietnam y México.
EE.UU. privatiza los lucros en nombre de un modelo capitalista inhumano y relega la desgracia a los países “tercermundistas y atrasados”. La explotación es tan eficaz que todavía logran atraer turistas encantados a los castillos de Disney World. Prevalece el dominio cultural.
Terminemos con el culto a los poderosos, inmisericordes e incautos.
Florezca la conciencia de los que defendemos la grandeza moral.
http://www.brunoperon.com.br
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario