Patricia Muñoz Ríos
En la plancha del Zócalo capitalino, resguardadas del sol en una carpa de plástico acondicionada como dormitorio con varios catres, y padeciendo temperaturashasta de 30 grados centígrados, María del Rocío, María del Carmen, María Dolores, María Isabel, María Guadalupe y sus otras cinco compañeras del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en huelga de hambre desde hace cinco días, señalan que ya empezaron a resentir trastornos en su salud.
Las trabajadoras empezaron a presentar problemas digestivos, mareos y debilitamiento, al grado de que tienen somnolencia constante, pero la dignidad nos mantiene de pie, aseguran.
Siete de estas 10 mujeres electricistas son madres, y la mayoría es cabeza de familia. Su único sustento era su trabajo en Luz y Fuerza del Centro (LFC), y luego de seis meses de lucha en la calle, en marchas, mítines, tribunales y la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, decidieron dejaron a sus hijos con sus mamás, hermanas o esposos para participar en este ayuno masivo. Dicen tener su apoyo incondicional ante la injusticia que ha cometido el gobierno de Felipe Calderón contra los trabajadores del SME.
Adelantan que el próximo Día de la Madre lo van a pasar en el Zócalo, en este campamento, en esta huelga masiva y extrema con la que sólo buscamos recuperar nuestro trabajo. ¿Es mucho pedir?, pregunta María Guadalupe Vázquez, quien es madre soltera y tiene un hijo con problemas de salud, pero como nos quitaron el Seguro Social, Marco Antonio está sin atención médica.
También relatan que la mayoría ha ido a buscar empleo, pero después de todo lo que dijo el gobierno de nosotros nadie quiere contratarnos, plantea María Dolores Juárez.
Acompañadas permanentemente por familiares, trajeron fotos de sus hijos y parientes, figuras de la Virgen de Guadalupe y ropa para muchos días. Afirman sentirse apoyadas por múltiples organizaciones políticas y sociales.
Empezamos a sentir debilitamiento generalizado, mareos, trastornos digestivos y dolor de cabeza intenso, señalaron María del Rocío Higuera Solano, María del Carmen Yebra Núñez, Beatriz Juárez García y María Isabel de la Rosa López. Indicaron que cada mañana son revisadas por médicos y enfermeras. Están ingiriendo sólo agua simple, con miel o suero, y hasta la noche del miércoles pudieron bañarse en el Zócalo en un baño improvisado.
Natividad Dávila Martínez, María del Carmen Mendoza Hernández, María Celia Jiménez Hernández y Carolina Cortés Camarillo también empezaron a manifestar problemas. Incluso, María Dolores Juárez García, quien pertenecía al departamento de personal de LFC, señaló que la noche del miércoles tuvo taquicardias, pero “aquí vamos a estar hasta que nos resuelvan y nos devuelvan nuestro empleo.
Tengo dos hijos: uno de 14 y otro de nueve años. Mi familia me apoya incondicionalmente porque sabe que es una gran injusticia. Si en la casa no tengo nada que comer, qué más da que esté aquí en el Zócalo en la huelga de hambre. Mi esposo se está haciendo cargo de los niños y está conmigo en todo, sostiene.
María Guadalupe Vázquez Guzmán, quien era secretaria en LFC, indica que llevaba seis años en la paraestalal; pero algunas tenían dos décadas.
Sostuvo que tiene un hijo de cuatro años con reflujo severo, usa lentes y zapatos ortopédicos, pero el Seguro Social le retiró la atención médica. Por eso las huelguistas de hambre le pedimos a este gobierno que reflexione que estamos llegando a una medida extrema para recuperar nuestro sustento. Podríamos dar hasta la vida, pero no sería justo, porque en mi caso soy madre soltera y está mi hijo de por medio, pero el gobierno no quiere abrir los ojos.
Finalmente, se les pregunta por qué el nombre de la mayoría empieza con María; entre risas, señalan que fue coincidencia, y que se dieron cuenta hasta que estuvimos juntas.
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