jueves, mayo 27, 2010

Una ausencia irreparable

Alberto Velásquez trabajaba para decir lo que otros callaban. Con una bala a la altura del corazón, terminaron con el fundador del diario Expresiones de Tulum, quien dedicó su vida a buscar la verdad. Su asesinato, el único a un informador en Quintana Roo, sigue impune. No hay culpables, ni siquiera indicios de encontrarlos. Los días de su muerte se siguen contando en la casa donde está ausente y en el periódico, que exije justicia.

Paulina Monroy / Rubén Darío Betancourt, fotos / enviados


Tulum, Quintana Roo. Las oficinas del diario Expresiones de Tulum están instaladas en una casa de piso de cemento. No tiene las paredes pintadas ni nada que identifique que ahí se crea un periódico. La rotativa de medio uso está en el patio, es una máquina que parece sacada de una tienda de antigüedades. En el pequeño librero se guardan biblias y biografías. La habitación de las niñas está convertida en la redacción. Todavía hay estampas en las paredes. En par están las sillas de plástico, las mesas y las computadoras. Aquí es donde los vecinos vienen a denunciar lo que les parece injusto o inapropiado. Los reporteros les sirven de oídos y voz.



Para relevar las placas se improvisó un aparato con focos y madera. Podría decirse que el diario Expresiones de Tulum se creaba de manera casi artesanal. Después del atentado, el equipo ve necesario mudarse. Ha pasado tiempo desde que dos bombas molotov explotaron en la puerta. Han pasado cuatro meses desde que, a menos de 300 metros, Alberto Velásquez, fundador del periódico, fue asesinado.

Aquel 22 de diciembre, el reportero fue el último en llegar a la posada celebrada en las instalaciones del diario. Le prometió a su esposa María Dolores que no tardaría. Ella decidió no acompañarlo porque todavía había ropa que empacar. Por la noche se irían a Tabasco, donde ella daría a luz a su hijo más pequeño. Alberto nunca la había hecho esperar. Esa tarde sería la excepción.

Dicen que lo vieron vacilar en salir o no, cuando una mujer lo buscó en la puerta. Sus colegas se preguntan por los hubiera: de haberse quedado; de haber advertido algo; de haber preferido viajar a Tabasco. Lo cierto es que cuando giró en una calle en reparación, un motociclista se acercó para meter la pistola por la ventana abierta del Corsa rojo y dispararle casi a la altura del corazón.

Herido, Alberto los siguió por la avenida Kulkukán. Siguiendo el camino llegó a la casa de la exesposa del presidente municipal Marciano Dzul. Con la intención de señalar al culpable, según lo aseguran sus compañeros, chocó contra un vehículo estacionado. La exesposa del regidor salió a su auxilio y platicó con el reportero. La Cruz Roja lo trasladó al Centro de Salud de Tulum, donde se negaron a socorrerlo pues sus heridas requerían atención de otro nivel.

Los medios de comunicación ya seguían el rastro de Velásquez. Expresiones de Tulum fue el último en ser informado. Cuando el director y el reportero Luis Gamboa llegaron al lugar del atentado, su compañero ya había sido llevado a Playa del Carmen. Ahí lo estabilizaron y otra vez fue trasladado. En el trayecto a Cancún, perdió la vida.

Sus últimas palabras fueron grabadas por una reportera del periódico Quequi: que al agresor lo conocen como el Biónico, que era gente del alcalde Marciano Dzul. Hasta hoy, la grabación está pérdida. Nadie quería hablar con María Dolores por sus casi nueve meses de embarazo. Esperándolo, los hijos de Alberto se quedaron dormidos. Le dijeron a su mamá que, cuando llegara, le diera un beso por ellos.

En el tabloide Expresiones de Tulum la cuenta no es regresiva. No se esperan cuántos días faltan para… sino los días que siguen corriendo sin que el caso sea esclarecido. En el cintillo de la edición del 27 de abril se lee el reclamo: “Ya van 127 días del impune asesinato de Alberto Velásquez”. Quizás la cuenta siga creciendo.

La manta frente al Palacio Municipal demandó una respuesta: “¿Cuándo van a encontrar a los responsables?” Mientras que en la voz de María Dolores se oye la resignación. ¿De qué vale que capturen o no al asesino cuando le han arrebatado a su marido? La hija mayor tiene una pregunta que no le contestan: “¿Cómo murió mi papá?” En cambio, hay alegría en los más pequeñitos porque juegan despreocupados con las burbujas de jabón. El bebé, que nació 14 días después del asesinato, alza los brazos para tocarlas. Todavía no sabe que tiene la mirada del padre que no conoció.

No parecen importantes los reclamos de justicia ni el silencio de la viuda. Si pasa un día más o hasta un año, no hay ninguna diferencia. El asesinato contra el fundador del diario Expresiones de Tulum sigue impune. No hay detenidos ni siquiera sospechosos en una investigación que, según la Procuraduría de Justicia del estado de Quintana Roo, estaba a nada de resolverse.

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1 comentario:

Eleutheria Lekona dijo...

Tenemos que ya parar con todo ésto.