Madrid, (apro).- El escritor portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura, falleció hoy en su vivienda en Tías, Lanzarote, en las Islas Canarias, a los 87 años, a causa de neumonía crónica, informó la editorial Alfaguara, que publica sus libros en España.
“El escritor portugués y premio Nóbel José Saramago ha muerto en torno a la una menos cuarto de la tarde hora de Canarias”, dice la comunicación de dicha editorial.
Saramago murió en compañía de su mujer y traductora, Pilar del Río, tras pasar una noche tranquila, desayunar con normalidad, y mantener una conversación con su pareja. Pero después comenzó a sentirse mal y al poco tiempo falleció, explicó a EFE una fuente de la familia.
Pese a la debilidad de su salud, Saramago publicó a fines del 2009, la novela Caín, que muestra una irónica mirada al viejo testamento que provocó una reacción crítica de la Iglesia Católica.
Con motivo de la salida de este libro, Saramago le dijo al periodista Francesc Relea de El País, “hay quien me niega el derecho de hablar de Dios, pero no creo. Y yo digo que tengo todo el derecho del mundo. Quiero hablar de Dios porque es un problema que afecta a toda la humanidad”
Asimismo, el premio Nobel fue uno de los intelectuales que mostró una mirada crítica hacia la justicia española ante el juicio abierto contra el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, y por impedirse el juicio por los crímenes del franquismo.
Su obra se compone de 17 novelas y numerosos ensayos, artículos y cuentos.
Nació en Azinhaga, Portugal, el 16 de noviembre de 1922 en el seno de una familia campesina. En Lisboa cursó sus estudios de primaria pero no pudo terminar su instrucción de secundaria debido a las dificultades económicas de la familia.
A sus 12 años, Saramago ingresó a una escuela de enseñanza profesional para aprender el oficio de cerrajero mecánico, actividad en la que se desempeñó durante un tiempo.
Desde esa época gracias a su interés por la literatura frecuentaba la biblioteca pública de Portugal.
El portal de su fundación, da a conocer sobre su biografía que, así, “sin ayudas ni consejos apenas guiado por la curiosidad y por la voluntad de aprender, que mi gusto por la lectura se desenvolvió y pulió”.
Vinculado con el medio literario, Saramago publicó su primer libro en 1947, titulado “A Viúva” (La Viuda, en castellano), pero que por razones editoriales se publicó con el nombre de Terra do Pecado (Tierra del pecado).
Después publicó su novela Clarabóia (Claraboya), que permanece inédita.
En la editorial “Estúdios Cor” inició también su labor como traductor de autores como León Tolstoi y Charles Baudelaire.
Después vino su etapa de mayor madurez productiva con títulos como Memorial del Convento (1982) y con Ensayo sobre la ceguera (1995), lo que le proyectó como uno de los mejores novelistas contemporáneos.
En 1971 también tuvo experiencia como periodista, al ingresar como responsable del suplemento cultural del Diário de Lisboa, y años después fungió como director adjunto del Diário de Noticias, el cual abandonó después por motivos políticos.
El escritor y semiólogo Humberto Eco dijo de de él: “Saramago hace que el lector viaje en una niebla láctea”.
Saramago tomó distancia de Portugal dos años después de publicar El Evangelio según Jesucristo (1991), el cual fue censurado en su país por su crítica frontal a la religión católica.
Entonces, Saramago se fue a radicar a Lanzarote, porque el gobierno portugués vetó la presentación del libro al Premio literario europeo.
Ahí escribió su libro Ensayo sobre la ceguera (1995) y Todos los nombres (1997). Un año después le fue otorgado el premio Nobel de Literatura.
En las entrevistas que se le hicieron al darse a conocer el galardón, Saramago dijo, “he sentido una emoción muy fuerte y, como ocurre casi siempre con todas las emociones fuertes, uno no se entera:; lo sufre, lo siente, pero verdaderamente no se entera, y es con el paso del tiempo cuando uno se da cuenta de lo que ha ocurrido”.
En noviembre pasado, cuando presentó su libro Caín, Saramago anunció que ya trabajaba en su siguiente libro, que se refiere a la industria del armamento, sobre quién las fabrica y quién trafica con ellas, así como quién muere por esa razón.
“La vida no tiene importancia”, dijo el autor en esa oportunidad.
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