Por Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
El cobarde asesinato del adolescente Sergio Adrián Hernández Huereca, mientras jugaba con otros compañeros debajo de un puente fronterizo en Ciudad Juárez, se enmarca en el ambiente que prevalece en la frontera a raíz de la promulgación de la llamada “Ley Arizona”. Las autoridades migratorias de la nación vecina se sienten autorizadas para cometer todo tipo de tropelías, pues consideran que ahora tienen amplia autorización legal para actuar con absoluta impunidad. Pero también obedece a un hecho incuestionable: el desdén con el que actúa el gobierno mexicano cuando surge la necesidad de defender los derechos de los emigrantes mexicanos.
Las cada vez más frecuentes agresiones de la Patrulla Fronteriza contra mexicanos indefensos, son el corolario de una realidad incontrovertible: no contamos con un Poder Ejecutivo digno de respeto. De ahí que se estén incrementando los ataques a mexicanos, al pasar de cinco en 2008, a 12 en 2009 y 17 en lo que va del presente año. Los patrulleros estadounidenses saben que pueden dar rienda suelta a su racismo, y lo hacen sin tapujos, al grado de asesinar a un muchacho de apenas 14 años por el grave “delito” de estar jugando en la mera línea fronteriza. “Así les quitamos la tentación de cruzar”, debe haber pensado quien disparó sin ponerse a pensar en el daño que estaba ocasionando a una familia mexicana.
La agresión artera quedará igualmente impune como las anteriores, a pesar de las promesas del embajador estadounidense Carlos Pascual de que se llevarán a sus últimas consecuencias las investigaciones. ¿Por qué lo habrían de hacer si los mexicanos no contamos con nadie que nos defienda? Felipe Calderón, como otras veces, se comprometió a utilizar “todos los recursos a su alcance para proteger los derechos de los emigrantes mexicanos”, y asunto concluido, tan es así que ya está en Johannesburgo en espera de echar porras a la oncena mexicana en el Mundial de fútbol, disfrutando de uno más de los privilegios derivados de su investidura: viajar con todo pagado a cuerpo de rey con todo y familia.
Y mientras la familia Calderón-Zavala disfruta placenteramente de su viaje a Sudáfrica, el país avanza firmemente hacia su total descomposición social y económica, por el empecinamiento de la oligarquía en acrecentar sus riquezas a costa del empobrecimiento de más y más mexicanos. La fuerza del Estado puesta al servicio de unos pocos que disfrutan de beneficios escalofriantes, como el Grupo México, propiedad de la familia Larrea. No se tuvo empacho en violentar la ley para poner fin a movimientos legítimos de huelga en Cananea, Sonora y Pasta de Conchos, Coahuila. Nuevamente se utilizó el uso de la fuerza contra trabajadores inermes sólo interesados en defender sus legítimos derechos y su fuente de trabajo, actitud que recibió firme condena de legisladores del PRD, PRI y PT.
Así se avanza con firmeza hacia la fascistización del Estado mexicano y no quede duda de su filiación ultraderechista. Luego no les extrañe a los oligarcas que la violencia social se recrudezca en el país, pues lo raro sería que las cosas no se exacerbaran a extremos de profundo dramatismo. Sin Estado de Derecho es impensable que la realidad tome un cariz democrático. Por eso lo único que cabe esperar es un recrudecimiento acelerado del descontento de la gente contra el “gobierno” de Calderón, que podría llegar a extremos de violencia social cada vez más y mejor organizada. Así lo prueban los abucheos con que fue recibido Fernando Gómez Mont, titular de Gobernación, al asistir a un evento del Consejo Agrario Permanente.
Si al menos tuvieran la delicadeza de guardar silencio, los miembros del gabinete de Calderón se evitarían recibir fuertes abucheos. Sin embargo, se ponen a decir palabras que más bien parecen una burla, lo que explica el enojo de la gente. Gómez Mont dijo paladinamente que “la verdadera emancipación de quienes todavía viven en la marginación”, requiere el apoyo solidario de todos. ¿Por qué entonces no lo demuestran como gobierno en funciones? ¿Dónde está la solidaridad con los trabajadores, a quienes se está empujando a la marginación por el gradual pero firme empobrecimiento al que los conducen las decisiones gubernamentales?
Hay sobra de solidaridad del “gobierno” de Calderón con la elite económica, al extremo de que el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, más bien parece un empleado de Germán Larrea y de los principales oligarcas. Así supone se está haciendo merecedor a ser el candidato del PAN en las elecciones presidenciales del 2012. Sin embargo, lo que realmente está ganándose es el repudio generalizado de las clases mayoritarias por actuar como un verdugo sin alma ni sensibilidad. Por ahora eso no importa, pues la nación está pendiente del papel que tenga la selección nacional en Sudáfrica, para beneplácito del duopolio televisivo.
(gmofavela2010@hotmail.com)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario