MEXICO, D.F., 5 de noviembre (apro).- La espectacular medida anunciada el miércoles 3 por la Reserva Federal estadunidense de inyectarle 600 mil millones de dólares a la economía por la vía de comprarle al gobierno bonos del Tesoro con emisión primaria de dinero, estuvo precedida por una declaración no menos sorprendente –e insólita, por lo menos para lo que estamos acostumbrados a ver en México y en muchos países-- del jefe de la Fed.
Tres semanas atrás, Ben Bernanke había dicho que “la tasa de interés al 0% es muy alta dado el estado de la economía”. ¿Cómo es posible que una tasa del 0% pueda ser alta? ¿Qué significa esto? La Fed de Bernanke, la que actúa en este momento se enfrenta a un grave problema: su economía no se recupera con la rapidez que hace falta, lo que tiene varias implicaciones: la primera, es que la cantidad de desempleados no se reduce; segundo, los americanos están perdiendo mercados frente a sus competidores, sobre todo China; tercero, su predominio geopolítico y económico se está reduciendo.
Esto lo dijo el presidente del banco central estadunidense el 15 de octubre en una conferencia, en la que reflexionó sobre la situación actual de la economía estadunidense, en una reunión del Federal Reserve Bank de Boston, para discutir un tema clave para los banqueros centrales: ¿qué hacer con la política monetaria cuando se enfrenta un ambiente de baja inflación, en condiciones en las que hay un crecimiento económico anémico, pese a que el gobierno aplicó 800 mil millones de dólares en estímulos fiscales desde 2009? Esto es importante porque el grupo de personas que dirige la red de bancos que conforman el Sistema de la Reserva Federal discute lo que debe hacerse cuando uno de los principales riesgos de la economía no es la inflación, sino la deflación.
Esta reflexión de Bernanke tiene dos ejes de la mayor importancia y que resultan muy aleccionadores para lo que hace en nuestro país el Banco de México, que comanda Agustín Carstens El primer eje del análisis se ubica en el mandato legal del banco central estadunidense y el segundo establece las perspectivas próximas de la economía. El mandato legal de la Reserva Federal es doble: buscar el máximo nivel de empleo y la estabilidad de precios. No tiene la ingenuidad de pretender que la única tarea de un banco central es reducir la inflación y que, a través de su control, se fomente el crecimiento y la creación de empleos.
La Reserva Federal estadunidense, por lo menos en términos de su obligación legal, no sucumbió a las oleadas del maremoto neoliberal, en las que se impulsó que los bancos centrales se concentraran exclusivamente en combatir la inflación a través de acciones de política monetaria. La política monetaria se lleva a cabo determinando la cantidad de dinero que se emite, definiendo las tasas de interés de referencia y con operaciones de mercado abierto, en las que se venden papeles financieros o se compran; es decir, retirando o inyectando dinero al mercado financiero. La Fed no sólo hace eso. Por mandato legal también se ocupa de supervisar el funcionamiento de las empresas financieras, aunque no necesariamente sea eficiente al hacerlo, como lo muestra la crisis bancaria que hemos vivido desde hace tres años.
Para la Fed, mantener los precios controlados no significa despreocuparse de la evolución de variables básicas en el funcionamiento de una economía que produce bienes y servicios para las personas. El otro propósito de la Fed, establecido en sus documentos legales, es buscar el máximo empleo posible. Máximo empleo y mínima inflación, objetivos que no son contradictorios sino complementarios. Estos objetivos para ese banco central tienen las siguientes metas: alcanzar una tasa de desempleo sostenible en el largo plazo y una tasa de inflación consistente con su mandato legal.
La primera meta alude al logro de una tasa de desempleo que puede mantenerse en el largo plazo, sin generar presiones al alza o a la baja de los precios. Esta meta lo que plantea es que el banco central tiene que proponerse que, a través de sus decisiones sobre la tasa de interés, sea posible estimular la creación de empleo. La Fed no puede olvidar que subir la tasa de interés para detener las expectativas de posibles incrementos futuros de precios, puede detener proyectos de inversión capaces de generar cientos de nuevos puestos de trabajo. La segunda meta remite a la tasa de inflación que promueve los dos objetivos de la Fed.
Bernanke plantea una idea importante: la meta de inflación que se proponen no es que los precios no aumenten; es decir, no es cero, la meta es una inflación compatible con la creación de empleo, con un cierto ritmo de crecimiento económico. Así que la política de la Fed es conseguir una tasa de inflación y una tasa de desempleo que pueden ser mayor que cero.
En nuestro caso, en el salinato el Congreso modificó el mandato legal del Banco de México estableciéndole un objetivo único: la estabilidad de precios, el control de la inflación. Eso implicó que el Banco de México abandonara sus funciones de supervisión bancaria y de ejecutor de las políticas económica diseñadas por los gobiernos para fomentar el crecimiento económico. Así que, con una mayoría conformada por priístas y panistas, en un Congreso dócil, modificaron la Ley del Banco de México, dejándole al cuidado exclusivo de que la inflación se mantuviera bajo control.
Pudiera aceptarse que de algo ha servido que Banxico se haya ocupado de luchar contra la inflación. Sin embargo, en medio de una crisis que no termina, con una recuperación muy modesta que no ha logrado reducir las tasas de desempleo, es obvio que también hay que ocuparse de que no se pierdan más empleos y que haya nuevos puestos de trabajo sin que eso afecte la inflación. Precisamente como lo hace el banco central estadunidense. Así que habría que convencer a diputados y senadores de que deben modificar el mandato del Banco de México.
En el “Informe sobre la inflación” correspondiente al periodo julio-septiembre de 2010, que acaba de hacer público el Banco de México, se dice que, aunque la inflación sigue por arriba de la meta del 3%, presenta una trayectoria descendente. Esto se debe a que: la masa salarial ha registrado variaciones anuales negativas, porque el desempleo, la subocupación y la informalidad siguen elevados, lo que ha moderado las alzas salariales; es decir, que lo que los trabajadores reciben de sueldos y salarios se ha reducido en términos reales; la capacidad instalada en la industria manufacturera no alcanza los niveles de utilización de antes de la crisis; porque el crédito bancario al sector privado sigue bajo. Su conclusión es que por el lado del gasto no hay presiones inflacionarias.
Sin embargo, como la trayectoria de la inflación sigue por arriba de la meta que ellos mismos establecieron, el Banco de México mantiene su objetivo de una tasa de interés interbancaria de 4.5%. La decisión de la Junta de Gobierno de Banxico, a diferencia de lo que está proponiendo en este momento su equivalente estadunidense, es que con los instrumentos a su alcance ellos sólo se interesan en que la inflación se ajuste a la banda de 3% más o menos 1%. No es que no puedan hacer otra cosa; es que deciden privilegiar una. Por eso es fundamental cambiar su propósito único, para que con sus decisiones se ocupen también de la creación de empleos, de la economía informal, de los desempleados.
El otro eje del texto de Bernanke es definir las acciones que debe proponerse el banco central, a partir de previsiones fundamentadas sobre las perspectivas de largo plazo de la economía. Para Estados Unidos, esas previsiones señalan que la recuperación será relativamente lenta y que, en consecuencia, de modo que la tasa de desempleo descenderá muy lentamente. Por lo que respecta a la inflación lo que se estima es un riesgo importante de deflación.
Frente a esto, la Fed ya no tiene margen para actuar reduciendo las tasas de interés; por ello se propone acciones no convencionales. Estas acciones no convencionales acaban de decidirse: la Fed comprará 600 mil millones de dólares en valores de largo plazo de la Tesorería estadunidense, en desembolsos de 75 mil millones mensuales. La Fed inyectará el equivalente al 4.1% de su enorme PIB, adicional a lo que ya ha agregado en los meses recientes. Dinero fresco para fomentar que la recuperación sea más rápida y puedan reducirse también más rápidamente los millones de desempleados. Esto es congruente con su mandato.
La Fed no puede reducir más las tasas, pero cuando las tasas están arriba de ese cero puede hacerse mucho. El Banco de México no piensa así: ha decidido no hacer nada al mantener en 4.5% la tasa, cuando tendría que proponerse medidas para contrarrestar riesgos sobre el crecimiento porque el entorno económico internacional evoluciona desfavorablemente y porque el gasto de los mexicanos en consumo e inversión es muy bajo.
La medida obvia es precisamente reducir esa tasa de referencia. Si Banxico la redujera medio punto, eso se convertiría en un estímulo general, ya que se abarataría uno de los costos que paga toda la economía: el costo del dinero. Pero no, Banxico mantiene su postura y no hay quien pueda impedirlo.
o_selley2001@yahoo.com
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