MORELIA, MICH.- En su afán de acabar con los jefes del narcotráfico, el gobierno de Felipe Calderón nunca había enfrentado tanta resistencia –y la población civil no había pagado un costo tan alto– como la semana pasada, cuando un operativo de policías federales localizó y ejecutó a Nazario Moreno González, El Chayo, uno de los principales dirigentes de La Familia Michoacana.
Segundo al mando y encargado del adoctrinamiento de los miembros de esa organización, Nazario Moreno fue ultimado el jueves 9 en Apatzingán por fuerzas federales en una operación que en Michoacán se esperaba desde hacía semanas y provocó una movilización del grupo delictivo que todavía la noche del viernes seguía incendiando vehículos en carreteras de la Tierra Caliente, una de las principales zonas de control de La Familia y lugar de origen de El Chayo.
El operativo contra el también llamado El Más Loco, de 40 años, estuvo a cargo de la Policía Federal (PF), que en ninguna otra entidad ha sufrido tantas bajas como en Michoacán en cuatro años. Sólo en los últimos 24 meses la delincuencia local le ha matado a 45 efectivos.
La del jueves fue además la primera eliminación de un jefe del narcotráfico a manos de la corporación que comanda el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
En los últimos 12 meses, la de El Chayo es la cuarta ejecución de un jefe del narcotráfico sin que medie detención ni proceso judicial.
La primera fue el 16 de diciembre de 2009 en Cuernavaca, donde una fuerza especial de Infantería de Marina mató a Arturo Beltrán Leyva, El Barbas. El 29 de agosto pasado, el Ejército eliminó a Ignacio Nacho Coronel en el lujoso barrio de Colinas de San Javier, en la zona metropolitana de Guadalajara.
El tercero en caer fue Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, el pasado 5 de noviembre en Matamoros, Tamaulipas. En esa ocasión la Marina protagonizó una refriega de seis horas que provocó el cierre de tres de los cuatro puentes internacionales.
La caza de El Chayo por la PF generó una resistencia inusitada: la respuesta armada abarcó 12 municipios y demostró la capacidad de movilización de La Familia Michoacana, organización que surgió en 2006 al amparo del cártel del Golfo y de Los Zetas.
El saldo oficial de esos combates es de ocho muertos y tres heridos. Pero la realidad es otra. El número de bajas tanto del gobierno como de La Familia se desconoce: helicópteros de la PF transportaron a la Ciudad de México a un número indeterminado de muertos y heridos, dijeron a Proceso fuentes de la policía moreliana, y el grupo criminal recogió a sus caídos, según declaró el vocero de seguridad nacional, Alejandro Poiré.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública, de la que depende la Policía Federal, murieron cinco uniformados, tres delincuentes y tres civiles, entre ellos un bebé de ocho meses que recibió una bala durante los enfrentamientos de la noche del miércoles 8 en Apatzingán.
Zona de guerra
Entre el miércoles 8 y el jueves 9, La Familia desplegó a decenas de sus hombres en los municipios de Apatzingán, La Huacana, Taretán, Zitácuaro, Parácuaro, Copándaro, Ario de Rosales, Uruapan, Múgica, Morelia, Ciudad Hidalgo y Zinapécuaro para resistir a las fuerzas federales que buscaban a Nazario Moreno.
La movilización confirmó el control territorial, sobre todo en el centro y noreste del estado, del grupo delictivo. En todos esos municipios los seguidores de El Chayo robaron vehículos a particulares y empresas, los incendiaron y los usaron para obstruir los caminos y evitar la llegada de refuerzos federales.
Una de las principales ciudades afectadas fue Morelia, donde los delincuentes cerraron cuatro de las cinco carreteras que parten de la capital estatal, incluida la de Occidente, que comunica con Guadalajara.
Todavía la mañana del viernes 10 el transporte de pasajeros tenía suspendidas sus corridas en el área y en Morelia estaban semiparalizadas las rutas de transporte público, según constató este medio.
Al cierre de esta edición aún se sentía un ambiente de guerra. En un recorrido de este semanario se contaron más de 30 vehículos incendiados en la carretera de Apatzingán a Cuatro Caminos. Cinco más acababan de ser quemados en la carretera Siglo XXI, hacia Lázaro Cárdenas.
El personal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes había abandonado las casetas de Pátzcuaro a Múgica. De acuerdo con distintos informes policiales esa región está bajo control de Servando Gómez, La Tuta, tercero al mando en La Familia Michoacana y a quien se atribuyen muchas de las bajas de la Policía Federal.
Apatzingán fue el principal escenario de combate desde la noche del miércoles 8. Después de las siete de la noche, un convoy de federales entró a las comunidades del sur de ese municipio, controladas hasta ese momento por El Chayo. Los primeros choques se dieron en la comunidad de El Alcalde, donde en enero pasado La Familia le causó cinco bajas a la corporación.
El segundo encuentro fue en Holanda, de donde es originario Dionisio Loya Plancarte, El Tío, otro de los mandos de la organización delictiva y cuyas funciones, según informes policiales, han sido de “relaciones públicas” con la prensa y funcionarios de gobierno.
El evangelizador
El objetivo final de la PF era Guanajuatillo, donde El Chayo nació el 8 de marzo de 1970.
Nazario Moreno tuvo varios alias. Además de El Chayo los informes policiales también lo identificaban como El Naza y El Dulce y con el nombre de Víctor Nazario Castrejón Peña.
Dentro de la organización era llamado El Más Loco. Ese mote se lo puso él mismo al firmar textos en Pensamientos, la publicación de inspiración bíblica con la que adoctrinaba a los miembros del cártel.
Una ficha policial elaborada en 2008 lo describió: 1.65 de estatura, tez morena clara, cabello castaño y posible cirugía estética. Se señalaba que en el parietal izquierdo tenía una placa metálica –a raíz de un accidente– que le causaba fuertes dolores de cabeza. Sus antecedentes penales registran un proceso en su contra por disparo de arma de fuego y otro por el homicidio de Eric Elson Salas Abarca.
A principios de esta década, Nazario Moreno facilitó la llegada del cártel del Golfo –ya dirigido por Ezequiel Cárdenas Guillén– y el que entonces era su brazo armado, Los Zetas.
Por su parte, La Familia se dio a conocer con desplegados en la prensa local el 22 de noviembre de 2006, a una semana de que Calderón asumiera la Presidencia. Hasta ese momento había operado junto con el cártel del Golfo y Los Zetas con el nombre de La Empresa.
En 2008 rompieron. Desde dos años antes los sicarios tamaulipecos le disputaban a La Familia el control del estado. En la actualidad el cártel del Golfo tiene una alianza con los michoacanos, que han extendido su zona de influencia a otros estados con el apoyo también del cártel de Sinaloa.
El Chayo era el encargado de la “evangelización” de los “guerreros celestiales”, como La Familia llama a sus sicarios y lugartenientes. Un informe policial dice que se trata de jóvenes de entre 19 y 25 años, con poca escolaridad y de bajos recursos, que además del adoctrinamiento reciben entrenamiento físico, en manejo de armas y trasiego de droga.
En la tercera edición de Pensamientos –de septiembre de 2007 y que según la propia publicación tuvo un tiraje de 7 mil 500 ejemplares–, El Chayo se definía como cristiano y orgulloso de la Tierra Caliente de Michoacán:
“Hermanos en Cristo, mexicanos, michoacanos, tierracalenteños: Hermano tierracalenteño, hemos tenido muchas cosas en común, una cuna humilde, una infancia dura, mucho trabajo, de juegos cortos, pero plagados de nuestros sueños. Y todo surge ahí en ese poblado, cuando soñaba que sería alguien, que lucharía por los míos, que trabajaría duro para que mi familia tuviera lo que yo carecí, cuando las injusticias hacían temblar mi cuerpo de furia contenida y entonces pensaba que lucharía para defender a los míos, gracias a Dios que mis sueños no han cambiado, pero hoy forman parte de mi realidad.”
Sobre La Familia escribió: “Creo que ya no quiero ser ni muy correcto ni muy inteligente ni muy sabio… porque estoy descubriendo que la gente, cuando pretende ser muy correcta y sabia, se vuelve muy necia y no quiere escuchar y cae en la soberbia, y yo no quiero que nuestro grupo, ‘La Familia’, cayera en eso, y es por eso que deseo me den su crítica sin miedo ni pena”.
La publicación abunda en el sentido religioso que El Chayo le imprimió a la organización delictiva, pero con ánimo beligerante: “Si quieres, puedes llegar a ser un buen cristiano (…) atento, si estás buscando un camino ten en cuenta que los caminos sin obstáculos no conducen a ninguna parte”.
En su visión de la muerte, El Chayo escribió: “Aquí postrado a los pies de mi propia muerte quisiera estar. Es tanto el dolor que ya no quiero existir más… elevando una plegaria a Dios le pido me fortalezca (…) Y como todo buen padre me contestó: ¡Cuando me pediste perdón, te di clemencia, para que con ella aprendieras a perdonarte a ti y que todos te perdonen!”.
El halo bíblico impulsado por Nazario Moreno impregna también otras áreas de operación de La Familia. Es el caso de Jesús Méndez Vargas, El Chango, El Chamula o El Chango Méndez, quien opera con un cuerpo de seguridad conocido como Los Doce Apóstoles. Además, son 12 los tablazos que reciben algunos de los miembros que se gradúan como “guerreros celestiales”, mientras que otros pueden adquirir ese título ejecutando a alguien (Proceso edición especial 29).
Junto con El Chayo, el liderazgo de La Familia lo ha ejercido El Chango Méndez desde el surgimiento del grupo, en noviembre de 2006. La SSP colocó a Nazario Moreno en el mismo nivel de mando que Méndez Vargas, pero otros informes ponen al Chango por encima del Chayo y ambos arriba de La Tuta, uno de los jefes más conocidos del cártel.
Otro de los líderes que además de Michoacán ha operado en Baja California, el sur de Ciudad Juárez, el Distrito Federal y Guerrero es Nicandro Barrera Medrano, El Nica, identificado en varias declaraciones ministeriales como lavador de dinero.
Entre sus empresas están la casa de cambio Divisas Barrera y Autotransportes Purépecha, la que fue confirmada como suya en febrero pasado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Su hermano, el experiodista Efraín Barrera Medrano, ocupó distintos cargos en la Secretaría de Seguridad Pública en el actual gobierno de Leonel Godoy Rangel.
La muerte de El Chayo fue confirmada el viernes 10 por Alejandro Poiré, quien informó también del despliegue en Michoacán de efectivos de la Marina para ir contra los otros jefes de La Familia. Asimismo, la PF reforzó su presencia en el estado: llegó a sumar casi mil efectivos.
En Michoacán, la Policía Federal sustituyó las acciones del Ejército, que había sido desplegado por Calderón contra el narco en esa entidad. A 10 días de haber ocupado Los Pinos echó a andar el Operativo Michoacán, lo que marcó el inicio de su “guerra contra el narcotráfico”.
En mayo siguiente ocurrieron las primeras bajas militares del sexenio. Las causó La Familia en Nocupétaro. En represalia, el Ejército emprendió una cacería contra habitantes de esa población y del vecino Carácuaro, lo que generó fuertes críticas a la Fuerza Armada por las violaciones a los derechos humanos.
Además, en Michoacán tuvo lugar el primer ataque narcoterrorista contra la población civil en México. El 15 de septiembre de 2008, durante la celebración del Grito de Independencia, supuestos zetas arrojaron dos granadas contra la gente que celebraba en el centro de Morelia.
La entrega de los presuntos responsables fue negociada por El Chayo con el general en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro, en el inicio de una serie de encuentros de ese militar con los jefes del narcotráfico en México, autorizados por el gobierno de Calderón, que deseaba reducir la violencia (Proceso 1768 y 1779
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